La caída del petróleo fuerza a los países productores a subir el precio del carburante
Paris, Francia | AFP | La caída de la cotización del petróleo está obligando a los países productores a reducir su gasto público y en particular sus subvenciones a los carburantes, una decisión delicada que puede tener consecuencias políticas.
Los Emiratos Árabes Unidos, uno de los productores de petróleo más importantes del mundo, decidió el miércoles liberalizar a partir de agosto los precios de la gasolina y del diesel coincidiendo con el bajo precio del barril, que se mueve alrededor de los 50 dólares.
Con esta medida el gobierno espera ahorrar miles de millones de dólares en un país donde la gasolina cuesta unos 0,50 dólares estadounidenses el litro y el diésel 0,64.
«En la región del Golfo es el único país que se ha atrevido a ir tan lejos (…) y en la zona Opep [Organización de Países Exportadores de Petróleo] estas medidas son una excepción», explica el analista Pierre Terzian, director de Petrostrategies.
La decisión de los Emiratos no sólo responde a la coyuntura a corto plazo sino que es también una manera de preparar el futuro energético del país y desarrollar las energías renovables.
«Los cuatro países —Venezuela, Libia, Irán y Argelia— que tienen los carburantes para automóviles más baratos del mundo son de la Opep», explica Pierre Terzian.
Todos ellos toman medidas para que los precios de los carburantes se mantengan bajos. Pero en los últimos meses, forzados por la caída del crudo, algunos de ellos han cambiado de política y han disminuido o incluso eliminado las subvenciones.
En enero, Kuwait empezó a vender keroseno a precio de mercado pero mantuvo las subvenciones para la gasolina. Bahréin y Omán también han anunciado que reducirán las subvenciones a sus productos petroleros.
El gobierno de Irán suprimió por su parte a finales de mayo la cuota de 60 litros subvencionados que beneficiaba a algunos automovilistas e impuso el mismo precio para todo el mundo.
El mes pasado Angola decidió reducir sus subvenciones a los carburantes, que hasta entonces representaban 4.000 millones de dólares al año.
– «Revisión» de precios en Venezuela –
Pero estas medidas pueden ser costosas política y socialmente, sobre todo en países más pobres que los del Golfo Pérsico.
En 2013, la decisión de Sudán de eliminar las subvenciones a los carburantes provocó manifestaciones, duramente reprimidas por el régimen. Lo mismo pasó en Nigeria en 2012, cuando el entonces presidente Goodluck Jonathan tuvo que volver a instaurar parcialmente las subvenciones por las protestas.
En Venezuela, donde la distribución de carburantes es un monopolio del Estado, los precios de venta son inferiores al coste de producción y de comercialización.
El presidente Nicolás Maduro, igual que su predecesor Hugo Chávez, siempre se ha negado a subir los precios, aunque desde que empezó la crisis económica ha hablado de una posible «revisión» de los precios de la gasolina, todavía sin concretar, anunciada en una campaña de prensa y televisión .
En Argelia el gobierno también está pensando en suprimir las subvenciones frente a la caída de los ingresos del petróleo y podría aumentar los precios o limitar el consumo de carburante subvencionado, cuyo bajo precio favorece además el tráfico ilegal hacia Marruecos o Túnez.
Sin embargo, según el analista Pierre Terzian, la cuestión de las subvenciones no tiene que convertirse en un «dogma». «Hay que encontrar un nivel de precios que no hipoteque el poder adquisitivo de la población ni afecte a la competitividad de la economía pero que, al mismo tiempo, no empuje a la gente a malgastar» carburante, afirma.
Además, según Terzian, los precios demasiado bajos hacen aumentar el consumo «reduciendo las posibilidades de exportar petróleo y gas y, en consecuencia, reduciendo los ingresos del país».