La comida a la que no tienes que acercarte ni loco para adelgazar
Agencia.- La historia es ya de sobra conocida. En los años 70 se empezó a acumular evidencia de que una dieta rica en grasas saturadas y colesterol era un importante factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Debido a esto, se cambiaron las recomendaciones dietéticas oficiales. Pero hoy sabemos que el remedio fue peor que la enfermedad.
Aunque las autoridades sanitarias se centraron en limitar la ingesta de grasas saturadas de origen animal lo cierto es que, con la colaboración interesada de la industria alimentaria, la mayoría de la gente se quedó con la película de que las grasas, en general, eran las malas de la película. Para sustituir éstas, creció enormemente el consumo de productos “bajos en grasa” que las remplazaban por carbohidratos. Debito a esto, creció enormemente la presencia en la dieta de azúcares, carbohidratos refinados y almidones, que hoy sabemos directamente responsables de la epidemia de obesidad y diabetes tipo 2.
De un tiempo a esta parte, cada vez más voces advierten del error cometido al imponer de forma irresponsable unas recomendaciones nutricionales equivocadas pero, dado el enorme cambio de mentalidad que supone el nuevo paradigma alimenticio, la mayor parte de la población ha acabado por perderse. Hoy hay dos actitudes principales frente a la comida: la del que no se cree nada de lo que se cuenta (“hoy dicen esto, mañana lo otro, así que da igual”) y del que se lo cree todo y acaba siendo carne de cañón de las teorías más disparatadas.
Además, como advierte en ‘The New York Times‘ el doctor Frank D. Hu, investigador de la Harvard T. H. Chan School of Public Health, al rescatar las bondades de las grasas corremos el riesgo de estirar demasiado la cuerda hacia la otra dirección: “El error cometido en las anteriores recomendaciones dietéticas fue poner el énfasis en reducir el consumo de grasas sin reparar en la calidad de los carbohidratos, creando la impresión de que todas las grasas eran malas y todos los carbohidratos buenos. Lo realmente importante es distinguir entre las grasas y carbohidratos saludables y los que no lo son”.