La faceta desconocida de Newton
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Isaac Newton, conocido universalmente por su revolucionaria contribución a la ciencia, tuvo una faceta menos conocida pero igualmente fascinante: su trabajo en la Casa de la Moneda de Inglaterra. Esta etapa de su vida, que empezó con un cargo en el Parlamento inglés, ofrece un intrigante contraste con su rol como físico y matemático, revelando una dimensión más compleja y versátil de su carácter.
Apenas dos años después de la publicación de su obra maestro, los Principios Matemáticos de la Filosofía Natural, Newton fue miembro del Parlamento de Inglaterra representando a la Universidad de Cambridge. Ocupó este papel desde 1689 hasta 1701. Sin embargo, a diferencia de su brillantez científica, su carrera política fue menos destacada. Según algunos relatos, su única intervención registrada en el parlamento fue para quejarse de una corriente de aire frío y solicitar que se cerrara una ventana. Esta anécdota contrasta con su imponente figura en el ámbito científico, ofreciendo una visión más humana y cotidiana de Newton.
Su traslado a Londres en 1696 para asumir el cargo de Guardián de la Casa de la Moneda, obtenido gracias al patrocinio de Charles Montague, entonces Canciller del Tesoro, marcó un punto de inflexión en su carrera. Podríamos pensar que un trabajo así estaría por debajo del calibre intelectual de una de las figuras más importantes de la historia de la ciencia, pero Newton tomó su nueva responsabilidad con extrema seriedad, retirándose de sus deberes en Cambridge en 1701 para dedicarse por completo a su trabajo en la Casa de la Moneda.
Esta nueva vida se consolidó en 1699, cuando ascendió al cargo de Director de la Casa de la Moneda. Este cambio de carrera, de la academia a la administración gubernamental, fue sorprendente. En la Casa de la Moneda, Newton no solo supervisaba la acuñación de monedas sino que también jugaba un papel crucial en el desarrollo de métodos para combatir la falsificación, un problema grave en la economía de la época.
Una de sus tareas más importantes fue el «Gran Reacuñado» de 1696, un ambicioso proyecto para reemplazar la moneda antigua y desgastada. Fue durante este período que estimó que el 20% de las monedas recibidas para su reacuñado eran falsificaciones. La falsificación era considerada alta traición, un delito castigado con la horca y desmembramiento. A pesar de la dificultad para condenar a los criminales, Newton demostró ser extraordinariamente eficaz en esta tarea. Implementó rigurosas medidas para garantizar la calidad y uniformidad de las nuevas monedas. Su meticulosa atención al detalle era evidente en este proceso: supervisaba personalmente la aleación de los metales y el peso y diseño de cada moneda, asegurando que los estándares de acuñación fueran excepcionalmente altos.
Con información de Muy Interesante
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