Incógnitas y purgas un año después del golpe contra Erdogan en Turquía
ABC
Toda Turquía está ya preparada para recordar el día del «Destani» (gesta, en turco), como innumerables carteles publicitarios describen lo sucedido la noche del 15 de julio del año pasado.
Se trata del primer aniversario de la sublevación militar que trató de derrocar al presidente Recep Tayyip Erdogan. Alrededor del 50% de la población turca lo recuerda como el triunfo de la democracia frente a unos soldados asesinos que mataron a 249 personas e hirieron a otras 2.193; la otra mitad del país, como el inicio de unas purgas masivas que han supuesto el encarcelamiento de 50.510 ciudadanos y el despido o suspensión de empleo de cerca de 140.000 trabajadores turcos. En la víspera del aniversario, más de 7.000 policías, soldados, funcionarios y académicos perdieron ayer su trabajo.
No obstante, lo que realmente sucedió aquella noche sigue siendo una incógnita.
«La gran pregunta es quién estaba involucrado en el golpe», señala Gareth Jenkins, analista con dilatada experiencia en Turquía. «Tenemos la narrativa muy simple del Gobierno que dice que fueron los gülenistas. Pero sabemos que no es tan sencillo. Hubo militares gülenistas, sí, pero también gente no vinculada al movimiento».
Ankara asegura que la asonada fue teledirigida por su antiguo aliado Fethullah Gülen, el clérigo musulmán residente en Estados Unidos que lidera un movimiento multinacional de universidades, escuelas, bancos, medios de comunicación y otras empresas. No obstante, los detalles sobre lo sucedido hace doce meses escasean.
«No sabemos cómo se planeó. No sabemos qué pensaban hacer los militares después, en los próximas días y semanas. No sabemos por qué la inteligencia militar había advertido de movimientos extraños pero no se hizo nada efectivo para detenerlo», enumera Jenkins.
A través del escrito de acusación del juicio que se celebra en Ankara contra los sospechosos de liderar el golpe, se sabe que a las 14:45 de la tarde un piloto de helicóptero con rango de comandante advirtió a los servicios de inteligencia de que se avecinaba un levantamiento militar. No obstante, ni el Estado Mayor ni los servicios de inteligencia pensaron que se podía producir tal sublevación. Sin embargo, y a pesar de que a las 18:30 el jefe del Ejército prohibió los vuelos en el espacio aéreo turco para que ninguna unidad fuera transferida desde Ankara, no se evitó que las unidades golpistas cortaran los puentes sobre el Bósforo a las 22:00 y consiguieran tomar el control de la radiotelevisión pública.
Este tipo de revelaciones son las que han llevado a la oposición a hablar de «golpe controlado» [por el Gobierno] a la hora de referirse a lo sucedido en aquella trágica noche.
Algunos, sobre todo en el extranjero, llevan la teoría de la conspiración al extremo y sostienen que el propio Erdogan preparó el levantamiento militar para apuntalar su poder. Aunque esta última versión tiene muy pocos seguidores en Turquía. «Está claro que el Gobierno están intentando esconder algo. Pero puede que, a lo mejor, lo que están tratando de esconder sea muy grande, solo que su respuesta fue muy caótica y poco efectiva».
Según la Fiscalía, en el golpe participaron 8.651 miembros del Ejercito, es decir, un 1,5% de todas las Fuerzas Armadas turcas, que echaron mano del 7% del total de sus aviones, de un 8% de sus helicópteros y de un 2,7% de sus tanques y vehículos blindados.
A pesar de estos números, la respuesta del Gobierno contra sospechosos de estar relacionados con los golpistas continúan. Los arrestos de decenas de miles de personas se han ganado las denuncias de numerosas organizaciones internacionales. Uno de los últimos casos que más polémica ha levantado ha sido la detención de diez activistas por los derechos humanos mientras se reunían en una isla de Estambul. Entre ellos se encontraba Idil Eser, directora de Amnistía Internacional Turquía.