Heredero de Napoleón Bonaparte se casa con una descendiente imperial austríaca - 800Noticias
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EFE

Dos imperios que unen su destino en el siglo XXI: Jean Christophe Napoleón Bonaparte, heredero de la dignidad imperial que fundó el militar corso tras la Revolución Francesa, contrajo este sábado nupcias con Olympia von Arco-Zinneberg, por cuyas venas corre la sangre de los emperadores de Austria.

La pintoresca ceremonia tuvo lugar en el palacio de los Inválidos, un antiguo hospital militar que acoge la esplendorosa capilla donde reposa el cuerpo de Napoleón Bonaparte en pleno corazón de París.

Por sus pasillos desfilaron miembro de las más importantes casas aristocráticas de Europa, en una ceremonia religiosa a la que los no invitados solo tuvieron acceso a la entrada y la salida, que los novios hicieron en un deportivo de época, en una lluviosa tarde parisiense.

Los proyectores se centraron en una pareja que reúne apellidos tan comunes en las revistas del corazón como en los libros de historia.

Jean-Christophe, de 33 años, uno menos de los que tenía su antecesor cuando se proclamó emperador, se formó en las mejores escuelas de negocios de París y Harvard, trabaja en la City londinense y desde 1997 ostenta los derechos imperiales que le legó su abuelo Luis Napoleón, resistente contra los nazis y soldado de la Francia Libre en la Segunda Guerra Mundial.

Si sigue ascendiendo en su árbol genealógico, remontaría hasta la figura de Jerónimo Bonaparte, hermano de Napoleón, que le nombró rey de Westfalia en el reparto que fue haciendo de los territorios europeos conquistados entre su familia.

En el camino, a su linaje se fueron agregando ilustres apellidos, su madre era Beatriz de Borbón Dos Sicilias, y entre sus ancestros figura el rey Leopoldo II de los belgas, Víctor Manuel II de Italia y Luis Felipe I de Francia.

El recién casado podría recorrer la mayor parte de los palacios reinantes en Europa visitando a familiares: Bélgica, España, Luxemburgo, Holanda.

Olympia, dos años menor que su esposo, no se queda atrás. Tercera hija del conde Riprand von und zu Arco-Zinneberg y de la archiduquesa María Beatriz de Austria-Este, de nacionalidad austríaca y alemana, entronca con las casa de Baviera, pero sobre todo con el Imperio Austro-Húngaro.

Es bisnieta del último emperador que gobernó en Viena, Carlos I, derrocado tras la Primera Guerra Mundial, y de la emperatriz Zita, nieta del archiduque de Austría-Este Roberto y de su esposa, Margarita de Saboya.

Nacida en Múnich, aunque ha pasado en Estados Unidos la mayor parte de su vida, se diplomó en Yale, aunque pronto mostró interés por la fotografía y trabajó en el MoMa de Nueva York, antes de graduarse en artes en Columbia.

Actualmente es la conservadora de la colección artística de la familia.

Con tanto apellido florido, el ramaje nobiliario de ambos acaba por mezclarse: La princesa Clotilde de Saboya, una de las tatarabuelas de Olympia, se casó con José Napoleón, uno de los ancestros de Jean-Christophe.

Pero, sobre todo, si se rastrea seis generaciones atrás se llega a la boda de María Luisa de Austria con Napoleón, un matrimonio de conveniencia con el que el emperador quiso sellar su alianza contra Inglaterra y contra Rusia.

Discretos, Jean-Christophe y Olympia no suelen aparecen en los medios. El primero lleva en sus espaldas los derechos imperiales de la casa que fundó Bonaparte, lo que le convierte en un tercer pretendiente al trono de Francia, junto a Luis Alfonso de Borbón, por la rama legitimista, y Juan de Orleans, por la orleanista.

Jean-Christophe aseguraba recientemente que no habían sido los apellidos lo que llevado a sus ojos a fijarse en Olympia.

«Lo primero que me llamó la atención fue su mirada», recordaba el aristócrata, que sin embargo reconocía que su «historia de amor» también es «un guiño a la historia».

De las pocas veces que sale a la palestra, el descendiente de Napoleón lo hace para defender el honor de su familia, tanto del primer como del segundo Imperio, ya que recuerda también la figura de Napoleón III, que antes de proclamarse emperador en 1852 fue el primer presidente francés elegido por sufragio universal.

El recién casado asegura que su matrimonio es el fruto de una Europa que ha recobrado la paz, entre dos jóvenes que se encontraron gracias a la libertad de movimientos de la que goza el viejo continente.

Pero, ante todo, Jean-Christophe se siente profundamente francés y ungido del deber de defender a su patria por encima de cualquier otra cosa.

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