La clave en la caza en la Edad de Hielo - 800Noticias
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EFE

Una pica larga, con una piedra afilada y punzante sujeta a ella, se apoyaba en el suelo para coger impulso y de ahí se clavaba en las grandes presas, como mastodontes o bisontes, con el efecto similar a un disparo de hoy día.

Así cazaban nuestros antepasados de la Edad del Hielo, hace 13.000 años, según describe un estudio publicado hoy en la revista Plos One que ayudaría a entender el uso dado a las llamadas puntas Clovis.

Estos artefactos afilados de piedra de cuarzo, silex o jaspe se llaman así por la ciudad del estado norteamericano de Nuevo México, donde se hallaron por primera vez hace casi un siglo.

 El tamaño de las puntas Clovis es el de un móvil inteligente de tamaño medio, presentan un borde afilado y hendiduras estriadas a ambos lados de la base, y a día de hoy se han encontrado miles de ellas más allá de Nuevo México, algunas incluso dentro de esqueletos de mamut.

A pesar de que hay varias películas -e incluso videojuegos- que las han recreado, los arqueólogos tienen aún muchas incógnitas por desvelar sobre cómo se usaban estos artefactos en la caza.

Ingeniería de la Edad de Hielo

Los arqueólogos de la Universidad de Berkeley que han dirigido la investigación afirman que los hombres de la Edad del Hielo podrían haber apoyado la culata de sus picas, con puntas Clovis, contra el suelo y haber inclinado el arma hacia arriba de forma que atravesaran al animal que querían embestir.

La fuerza humana clavaría la lanza más profundamente en el cuerpo del depredador, desatando un golpe más dañino del que habrían sido capaces de asestar por sí solos los cazadores prehistóricos más fuertes.

Una vez que la roca afilada de la punta Clovis perforaba la carne del animal funcionaba del mismo modo que una bala moderna, capaz de infligir heridas graves a mastodontes o bisontes.

«Esta técnica habría representado un gran avance en las técnicas de caza y supervivencia usadas hace milenios, y las picas habrían estado diseñadas también para proteger a quien las usaba», subraya uno de los autores, Scott Byram, arqueólogo de Berkeley en un comunicado de la universidad.

Próximos pasos

Para evaluar su hipótesis de la pica, el equipo de Berkeley construyó una plataforma de pruebas que medía la fuerza que podía soportar el palo antes de que la punta se partiera o el astil se dilatara.

Además, usaron datos de experimentos anteriores en los que los investigadores habían disparado lanzas con puntas de piedra contra arcilla y gel balístico para lograr un efecto similar al de alcanzar a un mamut de 9 toneladas.

En los próximos meses, el equipo tiene previsto poner a prueba su teoría construyendo una réplica de mamut y simular un ataque al mismo, en movimiento, con una pica con punta Clovis.

Construir herramientas como sistemas fuertes y eficaces era una prioridad para las comunidades de hace 13.000 años.

Las herramientas debían ser resistentes, ya que el acceso a las rocas o a los palos largos y rectos para fabricar la pica era limitado: podían recorrer cientos de kilómetros sin encontrarse con materiales adecuados.

«Es lógico que no quisieran arriesgarse a arrojar o destruir sus herramientas sin saber si llegarían a atrapar al animal», concluye Byram.

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