Hilary Duff llega a los 30 años evitando los escándalos
Eslang.es
Que el mayor patinazo de su carrera sea un disfraz de Halloween la convierte en una rara avis dentro de la Disney Stars Factory. Hilary Duff (Texas, 1987) tuvo que disculparse «de corazón» tras acudir a una fiesta la noche de los muertos vestida de peregrina estadounidense. Le acompañaba su entonces novio, Jason Walsh, disfrazado de indio nativo americano. Esto ocurrió en 2016, un año antes de alcanzar la treintena. Ahora recala en esa cifra redonda con un expediente de sobresaliente en lo que a sortear escándalos se refiere.
Lizzie McGuire le dio la fama en 2001, y dos temporadas fueron suficientes para que Duff cargara con el título de primera reina de Disney Channel por los siglos de los siglos (o de las décadas). La actriz encarnaba a una chica con una vida ‘normal’ en una ficción televisiva que trataba temas como las relaciones de amistad, el primer amor o el instituto y otros asuntos de mayor seriedad, como la anorexia. Producto de esa representación generacional todas las niñas vieron en ella rápidamente un referente a seguir, un modelo a imitar y un ídolo al que adorar.
Con Cadete Kelly y Agente Cody Banks dio el salto al cine y con Lizzie Superstar, además, a la música. Unas cuantas canciones navideñas precedieron al éxito de su primer disco de estudio, Metamorphosis, con el que vendió más de 7 millones de copias de todo el mundo, y así, a los 16 años, mundialmente famosa y multimillonaria, Duff logró escapar de una maquinaria de fabricación de juguetes rotos perfectamente engrasada que, sin embargo, sí trituró a algunas de sus coetáneas, como Lalaine o Lindsay Lohan.
A Lalaine, actriz que dio vida a Miranda -la mejor amiga de Lizzie en la serie-, le fulminaron el personaje sin previo aviso y ni siquiera contaron con él en la posterior película. Unos años después fue detenida por posesión de metanfetamina y ahora vive alejada de los focos, disfrutando del “lado relajado de las cosas”, como contó al Huffington Post hace un par de años. “Tengo un trabajo para pagar las facturas. (…) Mi vida era una locura, no paraba. Cuando era una niña no sabía realmente lo que era una vida de niña”, afirmó.
De Lohan poco hay que no sepamos: idas y venidas a centros de rehabilitación, drogas, robos, detenciones y arrestos domiciliarios. Precisamente con ella Duff vivió uno de los enfrentamientos más tensos de su carrera cuando Aaron Carter, actor, cantante, hermanísimo de Nick Carter (BSB) y a principios de los 2000 novio de la artista, le puso los cuernos con la protagonista de Tú a Londres y yo a California. Ambas mantuvieron una rivalidad personal y profesional durante años, ya que además de estos enredos amorosos, Lohan se quedó con el papel protagonista de la cinta Confessions of a Teenage Drama Queen, un personaje en principio escrito para Duff.
Este triángulo romántico ocupó páginas y páginas en la prensa del colorín en una era preredes sociales que salvó a Duff de una presión añadida que hoy sufren otras herederas Disney como Demi Lovato o Selena Gomez, la persona más seguida en Instagram con más de 127 millones de followers. Cada movimiento de Gomez es seguido y escudriñado de mil maneras, y una depresión relacionada con el Lupus, enfermedad que padece, la mantuvo alejada de las redes y el ojo público durante un tiempo.
“Es duro, entiendo como se siente”, declaró Duff en una entrevista. “Cuando llegué a este mundillo fue cuando todas estas cosas de cotilleos empezaron, pero ahora está en un nivel mucho más extremo. Hay mucho enfoque en la vida personal, debe ser una lucha muy dura. Lo siento y ni siquiera tengo que lidiar con ello de la manera en que ellos lo tienen que hacer”, defendió.