La escasa vigilancia de viajeros permitió propagación del COVID-19 - 800Noticias
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EFE

Las intervenciones tempranas lograron contener las infecciones con el coronavirus pero, después, la escasa vigilancia de los viajeros permitió que se propagaran los brotes mayores en Europa y América del Norte, según un estudio que publica hoy la revista Science.

Michael Worobey, un investigador en la Universidad de Arizona, encabezó un equipo interdisciplinario de científicos de trece instituciones en Estados Unidos, Bélgica, Canadá y el Reino Unido que combinó la pesquisa de la evolución genética de muestras del coronavirus con simulacros de la epidemia en computadora.

Los investigadores complementaron el estudio con registros muy precisos de viajeros para reconstruir la propagación de la enfermedad en todo el mundo con un detalle sin precedentes.

Las conclusiones indican que hubo un período extenso de oportunidades perdidas durante el cual las pruebas de detención intensivas y el rastreo de contactos hubiesen impedido el establecimiento de la COVID-19 en América del Norte y Europa.

El estudio también cuestiona las sugerencias que han vinculado los primeros casos conocidos de la COVID-19 en cada continente en enero con los brotes detectados semanas después y, según los autores, proporciona guías para la respuesta de salud pública, ayudando a anticipar brotes futuros de ésta y otras enfermedades zoonóticas.

La zoonosis es la infección o enfermedad de animales que es transmisible al ser humano.

Worobey explicó que la meta del estudio fue «el desarrollo y aplicación de tecnologías nuevas y poderosas para conducir un análisis definitivo de la manera en que se desarrolló la pandemia en el espacio y el tiempo en todo el mundo».

Contrariando opiniones muy generalizadas, los investigadores concluyeron que las primeras llegadas documentadas de individuos infectados que viajaron de China a Estados Unidos y Europa no resultaron en los brotes de dimensión continental.

En cambio, apuntaron, las medidas prontas y decisivas en el rastreo y la contención de esas apariciones iniciales del virus fueron exitosas y deberían servir como modelo de respuesta orientando las acciones y políticas futuras de los gobiernos y las agencias de salud pública.

Como ejemplo, el artículo menciona que un ciudadano chino que viajó por avión desde Wuhan, China y llegó el 15 de enero a Seattle fue el primer paciente conocido en Estados Unidos infectado con el coronavirus, y el primer caso en el cual se hizo la secuencia genómica del SARS-CoV-2.

Y no fue sino hasta unas seis semanas más tarde que se detectaron casos adicionales en el estado de Washington.

Worobey y sus colaboradores analizaron la hipótesis generalizada de que el paciente WA1, como se denominó a ese primer caso, estableció un núcleo de contagios que pasó desapercibido durante seis semanas.

El artículo señala que, si bien los genomas analizados en febrero y marzo tienen semejanzas con el virus hallado en WA1, tienen diferencias suficientes como para calificar como improbable la idea de que WA1 estableció el brote.

Las conclusiones de estos científicos indican que el salto de la pandemia de China a Estados Unidos probablemente ocurrió alrededor del 1 de febrero.

La «nacionalidad» del brote estadounidense no puede conocerse con certeza debido a que decenas de miles de ciudadanos estadounidenses y otras personas con visa viajaron de China a EE.UU. aún después que entró en vigencia la prohibición de viajes.

Algo parecido ocurrió en Europa, donde el primer caso conocido de coronavirus fue, el 20 de enero, el de un empleado de una compañía de repuestos de vehículos en Baviera (Alemania), que había retornado de un viaje de negocios desde Shanghai (China).

Esta persona no sabía que era portadora del virus y su retorno resultó en la infección de 16 colegas de trabajo.

En este caso, una respuesta que los investigadores calificaron como «impresionante» que incluyó la prueba rápida de detección y el aislamiento impidió que el brote se propagara aun más.

Este brote en Alemania no fue la fuente del brote en el norte de Italia que, eventualmente, propagó el virus por toda Europa y eventualmente a la ciudad de Nueva York y el resto de Estados Unidos, según el estudio. EFE

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