+FOTOS y VIDEO| Papa Francisco concluye viaje a Egipto pidiendo fortaleza - 800Noticias
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Agencias

Con el eco aún fresco de los atentados que hace tres semanas segaron 47 vidas en dos iglesias de Egipto, el Papa Francisco celebró este sábado  el acto más multitudinario y emotivo de su fugaz periplo de 36 horas por Egipto. Una misa en el blindado estadio de la Fuerza Aérea en la que el Pontífice ha reiterado su llamada a profesar «la cultura del encuentro» y mantener viva la esperanza.

El sol caía inclemente sobre el césped del estadio de la Fuerza Aérea, plantado en un árido arrabal de El Cairo, cuando la figura de Papa Francisco -a bordo de un carro de golf- se deslizó por uno de los laterales. Entonces un electrizante mugir de vítores, aplausos y vuvuzelas atronó el coliseo. «Aún me cuesta creerlo. Esto es un sueño. El Papa ha insistido en venir pese a los últimos atentados y le agradecemos que no tenga miedo», susurró Amira Yacub, una joyera protestante de 59 años desde el graderío.

El Papa en el estadio "30 de junio" del Ejército del Aire de El Cairo.

Blindado por tanques y helicópteros militares, el pontífice ha concluido su viaje de 36 horas por Egipto con una multitudinaria misa en un aislado complejo militar. Su homilía -convertida en una apelación a resistir- congregó a 10.000 fieles, excitados por las palabras de aliento. «No tengais miedo a amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente», clamó el argentino. «Francisco ha dicho todo lo que quería escuchar de él. Nos ha animado a proteger nuestra fe y a caminar en la unión de las iglesias«, admitió el joven Samir Naher, pertrechado con toda la mercadotecnia de un periplo tan fugaz como trascendente para una región demediada por los conflictos sectarios. Preparada al detalle, la ceremonia tuvo incluso su propio himno. «Papa de la paz, en el Egipto de la paz, pastor de la paz», cantó un coro mientras Bergoglio recorría la alfombra roja hacia el altar.

El papa Francisco, rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad, oficia una misa en un estadio en Egipto.

«Nos ha cautivado. El Papa Francisco puede hacer mucho por nosotros«, relató el activista copto Naguib Gibrail apostado en las primeras bancadas junto a la tribuna. A pesar de su encendida fascinación por el sucesor de San Pedro, Gibrail recibió con recelos la invitación a «vivir la cultura del encuentro, el dialogo, el respeto y la fraternidad», voceada por vez primera el viernes desde Al Azhar, el faro del islam suní.

«Ahmed el Tayeb [gran jeque de Al Azhar] y el Papa declararon que el islam no es terrorismo pero a diario escuchamos comunicados muy dañinos que incitan al odio. Queremos que las palabras se conviertan en hechos y que Al Azhar comience cambiando sus libros de enseñanza«, arguyó el letrado, uno de los rostros más combativos de la minoría ortodoxa copta, que representa alrededor del ocho por ciento de la población egipcia. Frente a las dudas que suscita la reforma del diálogo religioso, Francisco abogó por la caridad, «el único extremismo que se permite a los creyentes».

«La verdadera fe es la que nos hace mas caritativos, mas misericordiosos, mas honestos y mas humanos; es la que anima los corazones para llevarlos a amar a todos gratuitamente, sin distinción y sin preferencias, es la que nos hace ver al otro no como a un enemigo para derrotar, sino como a un hermano para amar, servir y ayudar».

Una desconfianza en el remozado de la prédica islámica -un mantra desde que el ex jefe del ejército ocupara «manu militari» palacio- que también esbozó Fatima Naut, una escritora musulmana condenada a tres años de cárcel por «despreciar la religión islámica y una de sus festividades».

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