La ciudad oculta que hay dentro de Nueva York - 800Noticias
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Las ciudades tienen historia. No cuentan su pasado -decía Italo Calvino- lo contienen en la palma de una mano, escrito en las líneas de las calles. Pocas ciudades hay con más historia que la ciudad que nunca duerme, ese lugar de ensueño al que todos los aficionados a las películas románticas quieren ir, aunque sea una jungla urbana que puede engullirte y no dejarte salir a flote.

Cocodrilos en sus alcantarillas, desayunos en Tiffany’s, sexo durante los apagones, sirenas de policía y el más que conocido «si puedo hacerlo aquí lo podré hacer en cualquier parte» que entonaba Frank Sinatra. Si hay algo que sin duda tiene la ciudad de los grandes rascacielos son esos recuerdos grabados en el imaginario popular, que la hacen ser como es. Pero hasta a ella se la puede despojar de su magia. ¿Cómo? El nombre es Hudson Yards.

En el corazón de Nueva York

Hudson Yards es un plan de desarrollo urbanístico, una comúnmente conocida como ‘joint venture’ (empresa conjunta o, mejor dicho, alianza comercial) que se basará en la recalificación urbanística del Far West Side. Es el proyecto más ambicioso de la historia y contará con 16 rascacielos sumando una superficie total de aproximadamente 1.180.000 metros cuadrados de espacio de oficinas, residencial y comercial. Su presupuesto se estima en 11.750 millones de euros.

Es un barrio que desafía a la gravedad al levantarse sobre 30 vías de tren y cuatro túneles aún en activo. Abarca desde la calle 33 a la 42, donde está ubicado Times Square, y de la avenida 8 a la 12, donde solo hay solares y aparcamientos. No le faltará nada, tendrá 20.000 viviendas, zonas verdes, terrazas donde se servirá el nuevo vodka de moda, restaurantes estrella, oficinas de abogados y áticos carísimos. ¿Recuerdan esos complejos de viviendas virtuales que suelen mostrarse en los solares en los que aún no se ha construido nada? En ellos suelen aparecer personas felices, delgadas, completamente ficticias. Algo así será este barrio. No le falta nada, salvo, tal vez, alma.

La megalópolis contará con 16 rascacielos, restaurantes de moda, oficinas de abogados… todo diseñado para que la gente viva y gaste dinero

Lo relata el periodista Justin Davidson en ‘New York Magazine’: «Tengo la sensación de que ya no estamos en Nueva York, sino en una ciudad de multimillonarios», explica. «Conforme me acerco siento una mezcla volátil de asombro y tristeza en mi pecho. Todo es demasiado limpio, demasiado plano, demasiado artístico. En este nuevo mundo casi todas las personas digitales que caminan por el paisaje urbano virtual son jóvenes, delgadas, sanas y blancas. Hay una necesidad imperante de recrear una ciudad sin personalidad».

Un reducto elitista y ajeno

Vivir en Hudson Yards será como llegar a Ítaca. El edificio 30 Hudson Yards, por ejemplo, contará con 90 pisos. Una torre de Babel moderna que superará al emblemático Empire State Building. 35 Hudson Yards, que albergará un hotel, contará con 72 pisos, además de spa y gimnasio con todos los lujos imaginables (y quizá algunos inimaginables). «Aunque toda la costa este sufra un apagón» explica Jay Cross, jefe del proyecto, «la planta de cogeneración del sitio se iniciará en milisegundos. Si llegan las lluvias y suben las aguas, las puertas también se cerrarán en torno a los ascensores y los tanques de combustible. Esta brillante ciudad está construida para soportar cualquier tipo de plaga».

Es una manera engañosa de barrer los problemas, enmascarándolos con superficialidad y elitismo. Nueva York es una ciudad sucia, polifacética, que vibra y puede llegar a ser apabullante. Como sucede con San Francisco, la ciudad más europea de Estados Unidos, se trata de reductos rodeados por agua que no tienen la posibilidad de crecer. Tarde o temprano serán devorados completamente por el monstruo de la gentrificación. Mientras se desarrolla poco a poco ese proceso, los mendigos y los millonarios viven mano a mano, y los alquileres siguen subiendo hasta la estratosfera.

Hudson Yards tiene su propia planta de cogeneración, está preparada para cualquier tipo de «plaga» o problema

Todo está diseñado en esta extrapolación americana de la Moraleja madrileña para que la gente que viva ahí pase el mayor tiempo posible en el complejo, gastando dinero. Será posible llevar a cabo una vida variada, yendo al gimnasio, llevando a los niños a la escuela, comprando, visitando museos, saliendo a comer… «No hay nada nuevo bajo el sol» asegura Davidson. «Hudson Yards encaja perfectamente en un contexto global donde las nuevas ciudades se conectan con una rapidez alarmante».

El precedente más cercano en el tiempo a Hudson Yards es Roppongi Hills, una pequeña ciudad dentro de Tokio. Una ciudad dentro de una ciudad, pero sin el componente negativo que podía tener por ejemplo Kowloon, en Hong Kong. El lugar incluye apartamentos de lujo, oficinas, más de 200 tiendas, cafés y restaurantes, cines, un hotel de lujo, los estudios centrales de la televisión TV Asahi, un jardín tradicional japonés y la lista sigue y sigue. Y todo eso parece una nimiedad comparada al lado de la megalópolis Jingjinji, un área metropolitana tan grande como la mitad de España.

Cómo surgió

En el caso de Hudson Yards, todo comenzó con la candidatura fallida a los Juegos Olímpicos de 2012. Para obtenerla, Nueva York necesitaba un nuevo estadio, y Daniel Doctoroff, adjunto al entonces alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, pensó que su construcción podría atraer a los míticos Jets de vuelta a la ciudad. Esta idea murió, y, en cambio, se abrió la puerta al desarrollo de una ciudad babilónica. El Gobierno de la ciudad llegó a un acuerdo con Related Companies y Oxford Properties en 2009 para desarrollar esta zona de la ciudad. Según estimaciones del ayuntamiento, con su apertura, surgirán hasta 23.000 nuevos empleos.

«Sin embargo, no es oro todo lo que reluce» explica Davidson. «Concebido a raíz de la recesión de 2008 y ejecutado durante el auge que siguió, esta megalópolis se abre ante un futuro preocupante. El mercado de lo ‘ultra lujoso’ está decayendo, y veremos si Hudson Yards podrá resistirlo. Se abre un centro comercial carísimo cuando las tiendas están cerrando en toda la ciudad… pero quizá todas esas vicisitudes y contingencias no importan mucho una vez que los edificios estén en funcionamiento. La confluencia de la historia, la política y el dinero ha dado lugar a una acrópolis del capitalismo global».

La candidatura fallida a los Juegos Olímpicos de 2012 fue la que sembró el terreno

«¿Se está deslizando Nueva York lentamente hacia el olvido?» se cuestiona el periodista. «Quizá esta especie de nave espacial flotando en medio de la calle que será Hudson Yards sea su salvación. Aquellos que se sientan rechazados, los marginados, jamás pondrán un pie ahí. Este lugar se encontrará ajeno, mientras el resto de la ciudad avanza, perpetuamente descontenta. De lo que es la realidad solo llegarán los sonidos de las sirenas de policía a la fiesta del piso 101». Sin duda una escalofriante visión de lo que podría ser ‘Blade Runner’: a nadie decente se le ocurriría vivir en la parte de abajo.

Hudson Yards no necesitará camiones de basura, tendrá su propia red de comunicaciones con fibra óptica (incrustada en la plataforma de los edificios y conectándolos todos) para que las comunicaciones internas sean más rápidas, sus propios generadores que producirán electricidad y, por supuesto, su propia aplicación privada para que los residentes hagan reservas en salas de fiestas o restaurantes. He aquí el futuro, por lo menos para los que pueden permitírselo.

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