Javier Bardem enamora al Festival Lumière de Lyon
EFE
El actor español Javier Bardem embelesó este lunes al Festival de cine Lumière de la ciudad francesa de Lyon con una divertida clase magistral en la que hizo un repaso a su carrera y a su vida ligada al séptimo arte, contando numerosas anécdotas de la larga lista de películas en las que ha participado.
Las trescientas personas que abarrotaron el cine teatro Comédie Odéon, entre las que se encontraban los directores españoles Juan Antonio Bayona y Fernando León de Aranoa, así como la actriz noruega Liv Ullmann, se rindieron ante el humor con el que narró durante hora y media sus peripecias cinematográficas.
Bardem comenzó hablando de su infancia y confesó que había sido un estudiante «malo, horrible, muy rebelde contra la escuela», que sólo aprobaba inglés y dibujo.
«Años más tarde me di cuenta que era un espíritu inquieto y combativo, algo que en mi época estaba condenado al ostracismo y al castigo», afirmó.
Recordó su primer papel a los 5 años en una serie de televisión en la que participaba como actriz su madre, Pilar.
De su familia, repleta de cineastas, rindió homenaje a su tío el director y guionista Juan Antonio Bardem, fallecido en 2002, al recordar que estuvo en la cárcel durante el régimen de Franco y que «luchó mucho por la libertad de expresión».
De él aprendió «la constancia y la valentía», al tener su tío que «defender sus ideas sabiendo que iba a ser golpeado por ello», explicó, para añadir que el apellido Bardem «fue perseguido con dureza al final del franquismo y durante la transición».
Su vida cambió con el encuentro con Bigas Luna, al que calificó de «papá Bigas», «mucho más que un director de cine» en su vida, que le llevó a «Las edades de Lulú» (1990), «Jamón jamón» (1992) y «Huevos de oro» (1993).
«Siempre digo que cuando rodamos ‘Jamón, jamón’, Penélope (Cruz) tenía 16 años, Jordi (Mollá) y yo 21. Si tan jóvenes hubiéramos tenido a un director que nos hubiera tratado de otra manera, posiblemente hoy no estaríamos aquí. Nos hizo a los tres amar el trabajo», aseguró del director, fallecido hace cinco años.
El segundo cineasta que, confesó, marcó también su carrera fue Julian Schnabel, al ofrecerle el papel del poeta cubano Reinaldo Arenas en «Antes que anochezca» (2000), que le dio «voz en inglés» y por el que obtuvo la primera nominación al Oscar.
De sus trabajos en España destacó «Los lunes al sol» (2002), de León de Aranoa, y «Mar adentro» (2004), de Alejando Amenábar.
También tuvo palabras para directores como Woody Allen que le dirigió en «Vicky Cristina Barcelona» (2008), con quien volvería a trabajar «ahora mismo», pese a haber sido acusado de abusos sexuales.
Durante el rodaje de «No es país para viejos» (2007), de los hermanos Cohen, sufrió «la mayor humillación» de su carrera: Además del imposible corte de pelo a lo tazón que tuvo que llevar durante cuatro meses, el actor contó que se tuvo que pasear todo el día con una red en la cabeza para mantener el peinado intacto.
«En Texas la policía me paró tres días seguidos cuando iba en un coche hacia el plató y siempre me preguntaban que quién era y que por qué llevaba eso en la cabeza», relató.