+FOTOS | Migrante hondureño camino a EEUU: «Lo que diga Dios»
EFE
En su natal Ocotepeque, departamento del mismo nombre, en el occidente de Honduras, Rafael Paz se ha venido ganando la vida como conductor de una mototaxi, la que hoy dejó, y con su esposa y sus dos hijos salieron hacia la frontera con Guatemala, «a ver lo que dice Dios».
«No sé por dónde van -los de la caravana con centenares de migrantes que el sábado salieron de San Pedro Sula, norte, y ahora están cruzando Guatemala- pero esperamos alcanzarlos, vamos a ver a lo que diga Dios. Solo con Dios podemos ir nosotros», dijo Rafael a Efe, cerca del punto fronterizo de Agua Caliente.
Caía la tarde en la frontera de Agua Caliente, entre Honduras y Guatemala, con un cielo gris y lluvioso, como si la tierra de Rafael estuviera llorando por la partida de tantos hondureños, nadie sabe con precisión cuántos, entre hombres, mujeres y niños, que quieren llegar a Estados Unidos.
De muchos de los migrantes que hablaron con Efe entre el primer reten militar y policial y el punto aduanero común entre los las dos naciones centroamericanas, la opinión generalizada fue que se están marchando de su país porque no hay trabajo, ni seguridad.
Rafael, quien además indicó que dejó en Ocotepeque, a pocos kilómetros de Agua Caliente, a su padre con otros seis de sus hermanos, recalcó que «el Gobierno solo promete», que están «cansados de eso» y que «aquí la vida es difícil».
Efe no pudo verificar si Rafael, su esposa Elsa y sus dos hijos, el mayor de quince años y el menor, de catorce meses de nacido, se quedaron a pernoctar en la frontera o si pudieron ingresar a territorio guatemalteco por «puntos ciegos».
Él, era uno de los muchos migrantes, en su mayoría en grupos de entre cinco y alrededor de quince, que caminaban hacia Agua Caliente, mientras que otros descansaban apostados en el pavimento o bajo alguna carpa, algunos frustrados porque fueron regresados a su país desde Guatemala. «Venimos derrotados», expresó uno de ellos.
«Nos engañaron, nos dijeron que nos darían un papel en migración, en la frontera, para que poder circular por Guatemala sin problemas, nos tomaron nuestros documentos, nos pusieron en fila y nos mandaron en buses, pero al llegar a la frontera nos dijeron que no podíamos estar en Guatemala», relató a Efe otro de los migrantes.
El mismo migrante indicó que habían ingresado hoy a Guatemala «por veredas», porque sabían que «en el punto de migración de ese país en Agua Caliente no estaban dejando pasar a los hondureños».
Del lado de Honduras, el subdirector de Migración, Carlos Cordero, dijo a Efe que su país «tiene sus fronteras abiertas», pero que «Guatemala ha decidido», desde el martes, «no estar trabajando la parte de migración».
«Nosotros sí estamos haciendo la recepción de las personas que han tenido un retorno voluntario, los estamos registrando y les estamos dando la asistencia para que puedan regresar a sus lugares de origen», añadió Cordero.
El funcionario hondureño señaló que no tenía en ese momento un registro de cuántos, mostrando sus papeles para el registro migratorio, desde que el sábado cruzó la caravana que salió de San Pedro Sula, ni los que han retornado «voluntariamente» desde de Guatemala, pero que en ambos casos son en número considerable.
«Ahora acaba de llegar -desde Guatemala- un grupo de unas 60 o 70 personas, las estamos registrando, en la mañana tuvimos un grupo de 42, se les brindó asistencia médica, se les dio alimentación y un medio de transporte que les llevó a San Pedro Sula», agregó.
Ariel Contreras, un migrante oriundo de Nacaome, en el sureño departamento de Valle, dijo que no le dejaron pasar en Migración de Honduras, pese a llevar su pasaporte, el que mostró a Efe.
Cordero respondió al respecto que puede registrarse sin problemas, pero no podrá hacerlo en el lado de Guatemala porque ese país «no está haciendo el control migratorio», es «una decisión de Estado soberano».
En Agua Caliente sí están circulando los contenedores de uno y otro país con mercadería, mientras que los autobuses hondureños llegan hasta un retén, a varios kilómetros de la frontera común.
A todos los pasajeros por igual, miembros de la Policía Nacional les piden bajar y mostrar sus documentos, algunos llevan el carné de identidad y otros la partida de nacimiento.
Después de una «revisión de rutina» de documentos, según uno de los policías, para verificar que no tienen cuentas pendientes con la justicia, se les permite continuar su camino.
«Nos vamos del país», «no podemos vivir sin trabajo», «vamos para Estados Unidos», aseguraron a Efe algunos de los muchos pasajeros.