La pandemia empeora en las cárceles sobrepobladas de Latinoamérica
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La pandemia acelera las malas condiciones de millones de presos en las cárceles latinoamericanas, conocidas por el pésimo estado de la infraestructura, el hacinamiento y la violencia.
Distintos organismos han denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el incremento de malos tratos, aislamiento, cancelación de visitas y reducción del monitoreo por parte de defensores de derechos humanos.
Roberto Carlos, un exrecluso que estuvo preso en México, le tocó en dos ocasiones cinco años atrás por delito de robo, comenta que desde el primer día que comió en la cárcel lo hacía en una botella partida en dos.
«Yo llegué y me tocó dormir en el piso durante casi dos años y medio. Dormí en el piso y ya después de ahí ya me dieron un camarote. Éramos 8 en camarotes, y en el piso éramos como 10», asegura.
El presupuesto ejercido por los centros carcelarios estatales y federales mexicanos rondó los 1.805 millones de dólares, una disminución de 1,4 % respecto al año anterior.
«Créeme que tendrías que ir casi con las tripas fuera para que te pudieran atender, o a menos que pagaras, o sea, eran las únicas dos formas», expone Roberto.
Las irregularidades de la situación jurídica de los prisioneros también representan un problema. En México, 4 de cada 10 personas se encuentran en una celda en espera de un juicio.
Antonio, exreo y empleado de Prision Art, fue declarado culpable casi tres años después de haber ingresado a la cárcel y aunque apeló la decisión, el tiempo con su familia no pudo recuperarlo.
«Tratamos de decirle a mi hija que yo estaba trabajando. Bueno eso, pero ella se dio cuenta, obvio», manifiesta.
Con información de Actualidad RT