Cámara de Diputados de Bolivia aprobó la convocatoria a nuevas elecciones
EFE
La ley de urgencia que busca acelerar la convocatoria de elecciones en Bolivia dio este sábado pasos en el Parlamento hacia ese ansiado objetivo, con el sobresalto de un intento del partido de Evo Morales para dotarle de impunidad.
Las Cámaras de Senadores, primero, y de Diputados, donde seguía el debate entrada la noche, se esforzaron para que lo antes posible pueda salir del Parlamento una ley de consenso entre la mayoría del partido de Morales y la oposición que apoya al Gobierno interino de Jeanine Áñez.
Los avances en la ley electoral
El texto salió del Senado con la unanimidad entre el Movimiento al Socialismo (MAS) y la oposición integrada por Unidad Demócrata, la formación por la que era senadora Áñez antes de asumir el poder, y el Partido Demócrata Cristiano.
El MAS, con mayoría de dos tercios en la Asamblea Legislativa, y la oposición se han conjurado para que la ley contente a todos con tal de iniciar cuanto antes el proceso hacia unos nuevos comicios.
Este espíritu se mantenía cuando en la noche la Cámara de Diputados aprobaba «en grande» el proyecto de ley, para pasar a debatirlo en detalle, artículo por artículo, que es donde puede surgir algún obstáculo.
El principal escollo podría aparecer en cuanto a las candidaturas que se podrán presentar, pues paradójicamente el Parlamento boliviano aún no ha cerrado el formulismo de pronunciarse sobre al carta de renuncia presentada por Morales, asilado en México.
Aunque todos dan por hecho que no volverá a presentarse y así lo ha dicho el que fuera su vicepresidente, Álvaro García Linera, que le acompaña en México, la oposición quiere dejar bien claro que nadie vuelva a intentar seguir en el poder por encima del límite constitucional de dos mandatos seguidos.
Evo Morales fue elegido para un cuarto periodo seguido en los comicios del pasado 20 de octubre, cuyo primer punto en esta ley en trámite es anularlos.
El sobresalto de la impunidad
Todo transcurría con esa voluntad de consenso cuando de repente una senadora del MAS, Sonia Chiri, presentaba por sorpresa una propuesta para que sean inmunes a las leyes Evo Morales, todos las autoridades que nombró y quienes se manifestaron a su favor en este más de un mes de conflicto en Bolivia.
La senadora quechua, una comunicadora social conocida por programas culturales para comunidades indígenas, denuncia la «vulnerabilidad» en que se encuentran todos ellos y sus familias, por lo que «requiere de acciones inmediatas del Estado» para protegerlos.
La iniciativa surge un día después de que el Gobierno provisional de Áñez denunciara ante la Fiscalía a Morales y el que fuera su ministro de Presidencia Juan Ramón Quintana, en paradero desconocido, acusándolos de terrorismo y sedición por supuestamente instar a actos violentos en Bolivia.
«No voy a promulgar esa ley», advertía la presidenta interina, de forma contundente desde el palacio de Gobierno poco después de que Chiri presentara su proyecto de ley en el vecino Parlamento.
Esta ley «de la impunidad no debe ser aprobada» porque su Ejecutivo provisional «no perseguirá a ningún dirigente político, sindical o cívico», solo a «aquel que ha cometido delitos y se ha burlado de la ley y ha cometido abusos», sentenciaba.
«No vamos a participar escribiendo una historia de infamia», exclamaba categórica Áñez en un breve discurso a la nación.
La mesa de diálogo
Jeanine Áñez se levantaba de la mesa en la que compareció ante las Cámaras para sentarse a continuación en otra, la del diálogo.
El claustro del palacio de Gobierno se llenaba de representantes de la sociedad boliviana y de organismos internacionales en una larga mesa de diálogo, un término que por fin se empieza a escuchar en el profundo conflicto que atraviesa Bolivia.
Eso sucedía en La Paz mientras en la vecina ciudad de El Alto, una de las más castigadas por la violencia, también en la calle se sentía el espíritu de caminar hacia la paz.
Campesinos, comerciantes, juntas vecinales, líderes civiles, religiosos y gremiales dejaron a un lado las confrontaciones y se agruparon no para marchar, sino para pedir la unidad de Bolivia y dar el paso inicial a la pacificación del país.
Al grito de ¡Jallalla Bolivia!, en aimara y quechua, y ¡Viva Bolivia!, se celebraba un cabildo «Por la paz de Bolivia» entre banderas blancas.
Bolivia lleva sumida en un grave conflicto desde el día después de las elecciones del 20 de octubre, cuando comenzaron las denuncias de un fraude a favor de Evo Morales, que fue proclamado después vencedor para un cuarto mandato consecutivo.
El pasado 10 de noviembre la Organización de Estados Americanos advirtió en un informe graves irregularidades en los comicios y Evo Morales anunció su renuncia, forzado por las Fuerzas Armadas, para al día siguiente salir a México, donde está asilado.
La renuncia es calificada de «golpe de Estado» por varios Gobiernos y políticos latinoamericanos.
Otros países han reconocido al Ejecutivo interino de Jeanine Áñez, que asumió el poder el pasado 12 de noviembre, y parte de la comunidad internacional ha instado al diálogo sin pronunciarse sobre la crisis política.
La violencia en el país desde hace más de un mes deja al menos 32 muertos y más de 800 heridos, según la Defensoría del Pueblo.