Hija de Carolina Herrera se desahoga tras cinco años sin visitar Venezuela
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Durante meses de cuarentena, Carolina Adriana Herrera la hija de la legendaria diseñadora de modas aprovechó el tiempo para preparar el lanzamiento de un nuevo y emocionante proyecto.
Es la tercera de las cuatro hijas de la icónica diseñadora venezolana Carolina Herrera. Con 51 años de edad, Carolina ha sido entre sus hermanas la más cercana a su madre, y que más ha seguido sus pasos.
Carolina Adriana nació en Caracas, Venezuela. A pesar de haberse ido del país a los 13 años, aún recuerda con cariño su infancia en Caracas, su colorido jardín y los buenos tiempos que pasó allí. A pesar de haber vivido casi toda su vida entre Madrid y Nueva York, habla con acento venezolano. Lleva más de cinco años sin visitar su país natal.
“Como todo el que tenga un poquito de corazón, de cabeza y de conciencia, vivo horriblemente la situación de Venezuela. Llevamos en este desastre mucho tiempo con la esperanza de que un día cambie. Quiero decir que lo veo cerca”, confesó Carolina.
De ser la imagen de múltiples perfumes CH hasta dirigir la empresa, Carolina Adriana vive en el mismo mundo de la moda que su progenitora.
La pandemia también ha sido una oportunidad para que la talentosa hija de la diseñadora pase más tiempo en familia, con sus hijos. De hecho, poco antes del confinamiento se mudó a su nuevo hogar en Madrid con sus niños.
Olimpia, Miguel y Atalanta tienen 15, 14 y 11 años respectivamente. No es nada sencillo pasar meses de confinamiento con dos adolescentes (y una pre-adolescente). La mudanza supuso un momento de angustia para Herrera, pero por fortuna, fue pasajera.
Además de compartir el confinamiento con sus tres hijos (y sus perros), Carolina Adriana ha estado pasando mucho tiempo de calidad con su pareja. Francisco Bosch, empresario argentino, es el actual novio de la diseñadora.
Sin embargo, Carolina se muestra muy recelosa al hablar de él. “Estoy tranquila. Estoy muy bien. ¡Es que eso no me interesa! Entrar en esos temas no me gusta porque no viene al caso con todo lo demás”, comentó esquivamente.
Carolina odia la palabra famosa, le parece hortera y está terminantemente prohibida en su casa. Cree, mejor dicho, insiste, en que su vida es “muy normal. De hecho, si los paparazzi me siguieran un día entero, acabarían aburridísimos. Yo soy de ir al supermercado, a comprar la comida del perro, a buscar a los niños al colegio… No pasan cosas como que ¡guau!”.
Sin embargo, es innegable que ha crecido en un entorno en el que la fama estaba tan presente como los cuadros de Warhol de su mamá o la excelente biblioteca de su padre, el aristócrata y periodista venezolano Reinaldo Herrera.
Fuente La Patilla