FMI y el Banco Mundial centran su atención en la crisis venezolana
EFE
Las tensiones comerciales y la crisis de Venezuela centraron esta semana las discusiones de la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM), en las que se volvieron a constatar los límites del multilateralismo.
Además, y pese a un cierto optimismo ante un probable repunte de finales de año, los ataques del presidente estadounidense, Donald Trump, a la Reserva Federal (Fed) han renovado el estupor entre los participantes.
«Estoy preocupado por la independencia de los bancos centrales en otros países, sobre todo en la jurisdicción más importante del mundo», dijo este sábado Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), en un comentario tan explícito como poco habitual sobre Estados Unidos.
Ese mensaje no pareció afectar a Trump, quien este domingo reiteró en un tuit que «si la Fed hubiera hecho bien su trabajo, algo que no ha pasado, la bolsa habría subido» más y el PIB de EE.UU. «habría superado el 4 % en lugar del 3 %, sin casi inflación».
La independencia de los bancos centrales es una de las bases de la ortodoxia económica, por lo que las recomendaciones de Trump de que la Fed recorte los tipos de interés han supuesto una nueva fuente de inquietud.
No son, sin embargo, aisladas, ya que otros países como Turquía e India han expresado incomodidad con la política monetaria de sus bancos centrales.
El encuentro, en el que coinciden ministros y banqueros centrales de todo el mundo, supone un termómetro sobre la salud de la economía global y la efectividad del multilateralismo para resolver los retos.
De nuevo se reivindicó la importancia del libre comercio y, de nuevo, Trump hizo oídos sordos al anunciar nuevas amenazas de aranceles, en esta ocasión a la Unión Europea (UE), desde la Casa Blanca, apenas a cuatro manzanas de la sede del FMI en Washington.
Todo ello en un entorno mundial sumamente complejo, con altos niveles de deuda global y unas «condiciones financieras muy volátiles», que han provocado una ralentización económica.
Las nuevas previsiones del Fondo para este año son del 3,3 % para la economía global, 2 décimas menos que en enero, y el menor ritmo desde 2009.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, repitió durante la semana el mantra del «momento delicado» de la economía mundial, algo de lo que se hicieron eco otros asistentes.
«Hay mucho ruido en la economía global, los inversores están aplazando sus decisiones» a la espera de que se aclaren las perspectivas, señaló Carlos Urzúa, secretario de Hacienda de México, en rueda de prensa.
A esta larga lista de incertidumbres, se suma la «dramática» situación que vive Venezuela, en palabras de Lagarde.
En casi todas las reuniones, comentaron varias fuentes participantes, la crisis venezolana fue uno de los temas a tratar y de los que más preocupación generó.
En una entrevista con Efe el jueves pasado, Lagarde aseguró que la institución está lista para el día en que Venezuela «diga: por favor, vengan a ayudar», aunque remarcó que el respaldo necesitado será «enorme».
Además, la crisis venezolana tiene múltiples aristas más allá de la economía, como la migratoria, con implicaciones en toda la región.
Axel van Trotsenburg, vicepresidente del BM para América Latina, remarcó que la «masiva y rápida migración» desde Venezuela es un desafío humanitario «sin precedentes» en la región, con más de 3,7 venezolanos que han abandonado el país en los últimos años.
Trotsenburg subrayó que es «la segunda mayor crisis» de desplazados en el mundo, después de la provocada por la guerra en Siria.
Pero el diagnóstico y la voluntad de gran parte de la comunidad internacional de ofrecer ayuda a Venezuela, cuya trágica situación económica nadie rechaza, choca con cuestiones de orden geopolítico.
La normativa del Fondo impide que ofrezca asistencia al líder opositor Juan Guaidó, que se proclamó presidente en enero pasado tras declarar ilegítimo el nuevo mandato de Nicolás Maduro, mientras no haya consenso entre sus miembros sobre si le reconocen.
Más de 50 países, liderados por Estados Unidos y la mayor parte de Latinoamérica, han reconocido a Guaidó como presidente interino de Venezuela, pero algunas naciones con importante peso dentro del FMI, como Rusia y China, siguen respaldando a Maduro.
«Hay algunos miembros examinando su posición, y en cuanto eso ocurra y podamos identificar a las autoridades, estamos preparados para actuar, y desplegar todos nuestros recursos si se nos pide ayudar, junto con otros», dijo Lagarde este sábado.
Preguntada por Efe por si había conversado últimamente con Guaidó o Maduro, la directora gerente, negó cualquier contacto, en un reconocimiento implícito del estancamiento.
«No, no he tenido conversaciones con ninguno de los dos», recalcó Lagarde.