Investigan el desarrollo de vacunas contra siete tipos de cáncer - 800Noticias
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Los investigadores han desarrollado una nueva forma de aumentar significativamente la potencia de casi cualquier vacuna usando la química y la nanotecnología para cambiar la ubicación estructural de los adyuvantes y los antígenos de una vacuna a nanoescala, lo que aumenta enormemente su rendimiento, según publican en la revista ‘Nature Biomedical Engineering’.

Los científicos del Instituto Internacional de Nanotecnología (IIN) de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) utilizaron la química y la nanotecnología para cambiar la ubicación estructural de los adyuvantes y los antígenos en y dentro de una vacuna a nanoescala, lo que aumentó enormemente el rendimiento de la vacuna. El antígeno se dirige al sistema inmunitario, y el adyuvante es un estimulador que aumenta la eficacia del antígeno.

«El trabajo demuestra que la estructura de la vacuna, y no sólo sus componentes, es un factor crítico para determinar su eficacia –afirma el investigador principal Chad A. Mirkin, director del IIN–. Dónde y cómo colocamos los antígenos y el adyuvante dentro de una misma arquitectura cambia notablemente la forma en que el sistema inmunitario la reconoce y procesa».

Este nuevo énfasis en la estructura tiene el potencial de mejorar la eficacia de las vacunas convencionales contra el cáncer, que históricamente no han funcionado bien, apunta Mirkin.

Hasta la fecha, el equipo de Mirkin ha estudiado el efecto de la estructura de las vacunas en el contexto de siete tipos distintos de cáncer, entre ellos el cáncer de mama triple negativo, el cáncer de cuello de útero inducido por el papilomavirus, el melanoma, el cáncer de colon y el cáncer de próstata, con el fin de determinar la arquitectura más eficaz para tratar cada enfermedad.

En la mayoría de las vacunas convencionales, el antígeno y el adyuvante se mezclan y se inyectan al paciente. No hay control sobre la estructura de la vacuna y, en consecuencia, el control sobre el tráfico y el procesamiento de los componentes de la vacuna es limitado. Por lo tanto, no hay control sobre la eficacia de la vacuna.

«Uno de los problemas de las vacunas convencionales es que, de esa mezcla, una célula inmunitaria puede captar 50 antígenos y un adyuvante, o un antígeno y 50 adyuvantes –explica Michelle Teplensky, autora del estudio y antigua asociada postdoctoral de Northwestern y ahora profesora adjunta en la Universidad de Boston–. Pero debe haber una proporción óptima de cada uno que maximice la eficacia de la vacuna».

Los SNA (ácidos nucleicos esféricos) son la plataforma estructural, inventada y desarrollada por Mirkin, utilizada en esta nueva clase de vacunas modulares. Permiten a los científicos determinar exactamente cuántos antígenos y adyuvantes se administran a las células.

también permiten a los científicos adaptar la forma en que se presentan estos componentes de la vacuna y la velocidad a la que se procesan. Estas consideraciones estructurales, que influyen enormemente en la eficacia de las vacunas, se ignoran en gran medida en los enfoques convencionales.

Las vacunas desarrolladas mediante «vacunología racional» ofrecen una dosificación precisa para lograr la máxima eficacia.

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