La Biblioteca Vaticana se proyecta al futuro con la digitalización
EFE | Foto: Referencial
Dentro de los muros vaticanos, entre frescos renacentistas y con cientos de años de recorrido, la Biblioteca Vaticana busca adaptarse a los tiempos modernos y sigue un proceso de digitalización con el que ya ha llevado al espacio virtual un tercio de sus más de 80.000 valiosos manuscritos.
La «biblioteca del Papa», una de las más antiguas del mundo, con raíces a mediados del siglo XV, acumula un vasto patrimonio con documentos antiguos que atestiguan la historia de la humanidad y, según señala a EFE su bibliotecario, Angelo Zani, «está abierta» a todo estudioso, como parte de una política que el papa León XIII estableció en 1880.
«Tenemos entre 5.000 y 6.000 estudiantes que solicitan venir a la biblioteca anualmente», y pese a la digitalización iniciada hace 12 años, que dio acceso a muchos documentos en la red, los académicos siguen acudiendo a una biblioteca que, lejos de ser una reliquia del pasado, es un lugar de estudio activo.
«Hasta ahora hemos digitalizado en torno a un tercio de los 80.000 manuscritos» y el objetivo es alcanzar «la total digitalización», dice Mauro Mantovano, prefecto de la biblioteca. Estos documentos se almacenan en un búnker bajo el suelo, con estricta seguridad y unos niveles de humedad y de temperatura concretos para su conservación.
Entre el patrimonio hay pergaminos y obras con documentos que atañen a Galileo, textos de Dante, cartas originales del caso de Martín Lutero, el manuscrito entero más antiguo que se conserva de la Biblia, un papiro del siglo III con partes de los Evangelios, textos árabes y de época islámica o documentos de Asia Oriental que son testimonio del extenso legado histórico de países como la China.
El centro también cuenta con más de un millón y medio de libros, muchos incunables, además del Medallero Vaticano, una colección con más de 300.000 medallas y monedas -las más antiguas se remontan al siglo VII a.C.- que «es la más importante del mundo», destaca Zani.
«Hay otras cosas extraordinarias, como 150.000 piezas gráficas, con bocetos de artistas que hicieron grandes obras como Miguel Ángel, Rafael o Botticelli», junto a documentos de filosofía, teología, ciencias y medicina antigua o antiguos mapas que ilustran cómo se percibía la geografía del planeta en tiempos pasados, remarca el bibliotecario.
Según Mantovano, la Biblioteca Vaticana quiere exprimir al máximo el potencial de todos sus documentos «con las nuevas tecnologías digitales y las opciones que ofrece la Inteligencia Artificial».
«Hay proyectos muy interesantes, como el uso de las máquinas para reconocer imágenes», lo que acelera pesquisas o el inventariado. «El ordenador investiga, compara y reconoce impresiones o firmas, lo que ayuda a descubrir a quién pertenecía el volumen», cuenta el Prefecto, responsable de la gestión diaria de la biblioteca.
«La digitalización ha sido un trabajo muy complejo, técnico y científico de difícil realización, y se temía que los académicos dejaran de venir, pero vemos que lo siguen haciendo y son más jóvenes. Hemos bajado la media de edad», asegura Zani.
Todo ello, remarca, hace que la biblioteca no sea sólo «un lugar para almacenar documentos», sino un centro que «diseña una estrategia para el futuro» y se proyecta hacia el siglo XXI.
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