Hijo secuestrado de “El Chapo” podría ser pieza de negociación
EFE
Podría parecer un regalo para el ambicioso cartel Jalisco Nueva Generación: el hijo del encarcelado líder del cártel de Sinaloa, Joaquín «El Chapo» Guzmán, de fiesta en un lujoso restaurante en medio de su territorio.
Siete hombres armados irrumpieron en el restaurante La Leche en la zona hotelera de Puerto Vallarta la mañana del lunes, agarrando por sorpresa a las 16 personas ahí reunidas. Sin disparar un solo tiro, sacaron a seis hombres.
En un instante, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, de 29 años, se convirtió en una posible pieza de negociación, o una muerte de alto perfil, en las batallas territoriales del cartel que han causado estragos en grandes extensiones de México. Los analistas dicen que Jalisco Nueva Generación podría intentar utilizarlo como ventaja para ganar territorio u otros beneficios de lo que ha sido la organización criminal dominante del país.
«Pueden utilizarlo, si son astutos… para conseguir concesiones del cartel de Sinaloa y expandir su lucrativo negocio», dijo Mike Vigil, exdirector de operaciones internacionales de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos.
Jalisco Nueva Generación se creó de un grupo escindido del cartel de Sinaloa tras la muerte del jefe de Sinaloa, Ignacio «Nacho» Coronel, en 2010, y se ha extendido rápidamente de su base natal en el estado occidental de Jalisco, hacia el estado en la costa del Golfo de México de Veracruz, entre otros.
En parte lo ha logrado a través del excesivo uso de violencia. En una serie de ataques del año pasado, los seguidores del cartel mataron a 20 policías en dos emboscadas y utilizaron una granada propulsada por cohete para derribar un helicóptero militar, matando a las 10 personas a bordo.
Lo que Jalisco Nueva Generación no tiene son sus propios corredores de tráfico a lo largo de la frontera con Estados Unidos, la mayoría de ellos controlados por el cartel de Sinaloa, el beneficiario de las debilitadas pandillas regionales desde el Golfo hasta el Pacífico.
La violencia ha aumentado en meses recientes en el estado de Baja California Sur, mientras Jalisco Nueva Generación lucha por una posición en el territorio del cártel de Sinaloa. Las muertes también han aumentado en las ciudades fronterizas clave de Tijuana y Ciudad Juárez, lo que indica que el control de Sinaloa también se ha visto desafiado en esos lugares.
«Ahora comienzan a moverse hacia el norte porque quieren controlar parte de las principales rutas de tráfico de drogas a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México», dijo Vigil. «Así que saben que para extenderse, tienen que controlar algunas de estas fuentes hacia el mercado de Estados Unidos».
Y aquí entra en escena el joven Guzmán.
Eduardo Almaguer, fiscal de Jalisco, dijo esta semana que las autoridades no tienen motivo para creer que él o los otros hombres secuestrados han sido asesinados.
Pero su secuestro es un error garrafal por parte de Sinaloa, sin importar si existe responsabilidad hacia el mismo Jesús Alfredo o el socio de «El Chapo», Ismael «El Mayo» Zambada, quien se cree dirige las operaciones del cartel luego de que Guzmán padre fuera recapturado a principios de año.
«Un error muy grave que les va a costar mucho, o la vida o una negociación muy elevada», dijo Guillermo Valdés, exdirector de los servicios de inteligencia de México. «Si estás en conflicto con estos señores del Jalisco Nueva Generación, no te vas a su territorio sin escoltas».
Valdés también consideró el secuestro de Jesús Alfredo Guzmán la señal más reciente de que los rivales ven a «El Chapo» debilitado tras su tercer arresto en enero, luego de dos descarados escapes de prisión en 2001 y 2015. Los hartos funcionarios mexicanos ahora están deseosos de conceder la petición de Estados Unidos para que sea extraditado y, actualmente, el caso está en marcha en los juzgados.
En esta ocasión, las autoridades han fortalecido las condiciones del encarcelamiento del capo y, desde mayo, ha estado en una penitenciaría cerca de Ciudad Juárez — lejos de sus abogados y, al parecer, con menos posibilidad de comunicarse con subalternos.
Hace un par de meses la prensa mexicana reportó un ataque a la casa de la madre de Guzmán en el estado de Sinaloa y, en julio, dos de los sobrinos de su esposa fueron asesinados; ambos incidentes fueron una señal de que los rivales tienen menos temor de meterse con el hombre que desde hace mucho es considerado el capo del narcotráfico más infame en México.
«Esa percepción de debilidad que tienen los adversarios de «El Chapo» habla de un proceso de recomposición y de reorganización del narcotráfico en el país», dijo Valdés.
Ha habido rumores de que el hijo mayor de Guzmán, Iván Archivaldo, también fue secuestrado en el incidente de Puerto Vallarta, pero las autoridades aún no lo han confirmado y Valdés dijo que él también desconoce si es cierto.
Pero, agregó, al «secuestrar a los hijos puedes decir ‘te cambio la vida de tus hijos por el puerto de Manzanillo o por Tijuana»’.
Si no hay negociaciones o si, de cualquier forma, matan al hijo de Guzmán, sin duda «El Chapo» y el cartel de
Sinaloa descargarán su inmensa furia sobre el Jalisco Nueva Generación.
«Se va a desatar una guerra muy violenta», dijo Valdés.
El viernes, el comisionado nacional de seguridad, Renato Sales, anunció el arresto de un hombre que se cree maneja las finanzas de Jalisco Nueva Generación, pero dijo que no tenía relación con el secuestro.
Al preguntarle si Guzmán estaba enterado del secuestro de su hijo, Sales respondió: «Se enteró por conducto de su concubina».