+FOTO | Médico venezolano cuelga las batas y abre un comedor para desposeídos - 800Noticias
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Reportaje El Nuevo Herald

Benito Prieto estaba en la puerta de la Casa de María, saludando a los venezolanos hambrientos que hacen fila a diario en este comedor benéfico que ayudó a fundar en Propatria, una de las zonas más pobres y peligrosas de Caracas.

Allí le dio la bienvenida a Israel Vásquez, un diabético de 55 años a quien le amputaron una pierna, y lo ayudó a avanzar al frente de la fila.

“Las amputaciones se han vuelto muy comunes entre los diabéticos”, dijo. “No pueden encontrar sus medicamentos, así que cuando las heridas se infectan la única solución es la amputación”.

En un país abrumado por la crisis económica, donde cualquiera que haya podido marcharse ya lo ha hecho, Prieto, psiquiatra de 84 años y director retirado de recursos humanos, decidió quedarse, para ayudar, con su propio dinero y donaciones de otros.

“No voy a abandonar el barco cuando se está hundiendo”, dijo Prieto. “Y en este momento Venezuela es un barco que se hunde debido al hambre y la crisis humanitaria y de servicios médicos, y la hiperinflación impide que la mayoría de la gente coma. Abandonar a esta pobre gente sería lo más cobarde y desleal de mi parte”.

Según las estadísticas más recientes de la Organización Internacional para las Migraciones, más de 900.000 venezolanos han abandonado el país desde el 2015. Y en Estados Unidos hay más solicitantes de asilo de Venezuela que de cualquier otro país, según cifras del Servicio de Ciudadanía e Inmigración.

Prieto, un hombre profundamente religioso que una vez pensó en ser sacerdote católico, agregó: “Necesito seguir lo que Jesús dijo de una manera que tenga sentido para mí. Así que me quedo y hago mi parte”.

Hace 20 años, Prieto y un grupo de amigos crearon la Casa de María. Comenzaron con unas 20 comidas diarias, pero pronto más de 100 personas llegaban al lugar para comer y Prieto se dio cuenta que la organización necesitaba un cocinero y más personal.

Ahora todos los amigos que comenzaron esto conmigo han fallecido, se han marchado del país o ya no pueden participar por problemas de salud”, dijo Prieto. “Pero yo sigo aquí”.

Contó que su decisión de abrir el comedor benéfico surgió durante una crisis espiritual. “Durante 65 años pude vivir una vida en que me mantenía yo y a mis hijos. Ganaba todo el dinero que necesitaba para mantener a mi familia y educar a mis hijos… Entonces pensé que todos morimos un día y no podemos llevarnos nada material, solamente nuestras acciones. Así que tenía que buscar otra cosa”.

Pero ahora, con una escasez de alimentos tan fuerte que la mayoría de los venezolanos han perdido peso corporal, piensa que el comedor tiene un papel mucho mayor del que había imaginado.

“Cuando empezamos, y durante muchos años, nunca pensamos que llegaríamos a este punto” dijo. “Pero ahora tenemos un papel humanitario vital. Al principio, abrimos para alimentar a mujeres y niños abandonados, y desamparados en la plaza, pero la nueva realidad nos ha convertido en la única ayuda para sobrevivir que tienen muchas personas”.

Uno de sus tres hijos, Luis Arturo Prieto, es ciudadano estadounidense, vive en Boca Ratón y administra una compañía de lavado en seco. Este antiguo productor de televisión en Caracas decidió emigrar debido a los problemas de seguridad. Antes de mudarse a la Florida, estuvo varios meses yendo con su padre a Propatria y estaba preocupado por él y los peligros de la zona.

“No era un vecindario seguro, pero mi padre se las arregló”, dijo. “He pedido a mis padres que vengan a vivir aquí, pero se niegan. Mi padre es muy comprometido y quiere ayudar a todos, pero es una de esas personas que nunca se atribuye los méritos”.

En Caracas, Prieto vive del dinero que gana de algunas propiedades que alquila y de un puñado de pacientes psiquiátricos que atiende. Su trabajo en la Casa de María le ocupa la mayor parte del tiempo y la energía.

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