La historia de Benjamín Solari Parravicini
800 Noticias | Foto: Referencial
Nació en 1898 en una adinerada familia de la aristocracia de Buenos Aires. Desde muy chico, se dice, era diferente y varios de los relatos de sus allegados dan cuenta de ello. Dicen que en ocasiones guardaba parte de su comida para dársela, según decía, al duende que vivía atrás de su placard y que lo visitaba de noche. También cuentan que lo encontraban hablando solo, mirando hacia un rincón que parecía vacío pero en el que él veía “al hombre de las alas”.
Alarmados, sus padres lo llevaron en aquel entonces a varios especialistas para saber si tenía alguna enfermedad mental, pero el pequeño Benjamín pasó sin dificultades todos los testeos.
Dibujaba todo el día y, siendo más grande, se dedicó por completo a la pintura y forjó una exitosa carrera: recibió las felicitaciones del entonces presidente Marcelo T. de Alvear y expuso en Bélgica, donde consiguió una medalla de oro y logró que el rey Alberto I adquiriera una de sus obras.
Parravicini eligió el arte como el medio para representar sus visiones. Según decía, el «ángel» -que nunca había dejado de visitarlo- fue quien le ordenó que lo hiciera, mientras se veía obligado a ocultar sus interacciones paranormales, ya que la gente aún no estaba preparada para recibir esa información.
Pero todo cambió en 1932 cuando, una noche, algo lo despertó de repente y lo hizo levantarse repentinamente a escribir frases que no entendía y que le eran dictadas por una voz interior. Aterrado, destruyó sus anotaciones y se puso a rezar pensando que había sido poseído por un demonio. El fenómeno se repitió días más tarde, pero esta vez guardó los papeles en los que había escrito y dibujado.
Más hechos paranormales
Otro de los hechos reveladores que mencionaba Parravicini y que fue tratado en profundidad por el investigador de fenómenos ovni, Fabio Zerpa en su libro Benjamín Solari Parravicini: el Nostradamus de América, fueron sus encuentros con entidades. El artista narró un episodio en el que se cruzó, una madrugada, con dos hombres altos, rubios y de ojos celestes casi blancos vestidos con atuendos muy extraños y que le hablaron en un idioma incomprensible.
Con información de Parati
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