«It must be heaven» de Suleiman cierra en alto la competición del Festival de Cannes
EFE
Una reflexión sobre la identidad y la pertenencia a una nación pasada por el particular humor de Elia Suleiman. Eso es «It must be heaven», la película que cerró este sábado, con brillantez, la competición oficial del 72º Festival de Cannes.
El cineasta palestino dirige y protagoniza una película muy bien recibida en el festival con la que pretende mostrar que «el mundo es un microcosmos de Palestina» y en la que quiere que el espectador se plantee una única pregunta: ¿Dónde podemos sentirnos en casa?.
Suleiman se interpreta a sí mismo en un personaje silente -dice exactamente tres palabras en toda la película- en un viaje que comienza en Palestina, para seguir después en París y Nueva York, antes del regreso a casa.
Con el humor casi absurdo que le caracteriza, en esa mezcla de Buster Keaton con el cine del sueco Roy Andersson y hasta toques del surrealismo del primer Emir Kusturica y de los cuentos del israelí Isaac Bashevis Singer, Suleiman lanza su particular mirada al mundo desde una distancia calculada.
Y lo hace centrándose en «instantes banales y desfasados» que muestra la intimidad, «historias personales y humanas que, por un proceso de identificación, plantean preguntas y suscitan esperanza», en palabras del realizador.
Situaciones ordinarias de individuos que viajan en un mundo afectado «por un clima de tensiones geopolíticas planetarias» y en el que la violencia que se vive en un lugar es comparable a la de cualquier otro punto.
Suleiman observa la realidad que le rodea, que muestra con escenas coreografiadas en las que la repetición de movimientos y la música son los elementos que utiliza para imprimir ritmo a las escenas, muchas de las cuales carecen de más personajes que él mismo.
Las vacías calles de París o de Nueva York contribuyen a resaltar «la poesía del silencio, que está en el corazón del lenguaje cinematográfico».
Una película que quiere subrayar la violencia del mundo en el que vivimos a través de ese silencio y de la omnipresencia de un observador que se fija en los detalles más pequeños que pueden ofrecer el contrapeso a la violencia.
Y frente a la alta calidad del cine de Suleiman, hoy se presentó también en la competición de Cannes «Sibyl», de Justine Triet, una entretenida comedia con poco nivel para optar a los premios de la 72ª edición de Cannes.
Dos películas que cerraron una sección oficial de la que saldrá la ganadora de la Palma de Oro, un premio que esta noche anunciará el jurado, presidido por Alejandro González Iñárritu.
Pedro Almdóvar, Bong Joon-Ho, Terrence Malick, Céline Sciama, Ken Loach o Quentin Tarantino son algunos de los cineastas que están en liza para hacerse con alguno de los premios del palmarés.