Jornada de 40 o 41 horas de trabajo es el tema que centra el debate político en Chile - 800Noticias
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EFE

Dos proyectos de ley de reforma laboral, uno impulsado por el Partido Comunista (PC) y otro por el Gobierno, centran estos días el debate político del país, sobre todo en un aspecto, el del número de horas de la jornada semanal: 40 en el primer caso y 41, como promedio, en el segundo.

El proyecto del PC que busca reducir la jornada laboral semanal de 45 a 40 horas, ingresado en el Congreso el 8 de marzo de 2017 por la diputada Camila Vallejo, recorría silenciosamente su cauce hasta que el pasado 24 de julio la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados lo aprobó en sus términos generales.

Tras ese visto bueno, el tema saltó a la palestra mediática y condujo al Ejecutivo a ordenar unos días después de «suma urgencia» al tratamiento en el Congreso de su propio proyecto de ley de reforma laboral, presentado en mayo de este año, y a anunciar una indicación que estipula una jornada semanal promedio de 41 horas.

Además, desde el Gobierno se calificó el proyecto del PC como «inconstitucional», porque a su juicio supone irrogar gastos públicos y los proyectos de ley de esa naturaleza han de ser de iniciativa del presidente del país.

El ministro de Trabajo de Chile, Nicolás Monckeberg, dijo que el Gobierno siempre fue partidario de rebajar la jornada laboral, pero que «hay dos formas de hacer una reducción: manteniendo toda la rigidez o introduciendo flexibilidad laboral».

«Nuestro proyecto es responsable porque respeta la Constitución y porque crea empleos a través de medidas como la flexibilidad laboral. En cambio, el proyecto del PC mantiene la rigidez y sube en forma brusca un 12 % los costos de la contratación», dijo Monckeberg.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, defendió este lunes que su proyecto «apunta a tener jornadas más cortas» y también a dar «más libertad y más flexibilidad para que las personas puedan acomodar el mundo del trabajo al de la familia, la cultura, el deporte o lo que quieran hacer en su tiempo libre».

El PC ha centrado sus esfuerzos en explicar que, a diferencia de su proyecto, las 41 horas semanales que propone el Gobierno lo son en promedio y que, por tanto, los trabajadores no van a tener garantizadas un máximo de 41 horas a la semana, sino que puede haber semanas que trabajen más de 45 horas a la semana para compensar otras en las que trabaje menos.

«Con esta supuesta reducción de jornada laboral lo único que busca en estas 41 horas promedio es poner a los trabajadores con más tiempo a disposición de los empresarios», dijo Vallejo en la prensa local, añadiendo que el proyecto del Gobierno no supone flexibilización sino precarización.

El ministro de Economía del país, Juan Andrés Fontaine, defendió que a diferencia del proyecto del PC, el proyecto gubernamental «combina la reducción de la jornada con la flexibilidad necesaria para que las empresas encuentren cómo ocupar mejor el tiempo en el cual los trabajadores pueden ser más productivos».

«No me parece precarizar el darle más opciones a los trabajadores», agregó.

Sobre la posibilidad de fusionar los dos proyectos, la senadora Jacqueline van Rysselberghe, presidenta de la presidenta de la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido que forma parte de la coalición oficialista Chile Vamos, dijo que no es posible y que no ve «por qué el Gobierno tiene que ponerse de rodillas ante los comunistas cuando tiene un proyecto que contiene exactamente lo que quiere la gente».

El proyecto del Gobierno se encuentra en el Senado, mientras que el del PC ha de verse ahora artículo por artículo en la Comisión de Trabajo, ser sometido a votación en el pleno de la Cámara de Diputados y, se ser aprobado, pasaría al Senado.

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