La Guajira no vive una crisis, sino una emergencia
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Aridez y desierto. Vientos que levantan polvo y forman remolinos de arena, un sol que quema y que hace que la temperatura llegue a 34 grados a la sombra, es el escenario diario que viven los que habitan en el municipio Guajira en el estado Zulia. Por eso, lo que padecen les desgasta y agota, sobre todo porque deben caminar hasta 40 minutos para buscar agua y los niños dos horas diarias para ir a la escuela.
Pero no solo falta el agua potable, y el acceso a la educación es precaria, sino que falla la electricidad por espacios de hasta 48 horas, los servicios de salud son deficientes, lo mismo que el transporte.
Y esto que padece todo el municipio lo describe Kewin González, quien vive junto a sus padres, hermanos y sobrinos. Son ocho en total y viven en una casa de la Gran Misión Vivienda Venezuela. No tiene luz, ni agua potable, ni gas doméstico.
“Camino 40 minutos al día para llegar a un pozo artesanal que tenemos a 600 metros de la casa. Me levanto tempranito y preparo al burro que tenemos con dos garrafas. Hago dos viajes para poder traer cien litros de agua que usamos para bañarnos y tomar”, dijo el joven.
Al igual que la familia González, las 15 familias que conforman el caserío repiten la faena. Esta agua, de fuente natural, no es potable ni está tratada.
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