+FOTOS| Conozca la playa artificial más grande del mundo - 800Noticias
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El economista.es

Las playas artificiales son una tendencia en auge. Aquellas ciudades o pueblos que no tienen el privilegio de vivir al lado del mar se deciden por construir pequeñas playas artificiales. Algunas localidades aprovechan sus ríos y construyen playas fluviales; otros se deciden por acondicionar las piscinas como si de la costa caribeña se tratara y otros se declinan por llenar de arena las azoteas de sus edificios y construir pequeños oasis playeros en plena ciudad. Excentricidades o no, lujo desmedido o no, la realidad es que disfrutar en verano de una deliciosa playa es algo que gusta a todos independientemente del grosor de su cartera.

Ahora el dilema, ¿si se tuviera la posibilidad de estar en una playa artificial donde el sol no quemase, el agua fuese dulce o se tuviesen restaurantes y lugares de compras a la vuelta de la esquina? ¿cuál sería la mejor opción? ¿playa artificial o playa de verdad?

Gustos los colores y el negocio es el negocio, o por lo menos eso el lo que cree una empresa japonesa que tiene edificada una playa artificial a escasos metros de una playa natural. La batalla natural-artificial parece que debiera ser ganada por lo natural. Sin embargo, esta piscina artificial japonesa llamada Ocean Dome es un auténtico paraíso de cemento y una de las playas artificiales más grandes del mundo. La competencia esta servida.

¿Cuál es la principal diferencia entre esta playa artificial y una playa natural? Pues el techo retráctil. A partir de una estructura metálica el cielo de la playa se puede cerrar para evitar que los rayos del sol penetren en el Ocean Dome. Los japoneses, conocedores de su delicada piel, son reacios a la toma de sol de manera prolongada. La posibilidad de disfrutar de una playa sin estar pendiente de la sombrilla o de la crema de protección solar es un lujo que muchos japonenses tienen en cuentan. Además, este techo, que es uno de los techos retráctiles más grande del mundo, posee un sistema de proyección de imágenes que convierte el frío y feo amasijo de hierro de su estructura en un perfecto cielo de verano.

Otra de las facilidades que más agradecen aquellos que se deciden por la playa artificial es el agua. En esta playa, el salitre, las algas o los posibles animalejos incómodos quedan en el olvido. Los afortunados bañistas disfrutan de una fresca agua dulce con su grado óptimo de temperatura y de olas. ¿Dónde rompen esas olas? En un magnífico arenal compuesto mayoritariamente por polvo de mármol.

Si la playa ya ha cansado y los niños tienen los dedos arrugados de tanta agua, los aledaños de esta playa artificial están preparados para ofrecer una amplia gama de actividades de entretenimiento como irse de compras, tomar un helado, cenar, jugar al tenis, al golf o disfrutar de un minisafari por la selva de plástico y sus huéspedes virtuales.

Evidentemente, todas estas actividades no están incorporadas en el precio por entrar a la playa artificial. Para que una familia de cinco miembros disfrute del Ocean Dome tiene que desembolsar unos 250 euros. ¿Caro o barato? Dependerá de la economía de cada familia pero con una playa gratuita a escasos metros el gasto parece, como poco, llamativo.

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