+ FOTOS | Impotencia e indignación prevaleció en la monumental cola del BCV
Dulce Rodríguez
La cola recorría en zigzag la avenida Urdaneta hasta llegar a la avenida Fuerzas Armadas, aproximadamente 30 cuadras en pleno zona central de Caracas.
La Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Casa Militar y la Policía Nacional Bolivariana (PNB) custodiaban la infinita fila de mujeres con bebes en brazo, hombres, niños y adolescentes que aguardaban bajo el sol o cubiertos por sombrillas para cambiar los billetes de 100 bolívares en el Banco Central de Venezuela (BCV).
Una funcionaria que vestía una franela con el logo del BCV informó: “No se está canjeando el dinero, solo se reciben depósitos. Están dispuestas 30 taquillas que trabajaran hoy hasta las 4:30 pm. Tienen que recordar que el presidente Maduro anoche redujo el plazo a solo cinco días, por lo que el proceso se mantendrá hasta el 20 de diciembre”.
Las personas indignadas decían que habían ido a cambiar los billetes de 100 no a depositarlos. «Queremos el efectivo, tenemos hambre», se escuchaba entre la gente.
Ciro Vásquez, adulto mayor, que viajó desde Barlovento para canjear 10.000 bolívares dijo “este Gobierno ha puesto al pueblo a pasar trabajo como ningún otro gobierno y todavía se atreven a hablar de amor y explicar que lo que hacen es por el bienestar del país. Son una cuerda de bandidos que impotencia”.
Lucía Vásquez, de 69 años de edad, e invidente, tenía ocho horas desde que salió de su casa en Guarenas. No había desayunado y tampoco sabía qué hacer.
“Me mandan de una cola para otra. Cada persona dice algo diferente. Está medida no funciona, alguien tiene que pensar en nosotros y ayudarnos”, indicó exaltada y agregó «yo vine a cambiar los billetes por otros porque necesito comprar comida».
Había dos colas, una para la tercera edad e invidentes y otra para el resto de los ciudadanos. La extensión de ambas filas se perdía de vista en el horizonte.
Hasta el medio día los bomberos habían atendido 12 casos de adultos mayores con dolor de cabeza, debilidad y mareos porque no habían desayunado y tenían muchas horas parados bajo el sol, informo Wilmer Chacón, analista de seguridad.
Los comerciantes informales aceptaban los billetes de 100 bolívares mientras que en las luncherías y pequeños comercios se negaban a recibirlos y tampoco les funcionaba el punto de venta.