Hamas llama a una «nueva intifada» tras el anuncio de Trump sobre Jerusalén
Agencias
EEUU se ha convertido en el primer país del mundo que reconoce la ciudad de Jerusalén como capital del Estado de Israel. Así lo anunció el miércooes el presidente, Donald Trump, en un movimiento que rompe con la política de la primera potencia mundial desde 1991, cuando George Bush lanzó en la Conferencia de Madrid un proceso de paz entre israelíes y palestinos con EEUU como mediador.
Trump también anunció que ha dado instrucciones para que traslade la embajada de EEUU a Jerusalén. Ningún país tiene embajada en esa ciudad, que fue declarada en 1980 por el estado judío como su «capital eterna e indivisible».
Las reacciones van de la indignación total, sobre todo en los países árabes, o la preocupación expresada por países de la Unión Europea. Hamas, el grupo radical palestino, ha llamado este jueves a una nueva «Intifada» que comenzará, según su líder, este mismo viernes.
En 1995 el Congreso de EEUU instó al presidente a reconocer la capitalidad de Jerusalén y a trasladar allí la representación diplomática estadounidense. Los tres presidentes que ha habido desde entonces -Clinton, Bush hijo y Obama- han hecho caso omiso de la declaración.
La decisión de Trump tiene poco significado en el terreno de las realidades tangibles. De hecho, Estados Unidos alquila desde 1989 un terreno en Jerusalén para construir en él una embajada, con una renta que paga al Estado de Israel de un dólar (84 céntimos de euros) al año.
Llevar la embajada a allí desde Tel Aviv, donde están las demás sedes diplomáticas en Israel, llevará mucho tiempo, porque una representación de EEUU en el exterior es una especie de base de alta tecnología.
La construcción de su embajada en Londres ha durado ocho años.
Pero la decisión de Trump tiene un enorme simbolismo.
Jerusalén es la ciudad santa de las tres grandes religiones monoteístas del mundo -el Judaísmo, el Cristianismo, y el Islam- y ha sido objeto de disputa entre judíos y árabes durante la mayor parte del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Ha sido británica, ha estado partida entre Israel y Jordania, ha tenido barrios que nunca han sido adjudicados y, formalmente al menos, Naciones Unidas -y EEUU con ella- han defendido un estatus internacional.
Desde 1967 Israel controla la totalidad de la ciudad, y ha puesto en marcha un proceso para ir expulsando de ella a las comunidades que no son judías. Para muchos musulmanes y árabes, la decisión es el abandono por parte de EEUU de cualquier pretensión de imparcialidad o, al menos, equidistancia, en el proceso de paz de Oriente Medio. No es ése el punto de vista de Trump, que dijo ayer, al anunciar la medida, que «he considerado este rumbo de acción como favorable al interés de los EEUU de América de buscar la paz entre israelíes y palestinos. Éste es un paso que damos muy tarde para hacer que la paz progrese y que lleguemos a un acuerdo duradero».
Pero, según la web Foreign Policy, el Departamento de Defensa ha aumentado las dotaciones de infantes de Marina en las embajadas estadounidenses en Oriente Medio en previsión de disturbios, o atentados tras la decisión. Según la prensa estadounidense, Washington habría pactado el anuncio del reconocimiento con dos de sus grandes aliados en la región, Jordania -que es vecino de Israel- y Arabia Saudí.