Gonzalo Himiob recibió “Premio IABA/FIA Lexis-Nexis por la Defensa del Estado de Derecho en América Latina“
Mildred Manrique
En el marco de la 54a Conferencia de la Federación Interamericana de Abogados celebrada este viernes 29 de junio en República Dominicana, Gonzalo Himiob Santomé, Director vicepresidente del Foro Penal (FP), fue galardonado con el “Premio IABA/FIA Lexis-Nexis por la Defensa del Estado de Derecho en América Latina”.
Este reconocimiento lo otorga la Inter American Bar Association (Federación Interamericana de Abogados) en conjunto con Lexis-Nexi, y se concede a aquellas personas que han demostrado una muy destacada labor en la defensa del Estado de Derecho.
El Dr. Arturo De Sola postuló a Himiob Santomé para optar por este premio, y ganó por unanimidad.
El presidente de la IABA/FIA, Jorge Hernan Rubio, fue el encargado de hacer entrega del merecido galardón al Director vicepresidente del Foro Penal.
Himiob Santomé previo a recibir el galardón ofreció un sentido discurso a los presentes expresando su más sincero agradecimiento en nombre de Foro Penal.
DISCURSO COMPLETO
Mi país, Venezuela, padece a todo nivel una crisis humanitaria e institucional de inmensas proporciones. Esta crisis tiene muchas caras, pero quizás una de las más graves es la de la absoluta ausencia de Estado de Derecho.
Por paradójico que suene, en Venezuela la única norma es la ausencia de normas, la única ley es la ausencia de ley.
Por eso desde hace años Venezuela ocupa siempre los últimos lugares en los índices mundiales sobre el Estado de Derecho. Por 3 años consecutivos hemos quedado en el último lugar, entre 103 países evaluados, en el Rule of LawIndex del WorldJustice Project.
Por eso somos una de las naciones más violentas del planeta, con una tasa de homicidios de 89 personas por cada 100.000 habitantes, lo cual, aunque por sí mismo es muy grave, resulta una noticia mucho peor cuando constatamos que en materia de homicidios el índice de impunidad supera el 98%.
Es decir, de cada 100 homicidios solo se castigan 2. Y fueron casi 28000 solo el año pasado.
Además padecemos una severa crisis en materia de DDHH.
Sumado a la grave crisis económica y humanitaria, que tiene a miles de venezolanos comiendo de la basura, a niños muriendo desnutridos antes de cumplir un año de edad, y a miles de enfermos muriendo por no tener acceso a los tratamientos médicos que necesitan, tenemos que el gobierno ha utilizado de manera sistemática al poder judicial, a la fiscalía, y a los fuerzas militares y policiales como armas de la intolerancia.
Esto ha llevado, desde 2014 hasta el día de ayer, según los registros de nuestra ONG, el Foro Penal, a 12.418 personas a la cárcel, en su mayoría jóvenes manifestantes, de las cuales 276 siguen encarceladas y 7274 se mantienen sujetas a procesos penales injustos, con su libertad restringida y colgando de un hilo, por el simple hecho de oponerse pacíficamente al poder, por haber sido catalogados por el gobierno como “terroristas”, “enemigos de la patria” o como “traidores” o, aún peor, como ha ocurrido con al menos 40 indigentes que nos ha tocado asistir legalmente, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Desde 2017, en Venezuela 805 civiles han sido investigados y procesados por la justicia militar.
Al menos el 15% de todos estos detenidos denuncia haber sido víctima de torturas y tratos crueles e inhumanos durante su detención.
Y más de 160 personas han sido asesinadas por motivos políticos en nuestro país.
Esta dura la realidad la padecemos en Venezuela todos, sin distinciones. La bala que asesina, el golpe que tortura, y la decisión injusta que encarcela a inocentes no le preguntan a sus víctimas cuál es el color de sus ideas. La barbarie no discrimina.
El Foro Penal, organización que dirijo junto a nuestro director presidente, mi amigo y hermano de vida Alfredo Romero, con nuestra estructura de más de 200 abogados y más de 4000 activistas en toda Venezuela, se ha ocupado de asumir la defensa gratuita de al menos 8690 casos de Detenciones arbitrarias por motivos políticos y, desde 2002, hemos asumido la defensa también gratuita de innumerables víctimas de violaciones graves a los DDHH, especialmente de víctimas de torturas.
También representamos gratuitamente en las instancias nacionales y ante los organismos internacionales a los familiares de decenas de asesinados por motivos políticos.
No ha sido fácil. Nuestra labor nos coloca en permanente riesgo. Hemos sido amenazados de muerte, nos han abierto investigaciones penales por “Traición a la patria” y por supuesta “conspiración”. Uno de nuestros abogados fue encarcelado durante más de 3 años, sin juicio, y estuvo a punto de perder la vida en prisión.
El propio presidente Nicolás Maduro nos acusó en una entrevista reciente ante medios españoles de ser personas que “habíamos cometido graves crímenes contra la nación”. Solo por defender los DDHH y por mostrar al mundo la realidad de Venezuela.
En este duro escenario, la absoluta ausencia de estado de derecho nos hace plantearnos, como abogados, varias preguntas:
¿Puedo ganar un caso?
¿Me bastan mis conocimientos?
¿Debo hacerme “amigo” de los jueces y de los fiscales?
Algunos hasta se preguntan: ¿Debo pagarles?
¿Debo relajar mi ética? ¿Traicionar mis principios y mi fe?
¿Debo ser sumiso al poder? ¿Adular a los poderosos? ¿Debo olvidar lo que aprendí en mi hogar y en la universidad y solo bailar al son que ellos me toquen?
Y por encima de todo:
¿Vale la pena ser abogado?
No todos se mantienen firmes ante preguntas tan demoledoras.
Lo veo en la mirada de mis colegas abatidos, tras cada audiencia fallida, por la arbitrariedad absoluta que nace de la falta de razón y de ley.
Lo veo en la mirada avergonzada y sumisa de los jueces, que ya no pueden llamarse justos, y lo saben.
Y lo vivo en las preguntas de mis alumnos, que a veces se cuestionan si vale la pena seguir sacrificando su tiempo y su juventud en una carrera que en mi país, por ahora, ha sido rebajada a una simple gestoría.
Pero a ellos les digo lo mismo que ahora les digo a ustedes: “Nunca son tan importantes las luces de la razón, del conocimiento y de la ley, como cuando se camina en la más absoluta oscuridad”.
Por eso les digo que sí, que sí vale la pena, y más allá, que nunca es tan indispensable levantar la antorcha de la justicia como cuando el poder se afana en prostituirla y en reducirla a ser poco menos que una esclava al servicio de unos pocos.
Por eso sinceramente agradezco este reconocimiento, que no veo como solo mío y que comparto primero con Alfredo Romero, el incansable motor del Foro Penal, con Mariela, Nadin, Morelia, el Abuelo y Robiro, todos ellos corazón indiscutible de nuestra organización, con todos nuestros coordinadores nacionales e internacionales, con los más de 4000 activistas no abogados, nuestros “defensores activos”, y con los más de 200 abogados voluntarios del Foro Penal que de manera gratuita, compartiendo su práctica privada con la lucha por los DDHH, todos los días dejan la piel en los estrados para que el ejercicio profesional mantenga su dignidad y para que recuperemos el Estado de Derecho.
Agradezco de corazón, en nombre de todo nuestro equipo, al Dr. Arturo De Sola, maestro y ejemplo como abogado y como ser humano, a la Directiva de la FIA, a la de Lexis-Nexis y a todos ustedes, que ya con solo estar acá nos recuerdan que no estamos solos.
Y muy especialmente quiero agradecerle a Dios, que incluso en las oscuridades más densas siempre encuentra la manera de hacernos ver que no nos ha abandonado, a mi padre, que me enseñó a ser siempre leal a mis ideas y a mis principios, a mis dos madres, a la que me dio la vida y a la que la vida me dio, a mis hermanos, que comparten mis penas y mis alegrías, a mis hijos, Sofia y Luis Gonzalo, que son mi motivo y mi razón y a mi esposa, Wendolline, que es mi refugio, mi apoyo y mi bastión.
Sin ti, mi amor, nada sería posible ni tendría sentido. Pocos saben que mi sacrificio es también tu sacrificio.
A mis compañeros del Foro Penal, gracias. En estas batallas ustedes son mis hermanos en la trinchera, y como lo hemos hablado Alfredo y yo tantas veces, cada palabra de aliento, cada premio, cada reconocimiento que nos den, es también de ustedes.
Porque ustedes le dan sentido a la letra de esa canción compuesta por Alfredo que se ha convertido en nuestro himno “Venezuela Nuestra”.
Porque sí, aunque sea difícil, hay que luchar por la libertad, aunque nos “cueste toda la vida, vivir en libertad”.
Muchas gracias.