Exiliados y opositores políticos, una sola voz contra Maduro en Bogotá
EFE
En la Plaza de Bolívar de Bogotá resuenan los mensajes contrarios al chavismo; al acto de este sábado acuden, principalmente, simpatizantes del autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, mientras el escenario se convierte en un altavoz para opositores y disidentes del régimen.
Entre los asistentes y voceros se encuentran figuras destacadas de la oposición venezolana.
Como Freddy Guevara, padre del diputado del mismo nombre refugiado en la embajada de Chile desde hace casi 15 meses. O el congresista Wilmer Azuaje, encarcelado dos veces y que denuncia haber sido víctima de torturas.
Con una camiseta con el rostro de su hijo, Guevara padre explica a Efe que la libertad del diputado «no va a ser posible sin el cambio del régimen», y que «la libertad económica» tampoco.
«No es cambiar una ley, es más allá; esto es una solución política. Todos los problemas de Venezuela vienen por un régimen que no quiere cambiar, que quiere permanecer en el poder de forma indefinida y tener poder por el poder», expresa Guevara.
También se refirió a la detención en Caracas de tres periodistas de la Agencia Efe por parte de los servicios de inteligencia venezolanos: «El Gobierno le teme a la palabra».
El exdiputado chavista Germán Ferrer, esposo de la exfiscal de Venezuela Luisa Ortega, atiende a Efe antes de subir al escenario y participar en uno de los discursos.
«No entendemos cómo algunos países no nos acompañan en esto. Inclusive hacemos un llamado a Rusia y a China, que tienen grandes negocios con Venezuela, pero que esos negocios redundan en la muerte de muchos venezolanos», considera.
El marido de la exfiscal, que también se considera chavista, emplaza también a la Unión Europea que «acompañe» al pueblo venezolano en sus protestas.
Enfático, Wilmer Azuaje se pregunta cuánto durará «tanto odio, tanta mezquindad» y hasta cuando Nicolás Maduro se «aferrará al poder».
«Soy el primer diputado de la historia del mundo que en dos oportunidades le han allanado la inmunidad y lo han metido preso. Mas sin embargo te manifiesto que no tengo odio contra ellos, en mi corazón no hay odio», concluye este legislador de la Mesa de la Unidad Popular, que fue expulsado del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela en 2008.
Una de las palabras más repetidas por los manifestantes es la de «esperanza».
Danelis Zambrano la pronuncia, con los ojos iluminados, cuando se le pregunta por Juan Guaidó, a quien no considera «autoproclamado» sino «legítimo».
Ella, una de las líderes de Voluntad Popular, el partido de Guaidó, considera que «20 años de destrozos no van a ser fáciles de reparar» y añade: «Si nos hubiésemos quedado, ahora estaríamos presos».
Zambrano utiliza el plural porque a su lado está Cristian Carrasquero, otro de los dirigentes de Voluntad Popular, no titubea al llamar «narcodictadura» al régimen bolivariano.
Ambos llevan una camiseta naranja con el rostro del dirigente Leopoldo López.
Los opositores no dudan en lanzar un mensaje al actor que tiene la llave de la caída del gobierno de Maduro, o de su continuidad: las Fuerzas Armadas.
«Tienen que ponerse del lado correcto de la historia. Que aprovechen la amnistía», considera Francine Howard, coordinadora de Voluntad Popular en Colombia, convencida del fin de Nicolás Maduro.
«Lo traumático de la salida depende de él. Que se va, se va. Qué tan traumático sea, depende de él», sentencia.
En esta línea también se expresa Ferrer, que opina que en Venezuela «no se puede plantear más el diálogo con Nicolás Maduro», ya que éste «lo único que tiene que hacer» es salir del Gobierno.
Entre los venezolanos del común de la Plaza de Bolívar está Giovannis, que lleva ocho años en Colombia y lamenta las «inseguridades» y la «escasez» que dice agobian a su país.
«Cuando se proclamó Guaidó, hasta lloré», dice este joven, que participa en la concentración con una bandera de Venezuela atada al cuello.
José Portillo vive desde hace siete meses en Bogotá, donde trabaja como celador, y en Venezuela estuvo preso tras ser detenido en una propuesta.
Militante de Voluntad Popular, dice que durante su cautiverio le arrancaron dos dientes y que, como consecuencia, tiene que utilizar una placa en la boca.
«No quiero imaginarme lo que están pasando los ‘chamos’ (muchachos) que ahora están siendo arrestados», se lamenta.
Este sábado la Plaza de Bolívar parecía un mitin de Voluntad Popular, por las arengas de los políticos a los concentrados, en las que clamaban por sentar las bases «de la nueva democracia de Venezuela».