La líder hongkonesa aviva protestas por no darle respuestas
EFE
La jefa del Gobierno La jefa del Gobierno hongkonés, Carrie Lam, avivó hoy la mecha de las protestas que vive la ciudad al limitarse a ofrecer nuevas disculpas a los manifestantes sin atender sus demandas, especialmente la de desechar el controvertido proyecto de ley de extradición a otros países, entre ellos China.
Desde la manifestación del pasado domingo -la mayor en la historia de la ciudad- todo el mundo aguardaba con expectación las palabras de Lam, de la que se esperaba algún gesto que calmase los soliviantados ánimos de sus habitantes.
«La gente ha manifestado de una manera pacífica lo que quería y la he escuchado alto y claro», afirmó la responsable del Gobierno autónomo en una rueda de prensa ante decenas de medios locales e internacionales.
Lam dijo que asumía «mucha de su responsabilidad» en lo sucedido los últimos días y que por eso ofrecía sus «más sinceras disculpas» a la gente de la ciudad.
«Vimos a mucha gente que ama Hong Kong tomar las calles, padres de familia y mucha gente joven, y a esa gente que se expresó pacíficamente quiero mostrarle mi respeto», reconoció.
Sin embargo, Lam, que en vísperas de la histórica manifestación del domingo había dejado «en suspenso» el controvertido proyecto de ley, rechazó retirarlo definitivamente, como le pidió ese día más de un millón de manifestantes.
«El trabajo en la ley ha cesado, no hay ningún plan para llevarla adelante», insistió ante las preguntas de los periodistas de por qué la iniciativa no se desechaba por completo.
Sí reconoció que el proyecto de ley «ha creado muchos conflictos» por lo que dijo que no se retomará «hasta que veamos que no crea más problemas» y se hayan escuchado «todas las opiniones».
Además, consideró «muy improbable» que pueda aprobarse antes de julio de 2020, cuando concluye la actual legislatura, pero en ningún momento accedió a abandonar la idea de esa ley ya que, a su juicio, es necesaria para resolver el «vacío legal» existente sobre la materia.
Las palabras de Lam dejaron «muy decepcionados» a los responsables del llamado Frente Civil de Derechos Humanos, que ha convocado las últimas manifestaciones.
«Todas nuestras demandas han sido ignoradas. Rehúsa dimitir, retirar el proyecto de ley y hacer a la policía responsable de la violencia» desatada en una de las masivas manifestaciones, dijo Bonnie Leung, una de las coordinadoras de la organización.
«El frente no acepta las disculpas y tendremos que seguir nuestras protestas», añadió, aunque aplazó hasta mañana, miércoles, el anuncio de las acciones que llevarán a cabo, tras consensuarlas con los partidos de oposición, sindicatos y otras organizaciones sociales.
Más explícito fue el líder estudiantil Joshua Wong, que salió ayer de prisión tras cumplir un mes de los tres a los que fue condenado por su participación en la llamada «Revolución de los Paraguas», que demandó en 2014 elecciones libres en la excolonia británica.
«No importa cuánto Xi (el presidente chino, Xi Jinping) o Lam ignoren de lo que pida la gente, vendrán más y más manifestaciones, especialmente con motivo del G-20 y del 1 de julio», dijo Wong en referencia a la fecha del aniversario del traspaso de la soberanía del Reino Unido sobre la ciudad a China.
Se espera que durante la cumbre del G-20, el 28 y 29 de junio en Osaka (Japón), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúna con Xi para intentar buscar una solución a la guerra comercial que mantienen desde hace meses las dos principales economías del mundo.
Que se produjesen grandes manifestaciones en Hong Kong coincidiendo con la reunión de ambos mandatarios no sería probablemente del agrado de China.
«Es tiempo de enseñarle a Lam lo que es el respeto a los manifestantes», proclamó Wong, que pidió su dimisión, aunque consideró que «da igual a quien pongan en su lugar porque será una marioneta de Pekín».
Varios de los manifestantes que continuaban hoy sentados ante la sede del Parlamento hongkonés expresaron también a Efe su decepción por las palabras de la jefa del Ejecutivo.
«Es una basura todo lo que ha dicho, la gente no va a parar de protestar», comentaba enardecido Justin Yung, un joven estudiante recién graduado de secundaria.
A su juicio, los habitantes de Hong Kong están «desesperanzados por el futuro de la ciudad» y «necesitan un líder que proteja sus libertades, no alguien que se las recorte».
También Fiona We, una azafata de 36 años, estimó que Lam «hizo un show, no quiso realmente disculparse» y aseguró que desde hace unos años se nota que China quiere tener cada vez mayor influencia en la ciudad en muchos aspectos, como la educación».
«Si Lam hubiera dicho que retiraba el proyecto de extradición puede que nos hubiese calmado, quizás no quiso mostrar debilidad pero las consecuencias serán peores», auguró We.és, Carrie Lam, avivó hoy la mecha de las protestas que vive la ciudad al limitarse a ofrecer nuevas disculpas a los manifestantes sin atender sus demandas, especialmente la de desechar el controvertido proyecto de ley de extradición a otros países, entre ellos China.
Desde la manifestación del pasado domingo -la mayor en la historia de la ciudad- todo el mundo aguardaba con expectación las palabras de Lam, de la que se esperaba algún gesto que calmase los soliviantados ánimos de sus habitantes.
«La gente ha manifestado de una manera pacífica lo que quería y la he escuchado alto y claro», afirmó la responsable del Gobierno autónomo en una rueda de prensa ante decenas de medios locales e internacionales.
Lam dijo que asumía «mucha de su responsabilidad» en lo sucedido los últimos días y que por eso ofrecía sus «más sinceras disculpas» a la gente de la ciudad.
«Vimos a mucha gente que ama Hong Kong tomar las calles, padres de familia y mucha gente joven, y a esa gente que se expresó pacíficamente quiero mostrarle mi respeto», reconoció.
Sin embargo, Lam, que en vísperas de la histórica manifestación del domingo había dejado «en suspenso» el controvertido proyecto de ley, rechazó retirarlo definitivamente, como le pidió ese día más de un millón de manifestantes.
«El trabajo en la ley ha cesado, no hay ningún plan para llevarla adelante», insistió ante las preguntas de los periodistas de por qué la iniciativa no se desechaba por completo.
Sí reconoció que el proyecto de ley «ha creado muchos conflictos» por lo que dijo que no se retomará «hasta que veamos que no crea más problemas» y se hayan escuchado «todas las opiniones».
Además, consideró «muy improbable» que pueda aprobarse antes de julio de 2020, cuando concluye la actual legislatura, pero en ningún momento accedió a abandonar la idea de esa ley ya que, a su juicio, es necesaria para resolver el «vacío legal» existente sobre la materia.
Las palabras de Lam dejaron «muy decepcionados» a los responsables del llamado Frente Civil de Derechos Humanos, que ha convocado las últimas manifestaciones.
«Todas nuestras demandas han sido ignoradas. Rehúsa dimitir, retirar el proyecto de ley y hacer a la policía responsable de la violencia» desatada en una de las masivas manifestaciones, dijo Bonnie Leung, una de las coordinadoras de la organización.
«El frente no acepta las disculpas y tendremos que seguir nuestras protestas», añadió, aunque aplazó hasta mañana, miércoles, el anuncio de las acciones que llevarán a cabo, tras consensuarlas con los partidos de oposición, sindicatos y otras organizaciones sociales.
Más explícito fue el líder estudiantil Joshua Wong, que salió ayer de prisión tras cumplir un mes de los tres a los que fue condenado por su participación en la llamada «Revolución de los Paraguas», que demandó en 2014 elecciones libres en la excolonia británica.
«No importa cuánto Xi (el presidente chino, Xi Jinping) o Lam ignoren de lo que pida la gente, vendrán más y más manifestaciones, especialmente con motivo del G-20 y del 1 de julio», dijo Wong en referencia a la fecha del aniversario del traspaso de la soberanía del Reino Unido sobre la ciudad a China.
Se espera que durante la cumbre del G-20, el 28 y 29 de junio en Osaka (Japón), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúna con Xi para intentar buscar una solución a la guerra comercial que mantienen desde hace meses las dos principales economías del mundo.
Que se produjesen grandes manifestaciones en Hong Kong coincidiendo con la reunión de ambos mandatarios no sería probablemente del agrado de China.
«Es tiempo de enseñarle a Lam lo que es el respeto a los manifestantes», proclamó Wong, que pidió su dimisión, aunque consideró que «da igual a quien pongan en su lugar porque será una marioneta de Pekín».
Varios de los manifestantes que continuaban hoy sentados ante la sede del Parlamento hongkonés expresaron también a Efe su decepción por las palabras de la jefa del Ejecutivo.
«Es una basura todo lo que ha dicho, la gente no va a parar de protestar», comentaba enardecido Justin Yung, un joven estudiante recién graduado de secundaria.
A su juicio, los habitantes de Hong Kong están «desesperanzados por el futuro de la ciudad» y «necesitan un líder que proteja sus libertades, no alguien que se las recorte».
También Fiona We, una azafata de 36 años, estimó que Lam «hizo un show, no quiso realmente disculparse» y aseguró que desde hace unos años se nota que China quiere tener cada vez mayor influencia en la ciudad en muchos aspectos, como la educación».
«Si Lam hubiera dicho que retiraba el proyecto de extradición puede que nos hubiese calmado, quizás no quiso mostrar debilidad pero las consecuencias serán peores», auguró We.