Gane quien gane presidencial argentina, abrirá la economía a los mercados
AFP.- Cualquiera de los tres candidatos presidenciales argentinos en carrera, uno oficialista o dos opositores, apuntarán a reordenar desequilibrios económicos y estimular inversiones privadas, gane quien gane las elecciones de octubre.
Analistas económicos señalaron a la AFP que nada será igual sea cual fuere el resultado de los comicios generales del 25 de octubre, tras 12 años de kirchnerismo (peronismo de centroizquierda) en el poder.
El oficialista Daniel Scioli, gobernador de la gigante provincia de Buenos Aires (casi 40% del padrón), con apoyo de la presidenta Cristina Kirchner, fue el más votado (38%) en las primarias nacionales del 9 de agosto. El conservador Mauricio Macri fue segundo (30%) y el exkirchnerista Massa, tercero (20%).
«En el caso de Scioli, cualquier corrección tendrá una cuota alta de gradualismo. Massa y Macri harían un ajuste tradicional», señaló Pablo Tigani, director de la consulora Hacer.
Kirchner no está habilitada por la Constitución para un tercer mandato tras ser reelegida en 2011. Fue su extinto marido, el expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), quien inició un modelo de estímulo al consumo y la industria, con alza de salarios, estatizaciones, tarifas subsidiadas en servicios públicos, control cambiario y freno a importaciones.
«Sea quien sea el presidente, va a haber cambios. Lo grave es que se está encareciendo el peso respecto del dólar y de las monedas de los socios comerciales del país», dijo Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina que pronostica una devaluación.
«Necesariamente va a venir un cambio en economía, incluso por cuestiones de lectura política. Cualquier gobierno que asuma no va a tener mayorías automáticas en el Congreso», como las tiene Kirchner, dijo Juan Pablo Ronderos, analista de la firma Abeceb.com.
– Billetes verdes –
Scioli es peronista como Kirchner pero sin su tono radicalizado. El conservador Macri es un magnate defensor de la libertad de empresa. Massa es un peronista que trata de ser equidistante de ambos. Pero la economía no es tema de campaña.
«La percepción de la economía tiene que ver con ‘el metro cuadrado’ del elector. Tiene heladera llena, plasma en la pared y le alcanzan sus ingresos», dijo Pablo Knopoff, de la consultora Isonomía.
Por eso, hasta Macri cambió discurso y reivindicó estatizaciones de la petrolera YPF, Aerolíneas Argentinas y fondos jubilatorios. Elogió el subsidio por hijo que cobran 3,5 millones de personas en situación de pobreza.
Pero el déficit fiscal crece por arriba del 5%. El superávit comercial se diluye. Baja el precio de la soja, el ‘oro verde’ que siembra el campo y hace llover dólares.
La economía dejó de crecer al 8% anual como en la época dorada del kirchnerismo. Ahora luce estancada o con avance raquítico. El desempleo no creció y se mantiene en 7% pero la inflación sigue por encima del 20% anual.
«Si el gobierno electo quiere mantener políticas similares al kirchnerismo, va a tener que corregir el atraso del tipo de cambio real. Esto tendrá un costo político para el presidente elegido», dijo Sigaut Gravina.
– La deuda y Brasil –
Las exportaciones argentinas se debilitaron sin remedio cuando entró en un tobogán la economía de Brasil, su mayor comprador.
Para colmo la devaluación del yuan chino arroja sombrías perspectivas. China es un gran comprador de alimentos. Sus productos podrían invadir mercados como el argentino.
«Es evidente que hay desequilibrios macroeconómicos, pero Argentina está desendeudada. No veo ningún tema fiscal, cambiario o monetario que sea una amenaza insalvable», afirmó Tigani.
La nación sudamericana reestructuró el 93% de la deuda en ‘default’ por casi 100.000 millones de dólares. Se automarginó de los mercados para desendeudarse.
Pero un 7% de bonistas rebeldes, los ‘fondos buitres’ (especulativos), le activaron una bomba de tiempo con un juicio en Nueva York que es un dolor de cabeza.
El padre de aquel canje exitoso, el exministro de Economía, Roberto Lavagna, afirmó que «el gran riesgo es caer en políticas de ajuste».
Una salida sería la recomendada por Ronderos: «El problema de los ‘holdouts’ (litigantes) deberá pasar por el Congreso, con una ley. El gobierno va a tener que generar consensos». Si es así, otra Argentina se avecina.