Ganó la vida, por María García de Fleury
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En una decisión histórica, la Corte Suprema de los Estados Unidos anuló el fallo que permitía el aborto legal en todo el país, basándose en que no existe un derecho constitucional para el aborto. La Constitución de los Estados Unidos no hace referencia al aborto. Es más, la catorceava enmienda de la Constitución señala que ningún estado privará a nadie de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal.
La nueva Ley lo que dice es que es hora de hacerle caso a la Constitución y devolverle el tema del aborto a los representantes electos del pueblo, por el cual la legislación en materia de aborto deberá ser definida por cada estado.
Ahora, el tema del aborto no está sobre la conciencia de un pequeño grupo de magistrados, sino que cada cuerpo legislativo, que son los representantes de los habitantes de ese lugar, deberán decidir si prohíben o permiten el aborto.
La decisión de revocar la Ley Roe vs. Wade, representa más que el fin de una mala ley, es una decisión que cambia el debate moral en los Estados Unidos. El alboroto por la opinión filtrada que presidió el fallo, y ahora sus consecuencias dramáticas, contiene una serie de lecciones. Primero que todo que la decisión se filtró siendo un borrador. Esta filtración es la primera vez que sucede en la historia de los Estados Unidos y en la opinión de los conocedores, la intención de quién la filtró fue tener tiempo para preparar el terreno, de modo de poder realizar manifestaciones y todo tipo de reacciones en contra, pues la publicación normal de una decisión conocida hubiera limitado la capacidad de movilización del movimiento a favor del aborto.
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