La sopa solidaria que apoya la UE en Tucupita
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Wilfredo Rodríguez llegó a la radio para conducir un programa de variedades, pero terminó difundiendo las necesidades de Delta Amacuro. Una tierra que, conociéndola muy bien, concluye que ha sido olvidada por Dios. Gracias a donaciones y a su empecinada disposición a ayudar, se dedica a organizar “sopas solidarias” en la plaza Bolívar de Tucupita.
Esta historia es parte del seriado “Una tierra olvidada”, un proyecto de La Vida de Nos, que fue cedido para su republicación.
Era una mañana de finales de noviembre de 2021. Wilfredo Rodríguez estaba ensimismado en una jornada de alimentación, en el centro de Tucupita, la capital de Delta Amacuro. Todavía no estaba lista la “sopa solidaria” de ese día y, como siempre que hay algún retraso, andaba atareado. De pronto escuchó una voz ronca que le resultó conocida. Al voltear, se encontró con un hombre que tenía las manos sucias, la piel muy arrugada, los zapatos rotos, la camisa llena de mugre. Sus ojos estaban llorosos y tenía los labios resecos.
Se trataba de Auxiliano Jiménez, un maestro que, mucho tiempo atrás, le había dado clases en la Escuela Básica Alejandro Petión de Tucupita. Apenas lo saludó, este le dijo que estaba ahí porque había escuchado que regalaban sopa en la plaza Bolívar. También le contó que estaba enfermo, que sus tres hijos se habían ido del país. Su exalumno lo notó muy triste, demacrado y casi sin fuerzas para hablar. ¿Estaría deshidratado?
Wilfredo tomó aire, lo miró una vez más, suspiró y sonrió intentando esconder las ganas de llorar. Estaba a punto de decir algo, cuando el viejo estiró su mano con una totuma que había traído. Wilfredo tomó el envase, se dio media vuelta, lo llenó todo cuanto pudo y se lo entregó de vuelta.
—Gracias, mijo —le dijo el maestro.
Aquel episodio venía a recalcar el sentido de su empecinada decisión de ayudar al prójimo. Antes de convertirse en un servidor público, Wilfredo ya le echaba una mano a quien lo necesitara. Fue parte de Protección Civil en Tucupita entre 2000 y 2001, formó jóvenes a través de las Brigadas Juveniles y llegó a conformar varias avanzadas.
Luego, la radio lo atrapó: en 2012 comenzó a trabajar en la radio Olímpica FM en Tucupita. Fue por curiosidad: sus amigos siempre le habían dicho que tenía voz de locutor, así que un día se acercó a la sede de la emisora y conversó con José Luis Pastrano, su dueño. Wilfredo le propuso hacer un programa juvenil y este aceptó. En las cabinas, frente al micrófono, se sentía como pez en el agua: era un locutor enérgico, jocoso, “buena vibra”.
Pero con el pasar de los años fue cambiando de temperamento. La grave crisis humanitaria acrecentada en 2017 apagó su risa constante. Empezó a denunciar los problemas que veía en la ciudad. Se convirtió así en un referente en la crítica política y la ayuda a los demás. Wilfredo hacía las denuncias con informaciones que él mismo iba recogiendo en sus visitas a las comunidades, en sus recorridos por las calles de Tucupita o en reuniones con distintos voceros comunitarios. Las personas veían en él a alguien en quien podía confiar para confesar las condiciones en las que vivían.
Y no pasó desapercibido.
En abril de 2020, fue detenido por el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas). Fue acusado por ultraje al funcionario público luego de que publicara la foto de un camión de la Guardia Nacional Bolivariana vaciando gasolina en una residencia: de un convoy salía una manguera que iba hacia el interior de la casa. Uno de los vecinos captó la imagen y se la envió a Wilfredo, quien la publicó y se viralizó.
Ese mismo día, un comando del Conas fue a la residencia de Wilfredo y se lo llevó. No lo agredieron, pero estuvo tres días bajo arresto hasta que fue presentado ante un tribunal. Como no tenían pruebas en su contra, el juez decidió liberarlo con una medida de presentación cada 15 días.
Después de la detención, Wilfredo siguió haciendo más denuncias en Tucupita, a través de la radio. También pedía alimentos y ropa para las personas que estaban en las calles, y para los indígenas waraos que veía, quienes, él lo sabía muy bien, sufrían mucho. Los oyentes donaban ropa usada, otros colaboraban con comida. La acción humanitaria fue ganando fuerza, lo que lo hizo más popular.
Durante los primeros meses de 2021 organizaba jornadas de donación una o dos veces a la semana, en las que entregaba lo que recibía. Y muchas personas comenzaron a ofrecerse como voluntarios. Luego, con el aporte de algunos negocios, se le ocurrió hacer la “sopa solidaria”, para entregar caldo caliente a las personas que merodeaban hambrientas por la plaza Bolívar de Tucupita, el sitio más céntrico de la capital de Delta Amacuro.
Algunos comerciantes cercanos vieron la iniciativa y también se sumaron, lo que hizo que alcanzara para más personas. A primeras horas de la mañana se recolectaban los ingredientes: yuca, ocumo chino, huesos de res, auyama, condimentos. La mañana transcurría entre chistes y un ambiente de familiaridad.
Así pasaron muchos sábados. Todos se fueron dando cuenta de que el hambre era un gran problema. No solo quienes sobrevivían en las calles iban a la jornada por su ración de sopa. Ahora se sumaban a las colas muchos conocidos que no tenían nada en su casa para comer. Aunque no lo sabían con datos estadísticos, estaban en lo cierto: según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, ese año Delta Amacuro fue el 2do estado con mayor inseguridad alimentaria, con 99,2 por ciento de los hogares en esa condición.
Fue en una de esas jornadas que Wilfredo se reencontró con su profesor. Y volvió a pensar que su labor era muy importante.
Poco después, el 16 de noviembre de 2021, fue un día crucial. Wilfredo Rodríguez y sus colaboradores tuvieron la oportunidad de reunirse en Tucupita con representantes de la Unión Europea. El encuentro fue posible gracias a las gestiones de la Fundación Venezuela Solidaria, que conocía la labor humanitaria de Wilfredo. En la reunión él se explayó narrando el cúmulo de problemas que aquejaban a esa, su tierra, una tierra que parecía haber sido olvidada por Dios.
De aquella reunión salió un poco más esperanzado, porque obtuvo un apoyo económico que le permitió extender su capacidad de atención hacia otras necesidades, como la salud y el deporte. Realizó visitas a varias comunidades donde hizo entrega de medicinas, ropas e implementos deportivos como balones de futbolito y voleibol.
Pero Wilfredo Rodríguez no dejaba de denunciar en la radio lo que consideraba que estaba mal. Y eso molestó a los seguidores del gobierno. En mayo de 2023, una organización denominada Furia Bolivariana le dejó un mensaje que le hizo sentir miedo: “Venimos por ti, sucio”, “Muerte al opositor Wilfredo”, fueron algunas frases que escribieron en la pared exterior de su casa. El ataque, sin embargo, no lo amilanó. Denunció ante el Ministerio Público, el Circuito Judicial Penal del estado Delta Amacuro y la Defensa Pública. Pese a que había indicios que apuntaban a personas conocidas de formar parte del grupo, el Estado no investigó ni sancionó y mucho menos abrió un caso judicial.
Desde entonces, poco ha cambiado. Wilfredo continúa con sus sopazos solidarios. También, varias veces al mes, realiza las donaciones de ropa y su persistencia le ha permitido mantenerse como un líder social en Delta Amacuro.
La radio ya no es lo que era antes.
La emisora en la que trabajaba cerró. A veces, se escucha la voz clara de Wilfredo en algunos programas de otras emisoras, cuando es entrevistado para hablar sobre los problemas de Delta Amacuro, o de la labor social que realiza en diferentes comunidades. Es fácil reconocerlo: ese tono claro, de “buena vibra”, que todos en Tucupita han escuchado, sobre todo aquellos que lo ven cada fin de semana, en la plaza Bolívar, rodeado de colaboradores y repartiendo sopa para los más necesitados.
Con información de LVN
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