Juan Carlos I no se queja de su situación y piensa en su entierro, según libro - 800Noticias
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EFE

El rey emérito pasa su tiempo en Abu Dabi repasando la actualidad española, sin quejarse de su situación, con un aspecto mejorado aunque dice pensar en su entierro, según un libro sobre su figura que salió a la venta este miércoles en Francia.

Escrito por Laurence Debray, hispanófila e hija del famoso filósofo y autor Regis Debray, el libro «Mi rey destronado» comenzó a gestare en 2014 pero dio un giro radical en 2020, con la salida de Juan Carlos de España ante los crecientes escándalos por sus manejos financieros.

Tras haber tenido algunos contactos con Juan Carlos desde 2014, Debray asegura haber mantenido conversaciones telefónicas con el emérito en el otoño de 2020 y haber intercambiado algunos mensajes por WhatsApp durante el confinamiento, antes de haberle hecho una visita a Abu Dabi la pasada primavera.

El libro no es obra de alguien neutral, ya que la propia Debray reconoce reiteradamente su admiración por el monarca emérito, y juzga clave su actuación en la transición democrática o en el fracaso del intento de golpe de Estado militar de 1981.

Así, en ningún momento aparece que le pregunte a fondo por los motivos que lo llevaron a dejar el país. En cambio, la autora, aunque recuerda «sus cuentas en Suiza», afirma que el rey emérito «no ha cometido un delito penal, un homicidio, un robo, una violación».

En este sentido, la autora narra que el rey emérito «aceptó un regalo difícil de rechazar de parte del rey de Arabia Saudí» (la donación de 65 millones de euros), igual que viajes en avión o una tarjeta de crédito de familiares o amigos generosos.

El rey emérito salió de España en agosto de 2020 para instalarse en los EUA ante la catarata de informaciones e investigaciones de fiscalías en Suiza y España sobre sus actividades financieras.

El Ministerio Público español mantiene abiertas tres investigaciones sobre el rey emérito, igual que la Agencia Tributaria, después de que Juan Carlos pagara en febrero cerca de 4,4 millones de euros (unos 5,3 millones de dólares) para saldar una deuda con la Hacienda española.

En las 268 páginas de la obra, Debray no oculta su admiración por el protagonista de su obra, surgida por su papel en la Transición y su interés en Latinoamérica por sus orígenes familiares: su madre es la intelectual venezolana Elizabeth Burgos y su padre fue amigo de Fidel Castro y de François Mitterrand, y fue detenido junto al Che Guevara.

MI REY

Y esa admiración se mantiene, a pesar de «sus extravíos, sus negocios, sus amantes o su vejez».

Por ello, la autora denomina a Juan Carlos I en numerosas ocasiones como «mi héroe», «mi rey» o «mi rey destronado».

De hecho, muestra su decepción por la forma en que el rey emérito acepta su marcha del país sin mostrarse más combativo contra los que le atacan o critican en España.

Describe cómo en su encuentro personal, la pasada primavera en Abu Dabi, parecía «un turista estadounidense», vestido con un polo blanco, chaqueta ligera, pantalón de lona y tenis negros.

Sobre todo, tenía la cara menos hinchada que antes por los medicamentos y presentaba un buen aspecto. «He perdido doce kilos», señala Juan Carlos I.

El emérito pasa buena parte de su tiempo siguiendo las noticias de España y manteniendo el contacto con los pocos amigos que le siguen siendo fieles, aunque habla «con un cierto pudor» de los que le han abandonado, incluso algunos «que le deben fama y fortuna»

En la conversación, «la amargura no transpira jamás de sus palabras. No se queja de nada. Constata, resignado».

¿Por qué dejó España? «Aquí no molesto a la Corona», responde, además recalcar que «recibía muchas presiones».

«Mi rey termina así su carrera de ‘libertador’ como evasor fiscal», escribe Debray.

Aún así, insiste, de nuevo defensora, en que «nuestra sociedad cotilla y acusadora juzga más rápido que la Justicia. Sin matices ni ponderación».

Debray destaca que Juan Carlos I «es un rey destronado, pero sobre todo un padre repudiado», en una Casa Real que con Felipe VI busca ser «virtuosa y meticulosa para borrar mejor el laxismo y la permisividad de su padre.

El libro termina con un breve diálogo entre Debray y el rey emérito, justo tras los funerales del duque de Edimburgo, en abril pasado, que dejaron «muy conmovido» al protagonista.

– «Ha sido soberbio, muy emotivo y elegante».

– «También se entierra bien en España».

– «El entierro de mi padre fue muy bonito. Ahora, debo pensar en el mío».

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