Incertidumbre en comunidad científica mexicana ante recortes de López Obrador
EFE
La comunidad científica mexicana siente preocupación e incertidumbre ante los recortes que está llevando a cabo dentro de sus políticas de «austeridad republicana» el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que prometió apoyar a la ciencia durante la campaña electoral de 2018.
«Hay un clima de expectativa, se está en espera de que se concreten las políticas en cuanto a ciencia y tecnología, en cuanto a inversión. Tenemos preocupación porque en este nuevo Gobierno se limiten», declaró este sábado en entrevista con Efe el presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, Alejandro Espinosa.
Según el genetista, se necesita una mayor inversión porque el desarrollo de las tecnologías y la innovación en todos los sentidos sustenta el avance de las economías, aunque consideró que si el presupuesto se redistribuye de manera óptima será un cambio para bien.
El pasado 3 de mayo, el Gobierno de México publicó un memorándum que afectaba a las 300 instituciones de la Administración Pública y se les insta a reducir en un 30 % el monto aprobado para 2019 en materiales, combustibles, viáticos y pasajes aéreos nacionales, así como en estudios e investigaciones.
Y en un 50 % el presupuesto en viáticos y pasajes aéreos internacionales, exposiciones, alimentación y asesorías para operación de programas.
Todo ello, ha afectado especialmente a la comunidad científica, si se toma en consideración que el país destinó solo el 0,49 % de su PIB en gastos de investigación y desarrollo, según cifras del Banco Mundial del 2016.
Por su parte, la directora adjunta de desarrollo científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María del Carmen de la Peza, dijo en entrevista con Efe que aunque «es comprensible la incertidumbre en la comunidad científica», el cambio es «indispensable porque la política anterior no surtió efecto».
Asimismo, aclaró que existe una interpretación errónea de la austeridad republicana, que en realidad tiene que ver con impedir el derroche de recursos y no un recorte directo a la ciencia.
«Hemos tenido sector público muy aburguesado y una burocracia muy lenta, muy poco eficiente y sumamente costosa. La idea de la austeridad republicana es adelgazar la burocracia para hacerla efectiva», sentenció.
Para ella, los cambios son necesarios ante una inefectiva dirección de la política relacionada con la ciencia y la innovación, campos en los que México ha invertido mucho esfuerzo y dinero en el plano educacional en la última década.
Pero estos esfuerzos, continuó, no han sido suficientes por no contar con el apoyo de empresarios responsables y comprometidos con la ciencia.
«Todos los recursos de investigación en México los aporta el Estado (…). Pero no solo tienen que haber un incentivo, tiene que haber un compromiso del sector privado con mejorar las condiciones industriales del país», explicó en entrevista con Efe De la Peza.
La representante del Conacyt detalló que en los últimos 35 años, desde que se fundó el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) la situación para los científicos es «privilegiada» ya que las políticas se orientaron entonces a consolidar la comunidad científica.
Sin embargo, aseguró que las dificultades, además de la escasez en algunas ocasiones en recursos para investigar, derivan de la falta de compromiso de las empresas en un país en el que «todos los recursos a la investigación los aporta el Estado».
Desde la creación del SNI el Estado mexicano ha sido el principal encargado de que los científicos mexicanos se queden en un país que ha educado «a 30.000 investigadores de altísimo nivel» que ahora se encuentran en el extranjero.
«El sector público es quien ha formado la masa crítica de este país», sentenció la experta, ya que, según explicó, se invirtieron fondos públicos en el sector privado sin el resultado que se esperaba.
«La política de estímulos a iniciativa privada está orientada desde una visión de la ganancia inmediata de las empresas y eso no favoreció la participación activa del sector privado en el desarrollo de la investigación», argumentó.
Por su parte, Espinosa, opinó que a pesar de que hubo recursos públicos destinados a apoyar la iniciativa privada, la inversión de esta en ciencia nacional ha sido muy escasa.
De la Peza destacó la existencia de las becas de posgrado, de las que se benefician 65.000 becarios e internacionales o de las cátedras, creadas como «paliativo» para captar y retener investigadores en el país.
Con estas propuestas y el buen nivel educativo se ha conseguido, contó, una comunidad científica, pero esta todavía sigue siendo «muy insuficiente»: hay 0,7 investigadores cada 100.000 habitantes mientras que en países como Argentina o Brasil, la cifra es de 1,5 y 3 respectivamente.
«El reto para nosotros es alcanzar un número razonable pero necesitamos remontar un problema: no podemos pensar en crecer solo por arriba, tenemos que empezar a crecer desde abajo. (…) La comunidad científica se tiene que comprometer en la educación de vocaciones científicas en edad temprana», expresó.
Para Espinosa, «no se puede vivir sin científicos, porque ahí está el futuro del país».