La caricaturista venezolana Rayma sabe bien que las dictaduras no tienen humor
EFE
La caricaturista venezolana Rayma Suprani, exiliada porque los «regímenes dictatoriales no tienen sentido del humor», afirma que en Miami se siente «más útil» para ayudar a sus compatriotas, a los que literalmente les ha dado su corazón.
Rayma, como la conocen los venezolanos por los 19 años en los que hizo caricatura y humor gráfico para el diario El Universal, diseñó en 2014 un corazón como «concepto positivo de la venezolanidad».
Aquel dibujo se hizo viral y ahora se ha transformado en una pieza de arte en serie con ayuda de una empresa de diseño de propiedad de la también venezolana María Eugenia Ulivi y sus socios, con la que espera recaudar fondos para la fundación + is More, que se encarga de proporcionar leche y fórmulas lácteas para recién nacidos en Venezuela que no pueden ser amamantados por sus madres.
El jueves 7 de marzo los corazones de Rayma, que buscan unificar a los venezolanos en un mismo latido, serán entregados a personas e instituciones que han sido «incondicionales» a la causa de la libertad en Venezuela, dicen Rayma y Ulivi a Efe.
Además se podrán a la venta para que + is More tenga más ingresos y pueda mandar más de las 20 o 30 cajas al mes con latas de leche que ahora envía a Venezuela y ayudar así a más niños.
Rodeada de estos corazones con los colores y las estrellas de la bandera venezolano hechos en acrílico y con el mismo diseño estampado en la camiseta que lleva puesta, esta venezolana de origen italiano habló sobre su país, su oficio y la igualdad de la mujer, entre otros temas.
A su juicio, es innegable que ha habido cambios en el terreno de la igualdad de género, aunque «todavía el machismo impera y a veces el feminismo se comporta como un machismo generado por mujeres».
Rayma cree que «no hay un equilibrio real» y que la libertad en la educación y «la no imposición de roles sociales» pueden ayudar a alcanzarlo.
El mejor mensaje para las niñas es que «sean ellas mismas» y a las mujeres les dice: «tenemos que darnos la oportunidad de ejercer y asumir con valentía y profesionalismo las nuevas áreas que nos están esperando».
Cuando piensa en los cambios en el mundo femenino se acuerda de su abuela, que «con seguridad hubiera sido invitada a visitar el manicomio» si «se hubiera hecho caricaturista, fuera librepensadora y no se hubiera casado ni tenido hijos».
Dibujar la destrucción
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se acerca, pero otra fecha, la de hoy, 5 de marzo, le trae recuerdos a Rayma, pues es el sexto aniversario de lo que define como la «muerte decretada» del presidente venezolano Hugo Chávez.
La caricaturista, un «oficio» en el que hay muy pocas mujeres, recuerda lo mucho que le costó crear el dibujo de El Universal para el día 6, porque «hacer caricatura en paralelo de la Historia de un país tiene una responsabilidad».
En su celular muestra la fotografía: simplemente un rey de ajedrez de color rojo, caído como en un jaque mate.
Haber «deconstruido» la firma de Chávez para convertirla en un electrocardiograma con el que ilustrar la crisis del sistema de salud en Venezuela le costó el despido de El Universal.
Perdió su empleo, tenía problemas con la Fiscalía por sus caricaturas, recibía insultos y amenazas, incluso de muerte. Todo eso hizo que dejara Venezuela. «Me fueron», dice Suprani.
«La caricatura es el termómetro de la libertad de un país», afirma esta mujer de 49 años, que estudió periodismo para equilibrar su capacidad de comunicación, que hasta entonces tenía que ver casi exclusivamente con lo gráfico.
Rayma afirma que ha sido «muy duro» haber tenido que dibujar a diario «los 20 años de destrucción» que ha supuesto el chavismo para Venezuela, un país que a su juicio está «en guerra», una guerra no convencional pero con el mismo resultado: «la fatalidad del pueblo».
«Una sociedad que no puede mantener la estabilidad, la seguridad, la salud y la vida de un niño está rota», dice con aplomo.
Ahora que es su propia editora, pues publica sus obras en su web, se siente más libre y más útil, porque su trabajo político está ahora vinculado a la solidaridad.
«La caricatura tiene una fuerza increíble, tiene mucho poder, de ahí la responsabilidad», subraya.
Ante la situación actual de Venezuela siente un «optimismo realista» y cree que si se produce el cambio habrá «mucho por hacer» y todos los que están afuera querrán «regresar y aportar cosas».
Venezuela es un «narcoestado donde la criminalidad impera y hay una sociedad civil respetuosa que ha decidido salir de ellos desde el plano de la civilidad».
«Contraponer civilidad a criminalidad es un partido que no sabemos cómo va a terminar», señala. EFE
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