George Michael, músico y apasionado del arte contemporáneo británico
EFE
El fallecido artista británico George Michael no solo se convirtió en un icono internacional de la música pop de los años 80 y 90, sino que era un apasionado amante del arte contemporáneo británico, como muestran las 200 piezas de su colección privada que la galería Christie’s pondrá a la venta.
Desde el colorismo más pop de obras como «Esposas» (2002), de Michael Craig-Martin, y «Pájaro cantor» (1982), de Bridget Riley, uno de los cuadros favoritos de George Michael, hasta el desgarrador intimismo de obras como «San Sebastián, dolor exquisito» (2007), de Damien Hirst.
«George era realmente consciente de lo que ocurría en la comunidad del arte de su época y se convirtió en amigo de esos jóvenes artistas que pintaban cuando él estaba cantando y que se convirtieron en estrellas de rock a su manera, como Damien Hirst o Tracey Emin», asegura a Efe en Nueva York el presidente de la casa de subastas británica Christie’s, Jussi Pylkkänen.
Entre la decena de cuadros y esculturas que, desde hoy, se exponen en Nueva York, Pylkkänen destaca la pintura «Borracho hasta el fondo de mi alma» (2002), de la pintora y amiga del cantante Tracey Emin.
«Con el trabajo que Tracey Emin hizo y que George compró, veo la fuerte relación con Tracey Emin y que esa conversación continúa cuando ves todos sus trabajos» que adquirió Michael, declaró el máximo responsable de Christie’s, que también destacó su amistad personal con la artista británica.
Para Pylkkänen, este cuadro de grandes dimensiones y que se subastará entre 232.800 y 320.000 dólares es «una verdadera declaración personal, algo compartido entre ambos artistas sobre algo muy privado. Tracey Emin y Geroge Michael tenían una relación verdaderamente especial».
Pero Michael, no solo entabló amistad con Emin, sino con muchos de los artistas del movimiento que se conoció como el «Young British Art» (YBA), que creció desafiando el «statu quo» de la época y que experimentaron la misma lucha que Michael por abrirse camino en el mundo del arte.
«Esto as algo que inmediatamente George entendió y reconoció y se volvieron grandes amigos. Él comenzó a coleccionar sus obras, ellos iban a sus conciertos y se iban de fiesta: todos eran estrellas del rock», concluye Pylkkänen.
Para el experto en arte, las obras compradas por Michael a lo largo de su vida componen una «colección sobre el Reino Unido», sobre cómo una persona se forjó a sí misma como una estrella internacional y que entendió «que todos estos artistas estaban atravesando por lo mismo».
«Creo que su gusto musical se refleja en las pinturas de arte británicas», agregó Pylkkänen.
Tras exponerse las piezas en Nueva York este fin de semana, Los Ángeles (del 11 al 16 de enero), Hong Kong (del 8 al 11 de febrero) y Shanghái (del 19 al 22 de febrero), la colección al completo se reunirá en Londres el 9 de marzo hasta que sea subastada el día 14 de ese mes en la capital británica y por internet.
Las obras coleccionadas por el fallecido artista se pondrán a la venta por un valor entre 517 dólares y 1,9 millones de dólares.
Algunas de ellas, como «Incompleta verdad» y «San Sebastián, Exquisito dolor», ambas de Hirst y elaboradas con una paloma y un buey, respectivamente -suspendidos en una solución de formaldehído en tanques-, no han viajado debido a sus grandes dimensiones y a la rapidez con la que se organizó la muestra, en poco más de una semana, según fuentes de la casa de subastes
Las ganancias de la venta irán destinadas al trabajo filantrópico que desarrolló en vida el cantante y compositor, que falleció el día de Navidad de 2016, según confirmaron dichas fuentes.
La colección, como apunta Pylkkänen, arroja también luz sobre el lado más personal de Michael, que intentó siempre preservar su vida íntima lejos de los focos y flashes de las cámaras.
«Lo que es muy interesante es que él era un hombre realmente privado y no conocemos mucho de sus gustos, de sus pasiones más allá, por supuesto, de la maravillosa música que compuso», apuntó el ejecutivo de Christie’s, antes de describir la colección como «una mirada verdaderamente interesante en el interior de la vida privada de su dueño, en la psicología de un gran coleccionista de arte, más allá del artista musical».