La increíble confesión del Papa Francisco revelada a otros sacerdotes
Infobae
El papa Francisco admitió que atravesó un tiempo en su vida en la que se sintió «derrotado» y «seco como una leña», época que calificó como «oscura», en una reunión con sacerdotes a los que pidió que mantengan su vocación religiosa y de servicio a la comunidad.
Durante el encuentro, el líder de la Iglesia Católica recibió varias preguntas por parte de los presentes, enfocadas principalmente en el desarrollo de la vida sacerdotal. Consultado sobre cómo prepararse para llamada crisis de la mediana edad, Francisco comenzó a elaborar su respuesta: «Ah, el demonio del mediodía… Nosotros en Argentina lo llamamos ‘el cuarentazo’. Entre los 40 y los 45 años, obtienes esto… una realidad, un ‘ahora o nunca'».
Luego, el Papa resaltó que vivió un proceso de rápido ascenso en la iglesia, que vivió con humildad mientras ganaba seguridad. Sin embargo, recordó que al terminar su tesis doctoral comenzó a «reconsiderar las cosas».
«Fue un tiempo de gran desolación, un tiempo oscuro. Pensé que ya era el final de la vida», continuó. Según explicó, aunque continuaba en la iglesia y nunca dejó de orar, tenía «un espíritu de derrota» y estaba «seco como una leña».
En este período, Francisco tuvo dudas sobre su misión y sentía temor de «no encontrar el camino» en un mundo de «compensaciones mundanas». No obstante, señaló que luego recibió una llamada telefónica que cambió su destino y renovó su fe.
El sumo pontífice situó esta época entre el año 83 y el 92, año en el que fue consagrado obispo. Según indicó, en ese momento tuvo una oración mucho más tranquila. «Me sentía diferente, con mucha paz», recordó.
El evento se realizó la semana pasada en la Archibasílica de San Juan de Letrán, aunque el contenido de su discurso fue publicado por medios italianos este jueves.
Esta jornada, en un mensaje publicado para la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa sugirió tener momentos de «discernimiento» en los momentos de dudas y miedos para «poner orden en la confusión de nuestros pensamientos y sentimientos y para actuar de una manera justa y prudente».
Según consideró, muchos jóvenes se sienten «turbados y embargados por tantos miedos» y «existe un temor de fondo que es el de no ser amados, queridos, de no ser aceptados por lo que son». Así, denunció que la juventud se siente obligada a «mostrarse distintos de lo que son en realidad, para intentar adecuarse a estándares a menudo artificiales e inalcanzables».