FARC piden perdón «con humildad» por matanza de 35 personas en Colombia
EFE
Las FARC pidieron hoy perdón por la matanza de 35 personas perpetrada el 23 de enero de 1994 en La Chinita, un humilde sector del barrio Obrero de Apartadó, próspera localidad agroindustrial del departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia.
«Compenetrados con el más profundo sentimiento de humanidad y de respeto hemos venido a La Chinita 22 años después de aquel triste 23 de enero con el corazón compungido a pedirles perdón con humildad por todo el dolor que hayamos podido causar en el transcurso de esta guerra», dijo el jefe negociador de las FARC en los diálogos de paz, Luciano Marín, alias «Iván Márquez».
En el acto, celebrado en el colegio San Pedro Claver de Apartadó, alias «Iván Márquez» afirmó: «los muertos de La Chinita son también nuestros muertos porque así lo sabemos, lo sentimos de corazón».
La matanza de La Chinita, una calle estrecha del barrio Obrero, fue perpetrada cuando vecinos que participaban aquella noche en una fiesta fueron atacados con disparos de fusil por miembros del V Frente de las FARC en guerra contra desmovilizados de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL).
«Jamás debió ocurrir lo ocurrido en aquella noche», agregó el jefe guerrillero, quien dijo que «nunca el mando de las FARC ordenó tal atrocidad pero aquí estamos para responder como colectivo, como organización».
Al referirse a los 34 hombres y la mujer asesinados esa noche de terror, «Iván Márquez» dijo que los miembros de las FARC quieren «rendirle tributo reconociendo su inocencia y su amor por la vida».
«Queremos restablecer las relaciones que nos dañó la violencia, por eso hemos venido a hablarle a los corazones heridos», agregó el jefe guerrillero, en el acto de reconocimiento de responsabilidad en el que también estuvieron otros mandos de las FARC como Félix Muñoz, alias «Pastor Alape», y Luis Óscar Úsuga, alias «Isaías Trujillo».
Tras recordar que «todos en la vida hemos cometido errores, algunos con consecuencias más graves que otras», Márquez añadió que «hablar con la verdad pura y limpia sana las heridas del alma por muy profundas que éstas sean».
«‘Quien esté sin pecado que tire la primera piedra’, nos dice Jesús el Nazareno», manifestó el jefe de las FARC, quien abogó para que, como consecuencia del acuerdo de paz firmado el pasado 26 de septiembre con el Gobierno, se produzca «el alejamiento definitivo de las armas de la política».
«Queremos reiterarle al Gobierno para que convengamos un día en que todos los involucrados en el conflicto (…) hagamos un reconocimiento de responsabilidad y nos comprometamos resueltamente con un nunca más», expresó.
La matanza de La Chinita es una de las peores cometidas por las FARC junto con la de Bojayá, en el departamento selvático del Chocó, donde el 2 de mayo de 2002 murieron entre 74 y 119 personas al caer sobre la iglesia en la que se habían refugiado cerca de 300 habitantes de la localidad una bomba lanzada por esa guerrilla durante un combate con paramilitares.
Por esa matanza, «Iván Márquez» y «Pastor Alape» también pidieron perdón ayer en un acto celebrado en la reconstruida iglesia, a la que donaron un Cristo para reemplazar el anterior, hecho trizas en el ataque.
«Las víctimas de La Chinita sí perdonamos», repitieron varias veces los familiares de los que murieron en esa matanza en el acto en el que también estuvieron presentes el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo; la consejera para los Derechos Humanos, Paula Gaviria, y representantes de diversas organizaciones internacionales.
Jaramillo dijo que «escasamente otra región del país vivió tan de cerca la combinación de las armas con la política como lo vivió el Urabá», zona de al frontera con Panamá donde está Apartadó.
El alcalde de Apartadó, Eliécer Arteaga Vargas, elogió «la valentía de las víctimas para perdonar a los señores de las FARC»
«Hoy no es un día para festejar, hoy es un día para reflexionar, para meditar porque es pensar hasta dónde nos estaba llevando esta guerra maldita», dijo el alcalde, quien pidió «la verdad, que no se vuelva a repetir, que trabajemos en la construcción de este proceso».