José Sacristán: «La cultura no está en la agenda de los políticos»
EFE
El actor José Sacristán lleva más de dos años sobre el escenario con «Señora de rojo sobre fondo gris», pero aunque España es el único país que ha mantenido los teatros abiertos tras el confinamiento por la pandemia, no cree que la cultura «esté en la agenda de los políticos».
«Quiero aprovechar para darle las gracias al público. Su deseo de volver al teatro es conmovedor», pero no considera que mantener las salas abiertas sea un «apoyo» a la cultura, dice horas antes de regresar al Teatro Bellas Artes de Madrid con «Señora de rojo sobre fondo gris».
El actor no cree que haya un particular interés por la cultura por parte de los responsables políticos, salvo «honrosísimas excepciones, la cultura no está en su agenda. Pero todo aquello que se haga por ella y por la educación, que es la base de todo, será poco», ha señalado en una entrevista a Efe.
José Sacristán (Madrid, 1937) es todas las piezas del ajedrez en una: siempre en primera línea como un peón; directo como un alfil; listo para descubrir nuevos horizontes desde la torre; ágil como un caballo; sensible y decidido como una dama; el rey de la escena, con una voz capaz de resonar como una caja de truenos y de provocar la carcajada más sonora.
Ni su porte, ni su mirada, ni la intensidad de su discurso permiten recordar sus 83 años, «son los ajos de mi pueblo», dice con sorna, cuando se hace referencia a su vitalidad.
«Voy pasando por la vida con la cordialidad que me permite la madre naturaleza, un privilegio que disfruto y agradezco», a pesar de las perdidas que conlleva.
No piensa en la retirada aunque señala que encontrar un texto a la altura del que representa será difícil y es «sensato pensar que cuando termine pasaré más tiempo en casa», dice sin olvidar que su compromiso con la obra continua hasta finales de 2022.
Aunque advierte que mientras tenga «lucidez y posibilidades» seguirá «jugando a hacer creer a otros que soy quien no soy y a rescatar al crío que uno fue al inicio de este trabajo».
Reconoce que tiene el privilegio de poder elegir aunque no tiene predilección por una «cosa u otra», y así sigue preparando proyectos como el homenaje al escritor, actor y director de cine, Fernando Fernán Gómez, del que se celebra este año el centenario de su nacimiento, o con lecturas dramatizadas como la de hace unos días durante la celebración del Día del Libro.
Sacristán lleva dos años y medio sobre el escenario con «Señora de rojo sobre fondo gris», la obra de Miguel Delibes, un retrato autobiográfico, homenaje a su esposa, la mujer de su vida y madre de sus siete hijos, Ángeles de Castro, fallecida a los 48 años.
Una absoluta declaración de amor, a pesar de que el actor reconoce que «hay una constante en las limitaciones de la manifestación de afecto por parte de la masculinidad», pero señala que sería temerario por su parte hacer una generalización.
«Soy de Castilla como Delibes y siempre andamos reservándonos. Estamos en un ir y venir de sentimientos. Aunque en la obra prevalece una declaración de amor, en la que memoria el amor se enfrenta a la propia muerte».
Interpretar esta historia, cuya adaptación firma Sacristán junto al productor y director José Sámano e Inés Camiña, no le ha hecho sentirse un intruso al ponerse en la piel del escritor.
«El pudor lo manifestó Delibes al protegerse con un personaje de ficción. Me queda la confianza que me ha dado la autorización de la familia y recordar las conversaciones con él, a propósito de los amores, los desamores y las ausencias», ha dicho el actor que cree que el escritor aprobaría la puesta en escena de su obra.
Asegura que no es de los que se lleva el personaje a casa, y a pesar de su vinculación con el texto vive y lo disfruta sin que nada le conduzca a otro territorio.
A pesar de que en su trayectoria y su trabajo se fija una nueva hornada de intérpretes, no se siente ni quiere ser referente de las nuevas generaciones de actores. «Quiero estar vivo y seguir aprendiendo», pues considera que la experiencia y la profesionalidad no son definitivas.
«Lo mejor que me ha podido pasar es trabajar al lado de gente joven, que tiene talento y coraje, intercambiar con ellos ideas y experiencias», porque considera emocionante advertir que las diferencias entre generaciones son mecánicas a la hora de encarnar un personaje, pero la constante es la misma «el amor a este trabajo y de contar historias».