Homosexualidad en la música española, ¿un motivo de orgullo?
EFE
La reciente «salida del armario» del cantantePablo Alborán en la cima de su carrera vuelve a poner en el centro del debate la necesidad de estos gestos y a plantear por qué hay tan pocos referentes homosexuales en una industria musical tan grande como la española. ¿Es cosa de las discográficas o se refrenan los artistas?
A punto de comenzar la semana del Orgullo LGTBI 2020, este año sin manifestaciones presenciales debido a la epidemia de coronavirus, Efe habla con varios artistas sobre la cuestión.
«A mí, a veces me echaban la bronca porque se me había visto en este u otro sitio», comenta David Lafuente, exintegrante del gupo Auryn, tras asegurar que en el contrato con su discográfica existía una cláusula que, además de prohibir que les retrataran fumando o con bebidas alcohólicas, les impedía frecuentar locales de ambiente homosexual.
El artista, que hizo pública hace poco su relación con el también intérprete español Junior Ferbelles, era uno de los cinco miembros de la «boy band» de mayor éxito que ha habido nunca en España, número 1 varias veces en España.
«Nunca he tenido la sensación de estar escondido. Mi entorno lo sabía desde los 15 años y he salido continuamente por el ambiente. Es verdad que, en público no he tenido relaciones, pero nunca dije que me gustaran las chicas». Cuando te dedicar a un arte, deben seguirte «por lo que haces, no por con quien te acuestas», argumenta.
Sus palabras las matiza su excompañero de grupo Carlos Marco, especialmente lo referente a la supuesta cláusula contractual, cuya existencia niega en redondo: «Éramos nosotros los que nos autolimitábamos».
HOMOSEXUALIDAD ‘INDIE’
Con la misma discográfica de Auryn y Pablo Alborán graba Miss Caffeina, cuyo vocalista, Alberto Jiménez, se ha convertido en uno de los pocos referentes gays de la actualidad, más aun en la música alternativa de este grupo.
«No exagero si digo que, en los últimos años, el 65% de nuestro público pertenece a la comunidad LGTB», afirma Jiménez, que probablemente ha contribuido a ello al volcar sus experiencias personales en temas como «Merlí» o «Reina».
Reconoce la falta no solo de figuras, sino también de canciones que hablen de la realidad homosexual sin ambigüedades. «Al principio mis canciones tampoco tenían género, hasta el segundo o tercer disco», reconoce.
Paradójicamente, su «salida del armario» fue de la manera más natural posible, durante una entrevista en la que citó a su «primer novio».
Jiménez aplaude por ello el gesto de Alborán: «Hace ya como 10 años que Ricky Martin salió del armario y no sé si ha cambiado mucho la movida, pero toda repercusión sobre este tema con artistas tan grandes, con tantos fans, manda un mensaje muy positivo al hablar tan abiertamente de ello».
Y «lo de que la industria te presiona es mentira», remata.
AVANCES DESDE LOS AÑOS 80
Más lento fue el proceso de uno de los veteranos de la música española, Rafa Sánchez, la voz y la cara más visible de La Unión, grupo fundado en 1984. «En ese tiempo ser gay no estaba muy bien visto; acabé entrando en el mundo heterosexual y no me fue mal, pero llegado a una edad, me di cuenta de que lo que quería era enamorarme de hombres», recuerda.
Su primera experiencia homosexual fue en 1989. «Empecé a abrirme por mi círculo más cercano, hasta que llegó el momento de ser más honesto y plantearlo más claramente, pensando también que el panorama social en España y en una ciudad como Madrid no era tan horrible», rememora.
Sánchez niega que tuviese alguna influencia su compañía de discos. «Nunca nadie me dijo nada de no salir del armario. De hecho, había más gais en la propia compañía», señala.
El músico valora cómo el cieneasta «Pedro Almódovar y compañía fueron los pioneros en derribar muros» en «aquel ambiente aún tan hetero de los años 80».
«Creo que socialmente han cambiado mucho las cosas. A mi generación le ha costado mucho, por ejemplo, verbalizarlo con los padres. Yo no lo hice. Con mi madre fue a hechos consumados, pero nunca quise hablarlo porque sabía que le iba a doler», confiesa.
«Yo me autocensuré -ademite- dejando de usar pronombres» en las canciones. «Éramos un grupo en el que el único gay era yo y siempre quise funcionar como banda», asegura.
AUSENCIA DE ICONOS FEMENINOS
Si la visibilidad gay en la música se presenta esquiva, en el caso de las lesbianas es casi un desierto, pero esto tiene explicación, según Rocío Saiz, vocalista de Las Chillers y miembro del dúo mixto Monterrosa.
«Está más penalizado porque dejas de ser un objeto de deseo para una parte del mundo. Tenemos una lucha doble como mujeres y como lesbianas, por eso pido a mis compañeras que nos verbalicemos. Algunas tienen miedo por no tener contratos de trabajo», considera.
Las Chillers, una formación íntegramente homosexual y femenina, experimentó un gran «boom» tras participar en las fiestas del Orgullo. Lejos de colgarse la bandera, se ha limitado a mostrarse cómo es desde el principio, pero sin priorizar que lo es.
«Nunca hemos tenido problemas, excepto en un concierto para una marca en la que nos dijeron que no sacáramos la bandera arcoíris y no fuimos. No voy a permitir que nadie me censure», dice rotundamente.