Gastó una suma millonaria para ser una «mujer»
Agencias.– Cada día más personas sienten la libertad de manifestar su intranquilidad respecto a la relación entre su identidad y cuerpo. Si bien hace algunos años una reasignación de género parecía imposible -por la tecnología y los prejuicios sociales- hoy las personas transgéneros cuentan con el apoyo suficiente para cumplir su sueño.
Pese a que el cuerpo humano es propio de quien lo posee -y es esa persona quien decide sobre él-, existen algunos individuos que se obsesionan con las operaciones plásticas traspasando los límites de una reasignación y llegando a costosos extremos. Este es el caso de Fulvia Pellegrino, una italiana de la comuna Peveragno que se esfuerza cada día por alcanzar el cuerpo “perfecto” y ha gastado más de $77.000 dólares en lograrlo.
Dos liposucciones, cuatro modificaciones de sus implantes mamarios y más de 150 intervenciones en sus labios, mejillas, nariz y trasero, son las operaciones a las que se ha sometido Fulvia, quien durante la adolescencia comenzó a sentirse atrapada en su propio cuerpo sin posibilidades de hacer algo para cambiarlo.
“Mi familia era muy religiosa. Tuve que vivir tras la difícil máscara de un cuerpo que no es el tuyo”, cuenta en entrevista con el portal británico Daily Mail y confiesa que en ese entonces pasaba el tiempo borracha para evadir su tristeza.
“Usaba ropa de mujer y maquillaje escondida en el garaje”, recuerda. Sin embargo, el destino de esta cosmetóloga cambió cuando conoció a Marisa, mujer con quien se casó hace 32 años (en 1984) y se convirtió en su acompañante conociendo el mundo del travestismo en algunos clubes.
Lejos de sus padres, la italiana estaba decida a operarse y asistió junto a su esposa a un psicólogo para prepararse para el tratamiento en el 2000. “Ella lo entendió desde la primera sesión, no tuvo problemas en abrir su mente”, cuenta. Desde ese momento, ambas comenzaron a asistir juntas a todas las intervenciones de Pellegrino y a las visitas médicas.
“Ahora soy el payaso de Peveragno. Apuntan a mí, hablan de mí, empiezan a inventar historias sobre mí que soy una prostituta, por ejemplo. Todos mis amigos han desaparecido, ya no me aceptan”, dice.
Pese a sus cientos de crujías plásticas, la mujer no está conforme con su apariencia. “No soy feliz con mi cara y otras partes de mi cuerpo”, confiesa y declara: “No me detendré aquí. Continuaré haciéndome cirugías estéticas hasta alcanzar la perfección”.