La hipnosis como terapia: ¿esoterismo o ciencia?
Con información de DW
Michael Teut es el jefe médico y homeópata del departamento de Medicina Natural de la Clínica Universitaria Charité en Berlín. Además es hipnotizador. «Muchos pacientes acuden a mí, porque están estresados o agotados. Quieren relajarse, descubrir otras perspectivas y activar su fuentes interiores de energía con ayuda de la hipnosis”, contó el experto. Esta terapia puede usarse para dejar de fumar, contra el síndrome de colon irritable, dolores, problemas al domir, para apoyar cambios en la alimentación o «para reducir el miedo a las operaciones y aumentar la autoconfianza”.
Comienza mi experimento
Teut me preguntó el motivo de mi cita. «Me como a veces las uñas”. Normalmente no suele bastar con una sesión para acabar con los problemas, me aseguró. Debo concentrarme en mi respiración, en los ruidos, los pensamientos y los sentimientos, como si fuesen nubes que pasan por mi lado y me permiten «dejarme ir y liberarme”, me dijo la voz. Cada vez me siento en un trance más profundo, como si fuera a quedarme dormida. Todo parece muy lejano, aunque puedo sentir mi cuerpo y oír ruidos.
En mi cerebro se suceden unos procesos muy curiosos. Investigadores han demostrado con técnicas de imagen que el cerebro reduce su actividad durante la hipnosis. El electroencefalograma (EEG) muestra las rápidas frecuencias cerebrales mientras estamos despiertos, las llamadas ondas beta. Si cerramos los ojos, el cuerpo se relaja y nuestro excitante mundo desaparece. Y el EEG señala otro tipo de ondas.
«En la hipnosis, la actividad neuronal desciende y eso se refleja en el EEG a través de ondas alfa y theta”, explicó Wolfgang Miltner, catedrático de Sicología Cliínica en la Universidad Friedrich Schiller en Jena: «Cuanto menor sea la frecuencia del EGG, más fuerte será el estado de trance”.
El trance no es nada especial, añadió Teut: «El estado de trance lo conoce la mayoría de las personas pero no es consciente de ello. Por ejemplo, si estamos sentados en un tren, miramos por la ventana y vemos como el paisaje pasa ante nuestros ojos. La mirada se nubla en algún momento y uno comienza a soñar. Eso es también una manera de entrar en trance”.
Un nudo rojo en mi estómago
Paso a paso, la voz me anima a relajarme cada vez más, a deshacerme de las cosas que me lo impiden y a sentarme en mi «lugar preferido”, en una gran ventana con la luz del sol, en una habitación clara y con una ligera brisa.
«Y ahora le pido que recuerde una situación en la que sucedió lo que usted quiere cambiar”, dice la voz y siento como mi corazón comienza a latir y tengo frío. «Cuando estoy estresada”, me oigo decir. «Así me deshago de energía sobrante”. «¿De dónde viene esa energía?”, me pregunta el experto. «Del estómago”, respondo y noto que se me forma un nudo justo en esa zona.
«¿Y de qué color es el nudo?”, me pregunta la voz. «Rojo”, digo automáticamente. «Piense qué necesitaría ese nudo para deshacerse”. Tendría que respirar un poco. Respiro una y otra vez profundamente hasta que la tensión se disipa. «¿De qué color es la relajación?”. «Amarillo claro”, respondo de nuevo. «Déjese llevar por ese amarillo claro”, me recomienda la voz. Ahora puedo unir el dedo gordo y el pulgar para profundizar e intensificar la sensación de relajación.
¿Qué pasará en nuestro cerebro?
Dicha recomendación es una sugestión. Un proceso por el cual la persona en trance está receptiva y sus sentimientos, comportamientos y pensamientos se ven acompañados por un terapeuta.
«La sugestión influye de hecho en las regiones cerebrales responsables de ciertas tareas. El cerebro actúa durante la hipnosis como se le indica”, explicó Miltner. Este investigador y su equipo estudian en Jena el efecto de la hipnosis en personas con dolores. En un experimento se les pidió, a través de la hipnosis, a personas con dolores en el dedo que se imaginaran que introducían su mano en un guante con un gel refrescante. Se pudo comprobar a través de las imágenes que se «produjo una reducción de la actividad en la corteza somatosensorial», es decir, que «no percibieron el estímulo de dolor”. Miltner añadió que «con la sugestión se activa el hipotálamo. Este es como un director de nuestro estado de actividad neurológico. Es una estructura que permite que respiremos más despacio y baje nuestra tensión arterial. Estos procesos son parecidos cuando nos quedamos dormidos o tomamos tranquilizantes”.
Miedo infundado
Me siento tranquila y mi pulso se ha normalizado. El hipnotizador me recomienda repetir este ejercicio y unir el dedo gordo y el índice como ejercicio de relajación, porque «el cuerpo se acuerda automáticamente y se relajará más profundamente”. Cuando me despierto, todo parece más ruidoso y luminoso. Mi visión sigue siendo borrosa. «Qué experiencia más increíble”, digo.
La intraquilidad que tenía antes de la sesión ha desaparecido. El miedo a perder control no lo sentí. Teut me explicó que en «el estado de trance es para que el paciente y el terapeuta trabajen juntos”, es decir, «no hay pérdida de control en la hipnosis médica”.