La misión Lucy descubre el secreto del inusual asteroide Dinkinesh
EFE
El pequeño asteroide Dinkinesh es de los pocos en el sistema solar que tiene un satélite propio, pero lo que lo hace único es que esa luna está formada por dos pegadas entre sí, un descubrimiento que puede aportar nuevos conocimientos sobre la formación planetaria.
Los secretos de Dinkinesh, situado en el borde interior del cinturón principal de asteroides (entre Marte y Júpiter), han sido desvelados por la sonda Lucy, la misión de la NASA que desde 2021 estudia alguno de estos cuerpos para saber más sobre cómo se formó el sistema solar hace 4.500 millones de años.
Los datos de Lucy son la base de un estudio que publica hoy Nature a cargo de un equipo internacional encabezado por el Instituto de Investigación del Suroeste (EE.UU.).
Dinkinesh, con un diámetro aproximado de 720 metros y un aspecto peculiar, crea un sistema junto a su luna, Selam, formada por dos lóbulos, de 210 y 230 metros, y que es el primer satélite binario de contacto que ha podido ser confirmado.
El primer objetivo de Lucy era sobrevolar Dinkinesh, lo que hizo a solo 431 kilómetros de distancia en noviembre de 2023, y sus primeros datos revelaron que el asteroide no estaba solo.
Los investigadores tuvieron que esperar el envío de nuevos datos para descubrir lo más sorprendente: aquel pequeño satélite, al que han llamado Selam, no era solo una luna, sino una binaria de contacto, es decir, dos fusionadas.
Selam se sitúa a poco mas de tres kilómetros de su asteroide principal y completa una vuelta entera a su alrededor cada 52,7 horas.
La existencia de un sistema binario de asteroides de este tipo plantea interrogantes sobre cómo pueden formarse y sobrevivir objetos como una luna doble, cuyo estudio puede aportar nuevos conocimientos sobre los complejos procesos que subyacen a la formación y evolución planetarias.
Material expulsado
La inusual composición del sistema Dinkinesh-Selam hace ver que estos pequeños cuerpos “son mucho más complejos de lo que pensábamos”, indicó Jessica Sunshine, de la Universidad de Maryland (EE.UU) y una de las firmantes del estudio.
Selam sería fruto de material expulsado desde su asteroide principal, en cuya superficie han quedado señales de lo sucedido.
Las imágenes tomadas por Lucy revelaron la existencia en el ecuador del asteroide de un canal, el cual señala que aproximadamente una cuarta parte del mismo se habría desprendido, así como la presencia de una cresta.
El equipo consideró que el rápido movimiento giratorio del asteroide, impulsado por el reflejo desigual de la luz solar en la superficie, provocó que se desprendieran y expulsaran restos rocosos a la órbita.
Parte de estos restos podrían haberse agrupado para formar Selam, mientras que otra parte de los fragmentos cayeron sobre el propio Dinkinesh formando la cresta.
El estudio de este peculiar sistema binario de asteroides puede arrojar nueva luz sobre la formación planetaria.
«Una de las cosas más importantes para entender cómo han llegado hasta aquí planetas como la Tierra es comprender cómo se comportan los objetos cuando chocan entre sí, y para ello necesitamos conocer su fuerza”, explicó Hal Levison, del Instituto de Investigación del Suroeste y primer firmante del estudio.
Un misterio por resolver
Básicamente, los planetas se formaron cuando objetos más pequeños como los asteroides que orbitan alrededor del Sol chocaron entre sí, “que los objetos se rompan al chocar o se mantengan unidos tiene mucho que ver con su fuerza y estructura interna”, agregó el también investigador principal de Lucy.
Cómo se formó la inusual doble luna de Selam sigue siendo un misterio, pero que ambos lóbulos sean de tamaño similar puede sugerir que este factor sea importante en el proceso de formación de un satélite.
Los investigadores consideran que el proceso que llevó a la fusión de las dos lunas tuvo que producirse a una velocidad lo suficientemente pequeña como para garantizar la supervivencia de ambas.
Dinkinesh y su satélite son los primeros de los once asteroides que tiene previsto explorar Lucy, que lleva ese nombre en honor del mejor ejemplar fósil que se conserva de Australopithecus Afarensis, de más de tres millones de años, descubierto en 1974 en Etiopía.
La nueva luna Selam ha sido nombrada, por su parte, como otro fósil, el de una niña de Australopithecus Afarensis, de unos 3,3 millones de años, encontrado también en Etiopía en 2000. EFE
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