+VIDEO | Exponen obras dedicadas a la vida de Picasso con su primera mujer - 800Noticias
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EFE

Descubrir la relación íntima entre la vida y la obra de Pablo Picasso a través de su primera mujer, Olga Khokhlova, es el objetivo de la primera exposición dedicada en París a la bailarina de origen ruso en el centenario del primer encuentro de la pareja.

Más de 350 obras cubren un periodo de casi veinte años, desde que conoció al artista en 1917 en Roma hasta su separación definitiva en 1935, en una muestra presentada hoy en el Museo Picasso de París y que permanecerá abierta al público hasta el próximo 3 de septiembre.

Representada con frecuencia como una persona melancólica y triste por el pintor malagueño, la exposición revela la tragedia de la familia Khokhlova, con estrechos vínculos con la Rusia Imperial durante la revolución bolchevique, gracias a cartas y fotografías inéditas de la bailarina.

También se «pone en evidencia» la distancia que existe en ocasiones entre la modelo y la imagen que Picasso plasma de ella en su obra gracias a unos vídeos caseros, filmados a principio de los años treinta, que muestran a una Olga extrovertida y sonriente.

Una relación fundamental para comprender la obra de Picasso, un artista que plasmó sus vivencias en sus pinturas como si se tratase de las páginas de un diario, señaló a Efe una de la comisarias de la exposición, Emilia Philippot.

Por ello, la exposición propone un recorrido por las primeras obras inspiradas por Olga entre 1917 y el principio de los años veinte, un momento en el que «ocupa un lugar fundamental», llegando a ser «la figura femenina más representada» hasta que Picasso conoció en 1927 a Marie-Thérèse Walter, que pasó a ser su amante.

Picasso dibujó a la bailarina rusa de forma «más bien clásica» al comienzo de su relación, con un trazo realista en las antípodas de la experimentación de «Las señoritas de Aviñón», pero con el nacimiento de su hijo Paul en 1921 el artista pasó a representarla como una «figura universal» que idealiza la «maternidad».

Durante ese periodo, pintó numerosas escenas familiares «de una dulzura inédita» pero la pareja comenzó a distanciarse, explicó Philippot, hasta que a mediados de los años veinte se produjo una verdadera «metamorfosis», donde Olga pasó a ser representada como «el arquetipo de la mujer castradora».

El gran baúl de viaje que la bailarina guardó durante toda su vida y que preside una de las salas de la exposición arroja luz sobre su historia familiar: desde la desaparición de su padre y sus hermanos tras haber integrado la contrarrevolucionaria Guardia Blanca hasta la pérdida de contacto con su familia y la caída de esta en la pobreza.

Más de cien fotografías de su vida con el pintor a las que se suman numerosas cartas escritas en francés y en ruso fueron descubiertas en el interior de la maleta por uno de los nietos de la bailarina del Ballet Ruso y del pintor, Bernard Ruiz-Picasso.

La relación entre Picasso y Olga se «crispó» con la llegada de una nueva mujer en la vida del genio andaluz.

Ese momento quedó plasmado en la obra del artista, definido con frecuencia como mujeriego o machista, y desembocó en la separación definitiva de la bailarina rusa, con la que sin embargo permaneció casado hasta la muerte de esta en 1955, ya que el gobierno franquista nunca permitió su divorcio.

Casi enfrentados en los muros del museo pueden observarse los retratos consagrados a Olga a finales de los años veinte, pintada en «tonos grisáceos» y posturas «a menudo inquietantes y brutales», y los que representan a Marie-Thérèse, donde aparece en posturas «más eróticas» y que cuenta con una «paleta más fresca».

La exposición viajará a Moscú este otoño pero no es la única que se presenta en este momento del «último gran maestro de la pintura moderna»: se le suman dos muestras más en Francia, otra en el Museo Reina Sofía de Madrid, pero también en países como Italia o Marruecos.

pablo picasso

 

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