+FOTOS | Gabriel Boric, de líder estudiantil a presidente milenial
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Definitivamente, Gabriel Boric era un candidato improbable. A comienzo de año ni siquiera tenía la edad para poder postular a la Presidencia de Chile porque recién cumplió los 35 años en febrero. También era improbable porque el candidato de izquierda que encabezaba las encuestas era el comunista Daniel Jadue a quien derrotó por más de 400.000 votos en las primarias presidenciales.
Ya en el pasado había derrotado a otra comunista, la actual diputada Camila Vallejos, a quien le arrebató la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, cuando era estudiante de derecho. En 2009 se hizo conocido por encabezar un paro de 44 días para derrocar al decano, cuestión que logró. Sin embargo, su paso por esa escuela no se coronó con un éxito: no tiene aún el título profesional porque fue reprobado en el examen de grado.
En 2011 encabezó junto a otros dirigentes universitarios las protestas contra el primer gobierno de Sebastián Piñera y en 2014 irrumpió con ellos en el Congreso al elegirse como diputado por Magallanes. Él ha reconocido que su único trabajo ha sido ser ayudante de cátedra en la citada escuela, pues efectivamente saltó de las aulas a la política.
Soltero, está en una relación de pareja desde hace dos años con Irina Karamanos, una científica social con estudios en educación, antropología, gestión cultural y formación ciudadana, también oriunda como él de la región más austral de Chile, Magallanes.
Ella ha sido un gran apoyo en los momentos en que la salud de Boric se ha visto afectada. En octubre reveló en Twitter que se habían «internado voluntariamente» para tratar un Trastorno Obsesivo Compulsivo, TOC, enfermedad que definió como de «pensamientos sumamente invasivos, que obligan a realizar determinadas acciones repetitivas contra las cuales es difícil luchar».
«El TOC no es sencillamente ser ordenado, muy preocupado por la limpieza o la caricatura que últimamente han hecho algunas películas. Es una batalla permanente con la mente, que puede afectar la vida cotidiana y que es muy desgastante. Afortunadamente también tiene solución», explicó en su publicación.
Arrepentimientos
Gabriel Boric pasó su niñez y adolescencia en la fría ciudad de Punta Arenas, lugar en que sus profesores del colegio particular pagado ‘The British School’ lo recuerdan como gran lector de poesía, filosofía, historia y política.
Durante la campaña, José Antonio Kast le echó en cara una serie de intervenciones en el pasado de las cuales dice hoy arrepentirse como cuando reivindicó «el legado» del grupo terrorista Frente Patriótico Manuel Rodríguez o celebró una camiseta que le regalaron donde aparecía el rostro de un senador de derecha baleado y que fue asesinado en 1991, al inicio de la democracia. Sobre ellas afirmó en la campaña que fueron un «error» y pidió perdón.
También, en su trayectoria legislativa, ha debido arrepentirse de votaciones polémicas que sus partidarios le han echado en cara como dar su apoyo para que se dictara la denominada ley antibarricadas que sanciona a los encapuchados que protestan, entre otros.
Fogueado entre estudiantes
«No es algo que haya sido planeado, pero es algo que tomo con mucho honor y mucha responsabilidad», repitió Boric en distintas oportunidades en los últimos meses , dando cuenta de que el desafío de asumir una carrera a La Moneda le llegó, al menos, anticipadamente. De hecho, un año antes de ser proclamado, él mismo descartó estar disponible para postular al cargo. Sin embargo, ante la ausencia de figuras en su coalición, el Frente Amplio, su círculo más cercano y sus partidos lo convencieron en base a una exitosa carrera política y un capital político acumulado en casi una década de actividad pública.
Y pese a que en algún momento reconoció no tener la experiencia necesaria para ser el abanderado de la izquierda, desde su niñez manifestó interés en convertirse en líder. Incluso desde que cursaba primero básico en su natal Punta Arenas, ocasión en la que escribió una carta a sus compañeros para que lo escogieran como presidente de curso. Su vínculo con la política creció bajo el alero de su padre, reconocido dirigente de la DC en Magallanes.
Sin embargo, sus intereses lo acercaron más a la tradición histórica del socialismo. Durante su época escolar en los ‘90, en l colegio The British School, participó en la refundación de la Federación de Estudiantes Secundarios de la zona.
Posteriormente, Boric, quien con 35 años se convierte en uno de los jefes de Estado más jóvenes en la historia de Chile después de José Miguel Carrera (26) y Ramón Freire (35), se trasladó a Santiago para estudiar derecho en la Universidad de Chile, periodo en el cual continuó su interés por los asuntos públicos. Superando una compleja adaptación que vivió al llegar a la capital, se sumó al colectivo Izquierda Autónoma, participando activamente en la política universitaria. Fue consejero en su facultad y posteriormente presidente del Centro de Estudiantes en 2009, liderando una protesta en contra del entonces decano Roberto Nahum.
Al año siguiente, fue electo senador universitario entre 2010 y 2011. A fines de ese año, marcado por las protestas en contra del Gobierno para empujar cambios al sistema educacional, ganó la presidencia de la Federación de Estudiantes (FECH), superando a uno de los rostros de las movilizaciones, Camila Vallejo (PC). En esa época, conoció a su par de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), Giorgio Jackson, quien más tarde se transformaría en su principal socio político. Mientras lideraban la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), ambos comenzaron a fraguar lo que después sería el Frente Amplio (FA).
Ya en 2013, los dos dirigentes decidieron dar el próximo paso: Llevar la voz de la lucha estudiantil y los movimientos sociales al Congreso Nacional. Mientras Jackson postuló en la Región Metropolitana, Boric lo hizo en su Magallanes como independiente, logrando la primera mayoría y rompiendo el binominal en los comicios de ese año.
En su primer mes en funciones, el hoy presidente electo presentó junto a su socio un proyecto de ley que buscaba reducir las dietas parlamentarias, el cual no contó con el respaldo de los bloques de derecha y centroizquierda. En poco tiempo, ambos comenzaron a liderar las encuestas como los políticos mejor evaluados del país.