Exasesor de Chávez: «EEUU ve en Venezuela una victoria barata porque Maduro ya no tiene fuerza»
Agencias
El fallecido mandatario hizo suyo ese concepto creado por Dieterich al punto de darle visibilidad global al mencionarlo en un discurso en la reunión del Foro Social Mundial de Porto Alegre (Brasil) en 2005.
Pero la relación entre este sociólogo alemán, residenciado en México desde hace varias décadas, y el líder de la revolución bolivariana se había iniciado varios años antes.
Ambos se habían conocido en diciembre de 1999, cuando Chávez ya mandaba en Venezuela y Dieterich era un intelectual de izquierda reconocido, que incluso contaba en su haber con un libro escrito junto al intelectual Noam Chomsky.
Desde entonces, ambos mantuvieron largas conversaciones hasta que en 2007 se produjo un distanciamiento.
Esos ocho años de contactos le dieron a Dieterich una visión de primera mano del chavismo y de muchos de sus protagonistas, incluyendo a Nicolás Maduro.
Desde esa perspectiva, Dieterich analiza en conversación con BBC Mundo la crisis desatada en Venezuela desde que Maduro asumió su segundo mandato presidencial el pasado 10 de enero, tras ganar unas elecciones que la oposición no reconoce, y tras la juramentación del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como «presidente encargado», algo que el oficialismo tacha como «intento de golpe de Estado».
Usted fue asesor del presidente Hugo Chávez, quien adoptó su concepto del socialismo del siglo XXI. ¿Cuál es su balance de lo ocurrido en Venezuela en estas últimas dos décadas?
Hugo Chávez era un cristiano comprometido con las limitaciones de un militar profesional que cuando entra en contacto con el mundo internacional aprende rápidamente y pretende realizar un proyecto de reformas estructurales en beneficio de la mayoría.
Él no tiene un nombre para ese proyecto y cuando nos conocimos él ve que el «Socialismo del siglo XXI» puede diferenciar su propuesta de todo lo demás que está en el mercado político.
Él lo adapta y diseña un modelo que funciona hasta el año 2010 y que se basa en un barril de petróleo a $120 y en la coexistencia con la burguesía.
Ese modelo empieza a hacer aguas cuando la economía mundial cambia y no se hacen las reformas estructurales necesarias para un Estado moderno, anticorrupción.
No habiendo formado jóvenes cuadros con ética política y sin haber creado un partido como conductor del proceso, este cae en manos de Maduro y se deteriora totalmente pues gira en torno a un eje: mantenerse en el poder.
Maduro desconoce las señales de la realidad como, por ejemplo, la derrota parlamentaria de 2015, las cifra de inflación indetenible y el creciente aislamiento.
Al no entender esos parámetros que muestran que el modelo está seriamente enfermo y hay que cambiarlo, entonces la espiral hacia abajo termina en lo que ahora vemos: la salida de Maduro.
En la actual crisis política en Venezuela, usted ha hablado del «asalto final del Imperio», en referencia a Estados Unidos. ¿Desde su punto de vista, cuál es el rol que tiene el gobierno de Donald Trump en esta situación?
En el último año Donald Trump entró en una fase de debilidad, básicamente porque perdió las elecciones de mitad de período frente a los demócratas y porque parece que sí se puede comprobar la colusión con Rusia para ganar la campaña electoral y, por lo tanto, es probable que terminen en un impeachment (juicio político)muy pronto.
Está tan debilitado que necesita algún tipo de éxito. Los generales abandonaron el gabinete y él queda con una tropa de ideólogos muy peligrosos para la paz mundial como el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, o el secretario de Estado, Mike Pompeo.
Esa gente ve que aquí puede haber una victoria barata en América Latina porque el régimen de Maduro ya no tiene fuerza. Dicen: ‘Vamos a aprovechar para sacar a Maduro, eso puede ser un gran éxito para la democracia y Trump será el responsable de eso’.
Así arreció la política contra Maduro. Le confiscan Citgo, le bloquean el financiamiento y amenazan militarmente con la alianza con Colombia y Brasil.
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Entonces, queda completamente claro que Maduro no tiene salvación porque Europa, Estados Unidos, Japón y los países importantes sudamericanos se unen a esa agresión.
Es un ataque tan abrumador que queda absolutamente claro que no hay salvación para Maduro. Los generales venezolanos saben que tienen que sacrificarlo porque Washington fue inteligente y ofreció una amnistía.
Ellos van a sacarlo y le dirán que por la paz y la refundación del país tiene que irse al exilio. Si él se niega, le advertirán que no pueden garantizar su seguridad.
Entonces, él va a tomar un avión y se va a ir a Cuba probablemente.
¿Cree que EE.UU. está realmente dispuesto a hacer uso de la fuerza militar en Venezuela?
No. Ellos saben que no necesitan usar la fuerza militar porque sería una guerra entre Venezuela y la OTAN.
os generales calculan en términos de poder, miran cuántos tanques y tropas tiene el enemigo y cuantos tengo yo, y en función de eso deciden si negocian.
Estos militares venezolanos saben que Maduro está perdido porque nadie lo apoya, entonces militarmente tendrían una guerra que no pueden ganar.
Por eso, se preguntarán ¿vamos a morir por el panzón de Maduro que no tiene ninguna posibilidad de futuro? No.
Pero hay una condición: los militares sí son bolivarianos y van a defender la soberanía nacional.
Por eso, cuando (el ministro de Defensa, Vladimir) Padrino López dijo prácticamente que aceptan la oferta de Washington de que Maduro se vaya, con amnistía para los militares y una transición negociada sin sangre, se pone la condición de que Washington no puede intervenir militarmente.
Pero Padrino no dijo que van a quitarle el apoyo a Maduro…
No, pero si usted lee todo el discurso cuando él dice que la Fuerza Armada siempre respeta los derechos humanos, la Constitución y la democracia es claro que él dijo que no hay ningún motivo para que Washington nos agreda, porque hemos cumplido nuestro papel institucional.
Entonces mandó un mensaje: Maduro se va y tenemos negociada una salida pacífica.
Hay quienes creen que por la falta de medicinas, de comida y por la crisis migratoria que vive Venezuela se justifica una intervención humanitaria. ¿Usted qué piensa?
En el derecho internacional no existe la intervención humanitaria. Solo hay intervención como mandato del Consejo de Seguridad de la ONU y eso no va a ocurrir.
La solución es que Maduro se vaya, se fije una fecha para las elecciones democráticas, se forme un gobierno transitorio democrático y se establezca una especie de plan Marshall con US$50.000 millones o US$60.000 millones para ayudar a la población.
La dimensión de la tragedia es tal que se necesita reconstruir todo y enviar de inmediato grandes cantidades de alimentos y medicamentos, pero nada de eso requiere la intervención militar.
Hay que hacer un arreglo entre todas las fuerzas que tiene que incluir a China y a Rusia porque tienen inversiones de US$80.000 millones allá. Posiblemente bajo supervisión de la ONU como propusieron México y Uruguay.
¿Qué consecuencias en el largo plazo prevé de esta elevada implicación de Estados Unidos en Venezuela?
Estamos viendo una política de reconquista de América Latina dentro de la Doctrina Monroe, por parte del grupo neoconservador actual que determina la política en la Casa Blanca.
Estados Unidos está perdiendo la guerra por el sistema multipolar, no acepta que el futuro de la humanidad va a ser decidido por ellos, junto a la Unión Europea, China y Rusia, sino que se mantiene en la ficción del siglo americano que ellos pueden seguir controlando las cosas y esto es imposible.
Entonces ante esta situación hace una política en la que América Latina, con sus recursos, con su acceso a la Antártida, etc., es fundamental para no perder la competencia con China.
El fallecido presidente Chávez -así como el sucesor que él escogió, Maduro- hablaba permanentemente de soberanía. Sin embargo, en su análisis dibuja un escenario en el que el destino de Venezuela se decide con la participación de grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China. ¿Cómo se llegó a esta situación?
Pepe Mujica, el expresidente de Uruguay, ha dicho que cuando un país tiene tanto petróleo como Venezuela las ideas de autodeterminación y la soberanía son casi imposibles de practicar.
Y eso lo hicieron exitosamente. Yo diría que desde 2015 no hay un ambiente democrático para realmente medir la voluntad de la población, porque el gobierno obviamente predeterminaba los resultados con medidas antidemocráticas, con mentiras y represión.
¿Cómo valora el papel de México en esta crisis venezolana?
La gente en México apoya la doctrina Estrada, que rige su política exterior tradicional desde los años 30, que dice que un país debe respetar los asuntos internos de otro estado, la autodeterminación de los pueblos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador utilizó esa doctrina para no adherirse a la declaración del Grupo de Lima, lo que a mi juicio fue correcto.
Esto tuvo un efecto a favor de la paz porque frenó un poco ese ímpetu de imposición que venía de Washington a través de Guaidó. Porque era un reconocimiento de que no todo el mundo apoyaba la imposición.
Entonces, la propuesta junto a Uruguay de que la ONU debía meterse en ese conflicto, que se tenía que negociar, fue una salida estratégica. Solo una mente enferma puede preferir una salida violenta a una salida negociada.
Y ahora creo que hay la posibilidad de negociaciones serias y reales.
Usted ha propuesto que en un eventual proceso de transición la petrolera estatal Pdvsa sea liderada por el exministro Rafael Ramírez, pero él ha sido acusado por el gobierno de Maduro de graves delitos de corrupción.
Habría que ver si esas acusaciones resisten un proceso jurídico adecuado en un tribunal, pero es cierto que existen y ese es uno de los problemas en Venezuela.
Se necesitaría una dirección colectiva que tenga la capacidad técnica y la experiencia internacional para conducir una organización como Pdvsa y, al mismo tiempo, esté bajo la lupa pública de tal manera que no pueda haber malversación de fondos.
Lo mismo sucede en la Fuerza Armada. ¿Quién tomará decisiones allí durante la transición? Porque ellos son los garantes de que se pueda hacer la transición.
La corrupción que ha habido en tantas partes, primero en la Cuarta República (antes de la llegada de Chávez en 1998), luego con Maduro e incluso, en parte, con Hugo Chávez; es un problema que va a aparecer en la discusión pero pienso que hay mecanismos en un clima democrático para encontrar soluciones.
Si hubiera una salida de Maduro del poder, ¿cuánto afectará esto a ese movimiento de izquierda regional que encabezaron Chávez, Evo Morales y Rafael Correa entre otros?
Esto es una gran crisis y una gran oportunidad porque se va a tener que discutir la verdad de esta situación. Por este desastre ha habido una corresponsabilidad tanto de estados, de gobiernos, como de intelectuales vendidos de izquierda entre comillas.
Es obvio que un gobierno como el cubano apoyaba a Maduro porque económicamente se beneficiaba. Como todo gobierno actúa por razones de estado. Eso se puede entender.
También ha habido muchos intelectuales que se llaman de izquierda que han jugado un papel nefasto, que han cobrado fuerte.
Una pequeña mafia de académicos que se repartían esos premios y que elogiaban a Maduro y un proceso condenado a la muerte.
Desde hace años era predecible que sin las reformas necesarias iba a terminar muy mal, como el de Gadafi o como el de Sadam Hussein.
Y no decían nada porque les gustaba estar en hoteles de 5 estrellas en Caracas con todo pagado. Ahora no se escucha nada de ellos porque saben que son cómplices del desastre que va a pagar todo el pueblo venezolano.
BBCMundo