Un año de Guaidó como «presidente interino de Venezuela»
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El año 2019 comenzó como los venezolanos y todo el mundo esperaban: la Asamblea Nacional (AN) juramentaba a Juan Guaidó, diputado por el estado Vargas y perteneciente a la facción de Voluntad Popular (VP), como presidente del Parlamento.
La designación seguía los lineamientos del denominado «pacto de gobernabilidad» de la oposición en la AN, según el cual la presidencia parlamentaria se la irían rotando los diputados de los distintos partidos de oposición. Lo que no se sabía era que surgía un nuevo liderato político, el más fuerte de los últimos años desde las elecciones legislativas de 2015.
Durante todo el mes de enero Guaidó y la oposición en general convocaron los denominados «cabildos abiertos», a fin de empezar a articular a los ciudadanos y explicarles cuáles eran los pasos a seguir, pero la presión desde el régimen y la acelerada crisis venezolana hicieron lento el plan: «cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres» que muchos esperaban se concretara el año pasado.
El 23 de enero de 2019 ocurrió lo que parecía impensable. Ante una multitud de ciudadanos ansiosos por el renacer de la democracia en Venezuela, en el municipio Chacao de Caracas, el diputado Guaidó se juramentó como presidente interino.
“Hoy damos un paso más y para evitar cualquier duda, hoy doy el paso con ustedes. Hoy 23 de enero de 2019, ante Dios Todopoderoso JURO ASUMIR FORMALMENTE LAS COMPETENCIAS DEL EJECUTIVO NACIONAL como Presidente encargado de Venezuela, para lograr el cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, dijo el legislador de VP desde la avenida Francisco de Miranda frente a miles de personas.
Al levantar su mano derecha y anunciar que asumía las competencias del Ejecutivo Guaidó se apoyó en los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución que, según él, deberían ofrecerle un blindaje legal como mandatario interino.
Desde ese día ocurrió lo que parecía impensado años atrás. La oposición venezolana y los ciudadanos ya tenían una figura principal de cara a un inminente cambio político.
Guaidó se convirtió en líder desde el momento en que demandó elecciones presidenciales libres para Venezuela, como las que él sigue retando al régimen de Nicolás Maduro para que se hagan.
Durante 2019 el también jefe del Parlamento logró acumular el apoyo de 62 países e incluso hizo que las naciones aliadas al régimen chavista se comunicaran con él para buscar una solución a la grave crisis del país.
Asimismo consiguió que una multiplicidad de países bloquearan los activos que Maduro administraba en el exterior.
En contraparte Maduro y sus seguidores negaron cualquier término de libertad, lo que hizo que se extendiera el conflicto y la crisis en Venezuela. El tiempo se constituyó en el mayor enemigo de Guaidó.
Altibajos y resurgir
A medida que los días iban pasando los ciudadanos aquejados por la crisis empezaron a dudar del liderazgo de Guaidó. Entre otras razones porque el régimen logró frenar la entrada de parte de la ayuda humanitaria, que al final solo ingresó al país a cuenta gotas a través de la Cruz Roja Internacional.
El chavismo además «neutralizó» la asonada militar del 30 de abril, fecha en la que fue liberado el fundador de Voluntad Popular, Leopoldo López, hoy refugiado en la embajada de España en Caracas. Esta acción, aunque fallida, mostró el nivel de descontento que hay en la Fuerza Armada.
Durante el primer semestre del año 2019 el reconocido como Presidente interino de Venezuela contó con una popularidad de al menos 50 puntos, pero la hiperinflación siguió golpeando a los ciudadanos y las negociaciones auspiciadas por el Reino de Noruega empezaron mermar.
Pese a las amenazas del régimen de detenerlo, Guaidó comenzó a acercarse a los ciudadanos. Caminó por las calles más céntricas y viajó en el Metro de Caracas y en autobuses de pasajeros, realizó reuniones en plazas y así logró sostener su legitimidad de acción.
La más reciente arremetida del régimen para frenar el repunte del líder opositor se vino en el último trimestre del año.
El chavismo permitió a su bancada que volviera al Parlamento, aunque mantuvo la posición de que el órgano legislativo todavía se encontraba en desacato. Y luego llegó la denuncia sobre la llamada «operación alacrán», mediante la cual el régimen habría desembolsando millones de dólares para comprar el voto de diputados disidentes en contra de Guaidó y así tratar de nombrar una nueva junta directiva de la AN, durante el acto de instalación que se realizaría el pasado 5 de enero de 2020.
Esta acción fue liderada por los diputados Luis Parra y José Brito, más otros 15 parlamentarios. Al menos ocho de estos legisladores disidentes aparecen señalados en un reportaje del portal Armando.Info de participar en actos de corrupción, relacionados con los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Los diputados acusados en los hechos irregulares, junto a la bancada chavista, tomaron el Palacio Federal Legislativo para evitar el ingreso de los opositores y sin el cuórum requerido juramentaron a Parra como «jefe del Parlamento».
Ese mismo día 5 de enero, Guaidó fue juramentado en la sede del diario El Nacional en el este de Caracas y respaldado en ese acto por otros 100 diputados durante una votación nominal y pública como presidente de la AN e interino de Venezuela.
Este 23 de enero de 2020 Guaidó volvió a demostrar que sigue siendo un legítimo representante de la oposición venezolana al encontrarse en medio de una gira internacional que inició el pasado sábado, cuando viajó sorpresivamente a Colombia.
Con este viaje, a pesar de tener vigente una medida de prohibición de salida del país, el líder opositor enseña que todavía tiene cartuchos guardados y el régimen por su parte deja en evidencia que existen brechas en sus medidas de seguridad. Queda claro que el 2020 va a ser un año en el que la conflictividad política no va a descansar.