La Policía israelí golpea a los asistentes al funeral de la periodista de Al Yazira en Jerusalén
EFE
Los rostros y miradas de los miles de palestinos concentrados en Jerusalén desprendían ira y tristeza. Cuando las masas cargaron el féretro de la difunta periodista Shireen Abu Aqleh, abatida por un disparo en la cabeza durante una redada del ejército israelí el miércoles en Yenín, la policía empezó a cargar con dureza contra los presentes. Tras el caos desatado, el féretro de la veterana corresponsal de Al Yazira estuvo a punto de caer al suelo.
Los disturbios se registraron a la salida del Hospital Francés en el barrio de Sheij Yarrah (Jerusalén Este), donde llegó el cuerpo sin vida de Abu Aqleh tras la ceremonia celebrada el jueves en Ramala. Los concentrados, que llevaban a hombros el féretro y ondeaban decenas de banderas palestinas, recibieron porrazos y gases lacrimógenos por parte de los agentes israelíes. También se produjeron varios arrestos.
Pese a la tensión inicial, el funeral siguió su marcha. Se trasladó el cuerpo de la reportera en coche hasta la Puerta de Yaffo en la ciudad vieja, donde finalmente fue enterrada junto a sus padres en el cementerio protestante del Monte Sión. En la parada final la esperaban miles de personas para darle el último adiós, y las fuerzas israelíes evitaron inmiscuirse. Los presentes ondearon banderas nacionales al grito de “¡Palestina, Palestina!” y “¡con nuestra sangre redimiremos a la mártir Shireen!”.
Urgente: Israel ataca el funeral de la periodista Shereen Abu Aqleh. pic.twitter.com/xxT3IVVOaA
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En los prolegómenos, la policía alertó que probablemente sería un entierro multitudinario, y afirmó que “el objetivo será evitar roces entre los asistentes y los agentes. Todo el mundo nos estará mirando”. En las imágenes de la procesión emitidas en directo, se apreciaba a las masas saliendo del hospital, cantando eslóganes de homenaje pacíficamente. Pero según la versión de la policía de Jerusalén, se lanzaron piedras y objetos hacia los agentes, que se vieron “obligados a actuar”.
El día en que Abu Aqleh fue abatida, los agentes acudieron por la tarde a su hogar familiar en el barrio jerosolimitano de Beit Hanina, donde confiscaron banderas y evitaron la reproducción de canciones tradicionales. El jueves alertaron a su hermano para que se evitara a toda costa la presencia de emblemas o cánticos palestinos en pleno corazón de Jerusalén.
Issawi Frej, ministro de cooperación regional israelí, condenó la actuación policial porque “los intentos de vetar las banderas conllevaron una violencia innecesaria. Mostraron una falta de respeto a quienes honraban a Abu Aqleh y un nulo entendimiento de su función, que es preservar el orden”.
En el acto oficial celebrado el jueves en la Muqata de Ramala, el presidente Mahmud Abas aseguró que llevará el caso ante la Corte Penal Internacional (CPI) para intentar “hacer justicia” con la reportera, que trabajaba en la cadena catarí desde 1997 y era un icono en Palestina y el mundo árabe.
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La agencia oficial de noticias Wafa precisó que tras la carga, la policía permitió trasladar el féretro al templo cristiano en un vehículo funerario pero sin acompañantes.
Israel elevó este viernes el nivel de alerta y envió a esa ciudad a fuerzas adicionales ante el esperado funeral multitudinario de la reportera de 51 años, quien trabajaba para la televisora qatarí Al Jazeera.
Su muerte conmocionó a los territorios ocupados y provocó una ola de condenas internacionales, incluso de aliados de Tel Aviv.
En numerosas ciudades y aldeas los pobladores colgaron fotos de Abu Akleh, banderas y depositaron ofrendas florales en su honor. Mientras, en las escuelas de la franja de Gaza los niños y jóvenes la despidieron con diversos actos.
En esta ciudad, sede administrativa de la Autoridad Nacional Palestina, el presidente Mahmoud Abbas y el primer ministro Muhammad Shtayyeh, así como numerosos políticos y miembros del gabinete rindieron ayer homenaje a la comunicadora, que recibió un disparo en la cabeza cuando cubría una nueva operación militar israelí en la urbe de Jenin.
Al intervenir en la ceremonia, Abbas anunció que acudirá a la Corte Internacional de Justicia para castigar a los culpables y responsabilizó a Israel por el nuevo crimen.
Israel pide una investigación completa antes de sacar conclusiones
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) y los compañeros que estaban junto a Abu Aqleh aseguran que el tiro mortal fue obra de un francotirador israelí. No obstante, las investigaciones preliminares de tzahal (la defensa israelí) apuntan a dos escenarios distintos: que pudo ser abatida por balas disparadas indiscriminadamente por los milicianos palestinos cuando las tropas llegaron a Yenín; o que un soldado tratara de impactar a un combatiente que se encontraba junto a la reportera. Los testimonios de los periodistas presentes coinciden en que en ese momento no había presencia de hombres armados en su perímetro. El premier israelí Naftali Bennett ofreció llevar a cabo una investigación conjunta para esclarecer los hechos, pero la ANP denegó rotundamente cualquier atisbo de colaboración.
Antes del funeral, la zona de Yenín volvió a ser el epicentro de la violencia. Durante una nueva incursión militar en la aldea de Burkin -irrumpieron para dinamitar la vivienda de un integrante de la Yihad Islámica-, un veterano agente de una unidad de contraterrorismo israelí resultó muerto por disparos de palestinos. “Noam Raz sucumbió en un tiroteo con terroristas. Era un marido dedicado, un padre ejemplar, y uno de los mejores combatientes de la Policía de Israel”, señaló el jefe policial Kobi Shabtai.
Con información de La Vanguardia