La fascinante leyenda egipcia de la diosa Isis y los siete escorpiones - 800Noticias
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Existen numerosas y extraordinarias historias dentro de la mitología egipcia, e indudablemente, la leyenda de Isis es una de ellas. Conocida también como la «gran diosa madre», Isis corresponde a una de las principales figuras en el Antiguo Egipto. Determinada a vengar la muerte de su esposo Osiris, a manos de su hermano Seth, ¡conoce la fascinante historia de Isis y los siete escorpiones!

¿Quién era Isis en la mitología egipcia?
La figura de Isis, al igual que su hermano y esposo Osiris, y su hijo Horus, aparece por primera vez durante el Imperio Antiguo en Egipto.

Antes de la colonización de los griegos en Egipto, su nombre se encontraba entre las variaciones de Aset, Eset e Iset, siendo este último el que permitiría que, durante el período helenístico, comenzara a ser conocida con el término «Isis».

Si bien el inicio su culto se fundamenta sobre la base de que el poder de Isis correspondía al de una diosa madre terrestre, no fue sino hasta su unión con Osiris -dios de la muerte y la resurrección-, que se convirtió también en la diosa del cielo.

Isis, la diosa egipcia que trascendió al período grecorromano

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Durante el período helenístico, aproximadamente 300 años a. C., Isis también fue adorada y venerada por griegos y egipcios. De esta manera, su culto no solo se difundió por toda la cuenca del Mediterráneo, sino que le fueron atribuidas otra serie de características que la convirtieron en una diosa universal.

Estas cualidades, íntimamente relacionadas hacia el matrimonio, la maternidad, la fertilidad y la protección de barcos de navegación, hicieron que, posteriormente, fuese relacionada con diosas como Deméter o Afrodita.

De hecho, algunos historiadores interpretan la representación de la diosa Isis con su pequeño hijo Horus en su regazo, como un precedente pictórico de María con Jesús, que en la Edad Media corresponde a típicas imágenes del arte cristiano.

La leyenda de Isis y los siete escorpiones

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Isis provenía de una familia de nueve dioses, denominados como la Heliópolis, todos descendientes de Ra, el dios del Sol y del origen de la vida. En este sentido, sus hermanos más conocidos fueron Seth, Neftis y Osiris, con quien luego se uniría y se convertiría en reina.

De acuerdo con la leyenda, Osiris estaba casado con Isis, y ambos reinaban con paz en el Antiguo Egipto. Cegado por la envidia de no haber sido escogido líder, Seth reta a Osiris apenas este regresa, asesinándolo y arrojando su cadáver a las aguas del río Nilo.

De acuerdo con algunas versiones del relato, Seth desmembra el cuerpo de su hermano en 14 pedazos, por lo cual, pasa a ser tarea de Isis buscarlo y recomponerlo. Dado a este acto de magia, a Isis se le concedería el culto vinculado a los misterios de la resurrección y el más allá.

Cuando Isis devuelve la vida al cuerpo de Osiris, ambos conciben a su hijo, Horus, el dios halcón. Horus, como muchas otras figuras de diversas mitologías, se origina con el sentido de vengar la muerte de su padre.

De acuerdo con la Estela Metternich, una antigua tabla encontrada en 1828, y actualmente exhibida en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, la ira de Seth lo condujo a capturar a Isis y a su pequeño hijo, encerrándolos y aislándolos de todo cuanto conocían. No obstante, la justicia divina de Tot, «el Señor del Tiempo», permitió que la diosa escapara con su hijo, y para socorrerlos, les obsequió siete escorpiones que se convertirían en sus guardianes.

Tras una larga y exhaustiva travesía por las tierras egipcias, Isis y Horus llegaron hasta Per-Sui. Una vez allí, la diosa pidió ayuda a una rica mujer de nombre Usert, quien, al percatarse de los siete escorpiones que la acompañaban, se negó rotundamente a resguardarla, y acto seguido, le pidió que se marchara.

Consecuentemente, siguieron en búsqueda de ayuda, hasta que, cerca del Nilo, una mujer pobre, pero generosa, les otorgó toda la ayuda que necesitaban. A pesar de ya estar a salvo, los escorpiones de Tot habían guardado rencor a Usert, y por consiguiente, decidieron escarmentarla. Se dirigieron nuevamente a su casa, y esparcieron su veneno, el cual terminó por inocularse en el pequeño hijo de la mujer, quien no tardó en enfermar gravemente.

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Usert, ahora desesperada por salvar a su hijo, recurrió a todos los conocidos de la zona, pero nadie la socorrió. Solo Isis, protectora de los niños y las mujeres, se aterrorizó ante el estado del pequeño, y sin pensarlo demasiado, partió a su auxilio. Isis, diosa de la magia, le ordenó al veneno que saliera del cuerpo del niño, quien al poco tiempo se salvó.

Avergonzada por no haber sido generosa con anterioridad, Urset pidió perdón a la diosa y, suplicante, le obsequió toda su fortuna.

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